10 de diciembre de 2016.
Narra Verónica.
- Perdón Vero, pero no puedo. Me voy a Villa Gesell a pasar las fiestas y ya saqué los pasajes, salgo el 23 después del laburo. ¿Por qué no vas con Luciana? -.
Estaba buscando compañía para ir a ver a Airbag el sábado 23 a Obras. En la primera que pensé fue en Lucía por una cuestión de que había ido con ella a la Trastienda. Pero sus papás eran de Villa Gesell y era entendible que fuera para allá a pasar las fiestas. Por lo general, una vez por mes o dos solía viajar a la costa a verlos. Pese a la distancia de kilómetros, Lu era muy apegada a sus viejos. No era una chica muy demostrativa. En eso nos entendíamos bastante bien. Pero era de esas personas que con los hechos decía mucho más que con las palabras, y eso era lo que me hacía quererla tanto. Me demostraba cierta lealdad que muchos no.Con Luciana nos habíamos vuelto re compinches vía redes sociales. Era muy loco. Las dos teníamos 24 años y a veces hablábamos que parecíamos de 13. Desde que empezamos a seguirnos en Instagram y después nos pasamos los números, charlábamos día por medio. Me contó que no conoció a su papá porque abandonó a su mamá cuando se enteró que quedó embarazada de ella, y que perdió a su mamá hacía 5 meses. Ahí entendí el por qué de lo que le había dicho a Guido el día que la conocí. Teníamos historias de vida similares en cierto punto. Se notaba que era una piba muy sufrida pero tan cálida y tierna, y con una tremenda necesidad de recibir y dar afecto. Estaba completamente sola, excepto por una tía que vivía en el interior y un par de amigas que tenía. Me dijo que no era seguidora de Airbag de antes si no fuera porque hacía unos meses había escuchado la promoción de "Vivamos el momento". A partir de ahí no les perdió el rastro... vía internet obvio, porque su primer concierto fue el de la Trastienda al igual que el mío. También me contó que trabajaba en una empresa de materiales de construcción, y que ella se encargaba de tomar los pedidos. Era un laburo en blanco, con horario fijo matutino, y le pagaban dentro de todo bien como para poder mantenerse sola.
A pesar de lo mucho que hablábamos, nunca nos propusimos ir juntas a Obras. De mi parte no salió porque no sé... no quería parecer confianzuda. Aunque con todo lo que ya me había contado, se notaba que me había ganado su confianza, al igual que ella la mía. Por eso no me pareció desacertado lo que me había dicho Lucía. De decirle a Luciana de que fuéramos juntas.
- Mmm... Tenés razón -, le dije, mientras manejaba por Panamericana.Estábamos yendo al cumpleaños número 40 de María, nuestra compañera de trabajo. Éramos sólo 3 mujeres en la fiscalía, entre 9 hombres, aunque de nuestra "generación" sólo Lucía y yo. María era lo que toda mujer quisiera ser cuando llegue a esa edad. Alta, delgada pero con un busto muy llamativo. Su corte de pelo carré con rulos bien definidos hacía resaltar aún más su rubio teñido cuasi platinado. Unos ojos azules preciosos. Parecía una actriz de Hollywood. No sólo por su apariencia física si no también por su forma de ser. Era todo un personaje. Cortante y seria para los que no la conocían. Atrevida, seductora y divertida para los demás. A los chicos del laburo siempre se las dejaba picando, aún siendo más grande en edad, y ellos se morían de risa y la chichoneaban aún más. A parte tenía una elegancia para vestir que no cualquiera. María hacía 9 años que estaba casada con Mariano, y tenía 5 hijos. Un hijo y una hija de su primer matrimonio, una nena en común con Mariano, y las dos hijas del primer matrimonio de Mariano. María nunca hablaba de 3, hablaba de 5, siempre contaba a las hijas de su esposo, aún sin ser de ella, cuando le preguntaban cuántos chicos tenía. Y vivían todos juntos, porque la ex de Mariano se lavó las manos respecto de sus hijas ni bien se separaron. Si había algo que a María le encantaba era bailar, y no por nada su ídolo máximo era Michael Jackson. Así que decidió tirar la casa por la ventana para su cumpleaños número 40 y festejar a lo grande. Desde hacía dos meses venía insistiéndonos a todos en el trabajo que nos reserváramos el sábado 10 de diciembre. Iba a hacer su cumpleaños en su casa, y para eso había contratado una barra libre y unos parlantes enormes. De la decoración nos dijo que se iba a encargar ella.
- Es la próxima salida Vero -, me avisó Lucía que era mi copilota y tenía el gps activado en su celular.
Pusé el guiño derecho con antelación y tomé la salida de Panamericana que coincidía con la del Unicenter. Manejé unas pocas cuadras barrio adentro, habrán sido unas cinco o seis.
- Es acá. Alta casa boluda -, decía Lucía mientras contemplaba un chalet divino, con un frente de ladrillos y rejas negras, bien iluminado, con una entrada de garage de esas que tienen un caminito formado que coincide con las ruedas del vehículo, y muchas plantas.Tocamos el timbre y nos recibió María re exaltada como se ponía cuando estaba muy contenta. Parecía una nena chiquita recibiendo a sus invitados. Estaba vestida con un monito blanco de gasa hermoso y unos zapatos de taco alto del mismo color. Nos hizo pasar, nos presentó a sus hijos, ya que a Mariano lo conocíamos de algunas veces que iba a buscarla al trabajo, a su mamá y a sus suegros. Había un mundo de invitados que con Lucía claramente no pensábamos saludar a uno por uno. Las edades eran más que variadas. María nos dijo que habían muchos amigos de ella y de Mariano, algunos familiares y vecinos de confianza.
La fiesta se desarrollaba en el jardín de la casa de María. Era simplemente hermoso. Al final del jardín había una piscina divina, en la cual habían globos flotando de color verde y violeta. Alrededor de la misma, habían fanales con velitas adentro y dos jaulas de pájaros (vacías obvio, porque eran de esas que se usan para decorar), antiguas, de color blanco, también con velas adentro. En el jardín había un par de árboles de los que colgaban unas luces tipo guirnaldas japonesas de papel, de varios colores. Las mismas luces colgaban del techo de la galería del jardín, ya que la casa contaba con un primer piso, cuyo balcón daba a éste. Esa era toda la iluminación, por lo cual todo tenía un toque bien ténue. El cielo estaba despejadísimo, con unas estrellas brillantes divinas, la luna llena más blanca que nunca. Y de temperatura, estaba apenas pesado. Una noche de verano espectacular. "Qué buen gusto tiene esta mina", pensé por María, y empecé a tomar algunas fotografías del lugar.
Eran casi las once y media de la noche. Habían pasado un poco más de dos horas desde que habíamos llegado con Lucía y ya íbamos por el cuarto trago cada una. La verdad que yo no estaba en pedo, pero sí alegre. A Lucía ya la había notado... un poco entonada. No era una piba de salir y menos de tomar tanto, así que era obvio cuando el alcohol empezaba a pegarle porque se reía de cualquier cosa y bailaba exageradamente. Tampoco es que estaba taaan borracha.
- Comamos Vero, porque si no vamos a terminar mal -, repetía Lucía trago de por medio. Me causaba tanta gracia. Era como si se pidiera a ella misma autocontrol en voz alta.Estábamos bailando cerca de la barra. Yo de espaldas a ésta y Lucía de frente a mí, dándole la espalda a la gente. En un momento, casi me atraganté con lo que estaba viendo
- ¡Levantá los brazos boluda! -, me dijo. Odiaba que me dijeran que hiciera eso cuando me atragantaba. Mi mamá también solía hacerlo.
- ¿Pero que levantá los brazos? Pará un poco. Dejame recuperar que no puedo creer lo que estoy viendo.
- ¿Qué pas...
- Ni se te ocurra darte vuelta hasta que yo te diga. Y cuando lo hagas, hacete la distraída... No sabes quién está acá boluda. Guido.
- ¡¿GUIDO?! ¿Cómo conoce María a tu ex?
- Shhhhhh... ¡No, mensa! Guido de Airbag. Y está con Patricio.
- ¡¿QUEEEÉ?!
- La puta madre, callate boluda o bajá la voz... ahora, ¡mirá ya! -. Lucía se dio vuelta y puso la misma cara que cuando había enganchado a Guido tildado conmigo aquella noche en la Trastienda, hacía casi un mes.
- No, no puede ser -, repetía Lu todo el tiempo. En una de esas, pasó María por al lado nuestro. Pobrecita. No iba a resistir a nuestro interrogatorio. - ¿Qué hacen los Airbag acá? -, le preguntó por lo bajo la rubia a la otra.
- Son mis vecinos chicas. No me digan que les gusta.
- Sí boluda, no paro de escucharlos -, le confesé - es más, hace un mes con Lu fuimos a verlos a la Trastienda.
- ¡Ay!, no sabía bombón. Si no te hubiera dicho. Sí, son mis vecinos. Con Mariano hablamos bastante con sus viejos. Viven sobre esta misma vereda, dos casas de por medio. Nunca sé cuál es el mayor o el menor, pero sí sé que el morocho de pelo largo - haciendo referencia a Patricio - vive en esta misma cuadra, creo que enfrente. Y el que tiene cara de nene - lo decía por Guido - sigue con sus viejos. Sé que hay otro hermano que se fue a vivir solo hace un montón pero lejos de acá, no sé a dónde -.
Yo no podía creer lo que nos acabábamos de enterar con Lucía esa noche. Jamás me lo hubiera imaginado. Los Airbag, o dos de ellos al menos, vecinos de María.Sentí la mirada de alguien sobre mí y cuando busqué entre la gente, lo divisé a Guido mirándome, quien tenía un vaso en su mano y, con sus ojos firmes a los míos, lo alzó en señal de "salud". Le correspondí el gesto sonriéndole y automáticamente miré para otro lado. "¿Me habrá reconocido?".
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Atrapados Sin Opción
FanficHay momentos de la vida en los que, cuando uno menos se lo espera, se lleva grandes decepciones de parte de los que más quiere, y ello trae aparejado una gran desconfianza y resistencia a volver a amar. La etapa que sigue a la desilusión, es la de c...