Capítulo 27. Caigo al fondo.

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2 de marzo de 2017.

Narra Guido.
Hacía días que no salía de mi casa más que para ensayar. Todavía no habíamos empezado con la promoción para el concierto en Vorterix en julio, y estaban en tratativas, mientras tanto, algunas fechas en el interior.
Me sentía bajoneado, desganado, desmotivado. Me pasaba horas tocando la guitarra, como si me pusieran en mi piloto automático.
La música, mi gran cable a tierra, la solución a todos mis problemas...

Ese jueves no me había despertado tan tarde. Crucé a lo de mis viejos, almorcé ahí y más tarde mi mamá me pidió que la acompañara al supermercado.
Cuando volvimos, vi un Gol Trend, gris oscuro, estacionado en la puerta de María. No me sabía la patente de memoria, pero presentí que era ella, que estaba ahí. Ayudé a mi vieja a bajar las bolsas y cuando me dispuse a volver a mi casa, decidí hacer una pequeña maldad...

Detrás del auto de Vero, había un container, y adelante un espacio grande como para que entrara otro auto, tranquilo, sin aprietos.
Así que, estacioné mi auto, bien pegado al suyo, para que se le complicara al salir y debiera recurrir a mí.

Luego de varios minutos, recibí un llamado de Pato. En los livings de las casas de ambos, habíamos colocado unos porteros eléctricos, como si fueran los del timbre, para hablarnos cuando necesitaramos algo.
Me estaba preparando un café, y sentí una chicharra sonar insistentemente.

- Gato
- Salí ya boludo, ¿qué hiciste? ¿Sos tarado? Está Vero afuera re sacada, le encerraste el auto y la piba no puede salir.
- Voy - contesté con total tranquilidad. Mi plan había funcionado.

Salí y vi a la morocha, enojada como una fiera. Vestía una musculosa de color rosa claro, que le resaltaba bastante su busto, y un pantalón de color beige. Unas sandalias marrones, y en su pelo, una trenza de costado que dejaban a la vista las distintas tonalidades de su cabello desgastado. "Ese peinado lo conozco... no puedo creer que mi hermano se haga el mismo".
Me encantaba su estilo. No dejaba de vestir elegante pero a la vez con un dejo rebelde, muy característico de ella.

Cuando me vio, ni siquiera me saludó que ya me saltó a la yugular. Me apuró para que moviera mi auto. Estaba enojadísima y la verdad es que por dentro disfrutaba de ver lo que provocaba en ella.

Cuando me enfrentó refiriendo que lo que yo había hecho fue a propósito, le contesté haciéndome el superado... diciéndole que ella no era el centro de nada.
Para qué... Fue peor. Como un boludo, me dejé llevar por el juego y la terminé cagando. No me dirigió más la palabra y se subió a su auto sin más.
Me daba más temor que no me hablara a que me puteara.

Moví mi auto y apenas apagué la marcha, ella ya estaba a punto de arrancar. Me apuré a bajar, corrí hacia el suyo y le golpeé la ventanilla.
Yo sabía el motivo de su enojo, pero había pasado tanto tiempo, que no sabía cómo encarar la situación... Así que me hice el desentendido sobre qué era lo que le pasaba.

Quería escuchar de su boca qué fue lo que le molestó. Pero también sabía que ella, tan orgullosa, no me lo diría.
Antes de que se fuera, le pedí de juntarnos a hablar y otra vez se me había negado.
Cuando finalmente se fue, recordé que el sábado la vería, ya que Lucía me había invitado a su cumpleaños a través de Gastón.

Ahí en mi corazón se volvió a iluminar una pequeña luz de esperanza. Sonreí en silencio, mirando a la nada.

- ¿Se puede saber qué carajo pasó? - me sacó mi hermano de mis pensamientos.
- Nada
- No, nada no, ¿qué hiciste boludo? ¿Por qué le encerraste el auto?
- Hace semanas que me viene ignorando, y nada, quise molestarla un rato... - dije riéndome socarronamente
- Pero no entiendo, ¿por qué no le contaste?
- Porque no Pato, actué mal... - tomé aire y continué - cuando recibí el mensaje de Nicole, se me pasaron mil cosas por la cabeza. No supe cómo actuar, qué decirle, estando ella ahí, en mi casa... Ponete en mi lugar. Arrancás a salir con alguien que te encanta, y un día de la nada le decís ¿ah, che disculpá, voy a ser papá? No...
- No boludo, ya sé. Pero por lo menos después de unos días deberías haberle dicho por qué actuaste así Guido. Las cosas hay que hablarlas. La otra persona no tiene una bola de cristal para adivinar lo que a uno le pasa...
- Ya lo sé... pero ya está, me manejé mal.
- Guido, hablá con Vero. Decile lo que pasó, la mentira en la que te hizo caer Nicole. Que en el momento no supiste cómo reaccionar y que pasadas las semanas te diste cuenta que por las fechas, por la última vez en la que estuviste con ella, no podía ser posible. Después te vas a arrepentir, haceme caso... estás a tiempo - me insistió Pato, dándome una palmada en el hombro.

Pato tenía razón. Todavía me quedaba una chance, si es que ya no era tarde...

Atrapados Sin OpciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora