Capítulo 17. Dulce condena.

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Narra Verónica.
- ¿Verdad o consecuencia? - preguntó Patricio.
Estábamos todos muy alegres en la terraza de mi edificio tomando, jugando, escuchando cumbia vieja y bizarra.
"Quedate aquí o vete de mi ladoooo", cantaba Gastón bailando detrás de todos los demás, que estábamos sentados en un intento de ronda en el piso. Lucía se mataba de risa.
- Verdad - respondí.
- ¿Te garchaste a mi hermano más de una vez?
- No Pato, te fuiste al carajo boludo - le dijo Guido. Todos los demás nos reíamos.
- Sí - dije.
- UOOOOOOOOOO - empezó a gritar Pato como un desaforido.
- Me toca a mí - dije - ¿verdad o consecuencia Gastón?
- Consecuencia.
- Subite a la banqueta y bailá el tema entero del Bombón Asesino, sin dejar de menear, con una mano en la cabeza y otra en una nalga.
- Pan comido.
Yo no podía más. Sentía que me dolía la panza de tanto reírme.

Después de un rato, se armó un debate entre todos sobre la posible existencia de vida en otros planetas, alienígenas y demás.
- ¿Te vas a algún lado de vacaciones? - me preguntó Guido mientras los demás seguían hablando del tema.
- No sé, posiblemente me vaya una semana a la costa en Enero, con mi mejor amiga y unas conocidas, pero muy tranqui, a descansar... y más de una semana no creo porque tengo otros gastos.
- Claro... nosotros vamos a tocar en la costa en Enero, así que de última hablamos y te aviso.
- Dale.
No había entendido qué me había querido decir con el "te aviso". ¿Se suponía que nos encontraríamos? ¿Que fuera al hotel? ¿Que fuera a verlo cual fanática enamorada? Todavía estaba un poco molesta por haberlo visto con esa morocha dos veces en la misma noche, así que a todo lo que me decía le trataba de encontrar explicaciones rebuscadas, me irritaba... Claramente él la conocía de algún lado y me enojaba no saber de dónde, quién era. Pero lo disimulaba tan bien que él ni parecía darse cuenta.

Alrededor de las 4 de la madrugada, los chicos decidieron irse. Ya era 24 de diciembre y esa noche todos debíamos estar lo más frescos para estar con nuestras familias. Noté lentitud en cada uno de los movimientos de Guido mientras limpiábamos y acomodábamos la terraza. No hacía ni un mes que lo había reencontrado luego de esa noche en la Trastienda que ya lo conocía bastante bien. Era un pibe muy transparente.
- ¿Qué te pasa? - le pregunté mientras abría la puerta de mi departamento, luego de saludar a los chicos.
- Hace frío y estoy lejos de casa... - cantó.
- Primero que no hace frío, y segundo aunque estés lejos te lleva Patricio, si viven a metros...
- ¿Todos los penales me vas a atajar?
- No estoy de humor Guido... además ya pensar en hoy a la noche me bajonea, si hay algo que detesto son las fiestas...
- Bueno por eso, dejame distraerte - me dijo agarrándome de los hombros y haciéndome mover de costado como si bailara.
En parte lo que le estaba diciendo era cierto, nunca soporté las fiestas. Tantas pérdidas en mi vida, pasar de ser varios en una mesa a ser tan pocos... Pero por otro lado, seguía molesta con él.
- Persevera y triuntarás dicen ¿no? Está bien, quedate - aflojé.
- Prometo que soy buenito, no molesto. Chauuu chicos - dijo triunfante ingresando al departamento, mientras los demás esperaban el ascensor para bajar. A veces se comportaba como un nene.

- ¿Querés capuccino? Me dieron ganas - me dijo.
- ¿Cómo negarme al ofrecimiento del experto? Sí, dale. Me voy a cambiar.
Volví al living con mi remerón gigante puesto y mi gato negro a cuestas. Me senté en el sillón mientras esperaba que el rubio terminara. Estaba tan concentrada acariciando a Felini (así se llama mi gato) que me sorprendí cuando una voz gruesa cortó mi colgadez.
- Tomá - me dijo Guido mientras me pasaba una taza.
- Gracias.
- ¿Cenás con tu mamá y el novio hoy?
- Sí, igual que todas las fiestas... nada del otro mundo - respondí indiferente - ¿vos?
- Con los nabos que tengo de hermanos, mis viejos y unas tías y primos de parte de mi mamá... igual en Navidad somos pocos, el quilombo de verdad pasa en año nuevo - dijo sonriéndose.
- ¿Ah, si? ¿Por qué?
- Porque a veces hasta alquilan un castillo inflable para adultos. No sabés lo que es boluda... te morís de risa.
- Jaja me muero, qué buena onda.
- Ya vas a venir algún día a pasar año nuevo con los Sardellis. Vas a conocer lo que es bueno.
- Sí, claro... Hoooola ¿qué tal? Acá yo una desconocida viniendo a pasar año nuevo, permisoo - dije irónica.
- ¿Podés dejar de tirarme abajo cada una de mis invitaciones?
- No recuerdo haberte tirado abajo, además de esta, ninguna otra.
- Bue, dejalo ahí.
- No, ahora hablá. Decime cuál.
- El after show.
- Si fui, tonto ¿de qué hablás?
- Cuenta a medias, por querer ocultarme.
- No empieces. Ya te lo dije, dame tiempo.

Atrapados Sin OpciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora