Fase III - Uniones

611 96 46
                                    


Miércoles 25 de octubre de 2071

El mundo conspiraba contra sus deseos. Había conspirado cuando quiso vivir una vida sin luchas por el poder y le arrebataron a sus padres. Había conspirado cuando quiso un abuelo y una terrible enfermedad se lo llevó. Había conspirado cuando quiso una cura para el virus con la cepa 2 de Mortys y no existía.

Esperaba que Yuuri estuviera a salvo con su gente, pero tampoco iban a cumplirle ese deseo. Todo o nada era su destino; sobrevivía o moría. Había elegido lo primero y ahora debía rendirse y obtener lo segundo, ¿para qué? ¿Por qué era tan cruel con él?

—Me quedaré —afirmó Katsuki, pues Viktor seguía en trance, como si no estuviera entendiendo a lo que se refería el pelinegro con esas simples palabras—. Me quedaré contigo y te ayudaré.

—Esto... no es un juego —respondió al fin, titubeando con una voz incrédula y melancólica—. Tú tienes una familia, ¿por qué?

—Me prometiste que estarían bien y confío en ti —dijo, una vez más, seguro de lo que decía y creyendo fielmente en su enemigo.

Viernes 27 de octubre de 2071

Phichit ingresó al cuarto de vigilancia, en donde sólo se escuchaba el sonido de las teclas y se veían las luces de unas computadoras. Seung se hallaba sentado enfrente de una mesa individual, desayunando una sopa instantánea y leyendo las noticias de un viejo periódico con agujeros.

—Hola, coreano tonto —saludó el tailandés, caminando muy cantarín y feliz de estar ahí, compartiendo el espacio con ese sujeto que parecía mudo—. Hoy también comes esas porquerías que el jefe no debería comprarte.

—Sí —aseveró con mucha indiferencia sin mirar al intruso, un parlanchín que lo fastidiaba y lo molestaba.

—Viktor me pidió que te dijera lo del brazalete falso de Yuuri —murmuró, deteniéndose a una distancia de tres metros; lo que él consideraba como suficiente para no enfadar al asiático.

—Está desactivado —informó, dedicándose a sorber los últimos fideos que quedaban en el vaso de unicel.

Seung Gil Lee, veinte años. Sus padres fueron de los primeros en unirse a Los Opositores y, al igual que Phichit, ha sido miembro del grupo desde su nacimiento. No le gusta hablar, así que odia cuando intentan sacarle conversación. Sus cejas pobladas son su rasgo más peculiar, amado por el moreno que lo acosa.

—Viktor dejó que fuera a la ciudad el lunes, ¿quieres ir conmigo? —cuestionó dudoso. Si algo sabía, era que Seung no salía de su guarida—. Bueno, no es una obligación, es una invitación amistosa y...

—Sí —asintió, alzando la vista para encontrarse con la de Chulanont, quien estaba sorprendido por su respuesta positiva—. Quiero unas herramientas.

—Ah, claro —susurró, comprendiendo que no iba por él, sino por necesidad. ¡Bendita necesidad!

...

Yuri daba vueltas, recorriendo cada esquina de su recámara. Pensaba en lo que había sucedido ese día; sus reproches, las mentiras reveladas, su enojo por una estupidez sin sentido. Se insultaba a sí mismo por haber sido un idiota con Viktor al haberle reclamado un amor unilateral.

Ya lo habían rechazado, pero él insistía en un romance imposible. Viktor Nikiforov no lo amaba y nunca lo haría. Para ese hombre, Yuri Plisetsky era considerado su amigo o un hermano; nada más. Crecer juntos no le otorgaba derechos sobre el corazón y los sentimientos del peliplata.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora