Narra Guido.
Subimos al auto, Vero se puso el cinturón y le dio marcha.
- Tomá, poné lo que quieras - me dijo entregándome su celular. No sé por qué pero me sorprendí. Yo no solía tener gestos así con la gente, era bastante desconfiado. Noté que ella también, porque a Pato no le hablaba de la misma forma que a mí. También observé que cuando nos íbamos de la casa de mi vecina, tanto María como otras personas, que supuse, por lo que ella me había dicho, que eran sus compañeros de trabajo y esposas de éstos, la saludaban muy afectuosamente, incluso varios la abrazaron. La piba no abrazaba. Era como que doblaba apenas los brazos y dejaba el abrazo a mitad de camino. Pero me di cuenta que en las pocas horas que hacía que nos conocíamos, se abrió mucho conmigo. Me gustaba su forma de hablar, tranquila, profunda. Tenía un vocabulario muy cuidado, se notaba que estudiaba abogacía. Y cuando se reía lo hacía bien de adentro, tenía una risa muy contagiosa.
- ¡Qué temooón! -, le dije al ver que tenía sincronizado Spotify al auto con "All my love" de Led Zeppelin - decí que para un sábado a esta hora yendo a bailar no pega mucho, ¿no? -.
- Guido, vos poné lo que a vos te guste. Para música de baile, ya vamos a tener bastante en el boliche... Poné lo que escucharías vos. - me contestó sonriente. Lo hizo otra vez. Volvió a sorprenderme.
- Mmm... bueno, vamos con esta -, y le di play a "Highway to Hell" de AC/DC.
- El que sabe, sabe -, me dijo con una sonrisa pícara.Llegamos al lugar y había una cola inmensa, de la que no íbamos a formar parte gracias a Chelo. Pero más allá de eso, no soportaba el aglutinamiento de gente. Todos desesperados por entrar como si estuviesen regalando algo adentro. La gente torpe y maleducada que pasaba por al lado de uno sin pedir permiso ni disculparse si te empujaban. Ni hablar de los que estaban, o se hacían, los alterados por estar medio copeteados. Habíamos tomado bastante en lo de María, pero los 4 estábamos alegremente controlados.
- Dios... - me quejé.
- ¿Qué te pasa? -, me preguntó Vero.
- Nada... no soy de salir mucho. Y si salgo voy a lugares más tranquilos, no esto -, refiriéndome al quilombo del lugar.
- ¿Y por qué no nos dijiste?
- Na, ya fue. No le iba a tirar abajo el plan a Pato, después me tilda de emo.
- Nada que ver. Yo tampoco soy fan de salir, pero bueno... Trato de pensar que esto - dijo señalando a su alrededor - es un toque. Cuando estoy adentro se me pasa. Vamos que Pato nos está llamando -. Y empezó a caminar adelante mío.
Tenía un culo... "basta Guido, controlate" me dije.Estábamos en el vip del lugar que quedaba en el primer piso. Había poca gente en ese sector, por lo que Pato sacaba consumiciones para todos a cada rato. En un momento, se acercó Chelo con dos pibes más que los conocíamos de Isabel y de otros lugares. Vi que Chelo le sacó una radiografía a Vero descaradamente, y como vio que hablaba conmigo me hizo un gesto de "mirá que bien el pibe". Traté de aguantarme la risita.
Tomamos tanto que se me estaba mezclando el mareo con el sueño. Así que decidí sentarme en un sillón a observar las ridiculeces que hacía Patricio con las chicas. Sonaba un tema bastante pegadizo de reggaeton de Piso 21, a los que nos habíamos cruzado en varios eventos, "...bailame despacio, no mires el reloj, no quiero que la noche acabe...". Estaban los tres agarrados de la mano dándose vueltas entre ellos. El hijo de puta tiraba unos pasos y ponía unas caras que las pibas se morían de risa. El chabon tenía esa habilidad. Era seductor y gracioso con las minas, hasta a veces muy pícaro. Pero sabía cuál era su límite. Y el límite era Melisa. Pato es el típico "perro que ladra no muerde". En las reuniones íntimas, si bien no era un pegote, estaba con Melisa todo el tiempo. Lo tenía anonadado. Y la piba también lo estaba con él. Cuando la vi por primera vez, tan alta, flaca, toda delicada, bien modelito, creí que era alta hueca y me decepcioné un poco de mi hermano. En cuanto la escuché hablar, me di cuenta que no era ninguna tonta. Era igual de jodona y tenía las mismas salidas que Pato. El uno para el otro.
"¿Cuándo voy a encontrar a alguien así?". No sé por qué me costaba engancharme tanto, generar relaciones de ese tipo. La mayoría de las minas me resultaban aburridas. Sentía motivación nada más cuando veía a alguna que me calentaba mucho y que sabía que podía terminar garchándomela. Pero quedaba en eso nada más. La miraba a Vero. Era tan linda, tan natural. Lo que tenía que decir, lo decía de una. Era directa. Me gustaba. Pero no tenía el valor para encararla, o no sabía en qué momento hacerlo, ya que Pato estaba siendo el centro. Me bajoneé. Así de repente, como solía pasarme a menudo. Bien cambiante.
- Dale Guido, vení -, se acercó Vero y me tomó de la mano.
- No, no...
- Dale negro, vení -, y me dejé llevar. Se me movió todo. Todo. Sentía que las luces brillaban más de lo normal, que la gente se reía y hablaba más fuerte de lo que lo hacían, que la música retumbaba en mi cabeza.
- Me voy a sentar, me siento mal -, le dije a Vero soltándome de su mano y ella me siguió.
- Quedate acá, no te muevas... Guido, mirame. ¿Me escuchaste?
- Sí sí, me quedo acá -, le contesté cuasi muerto.
Se fue y volvió enseguida con un agua.
- Tomá -, la destapó y me la dio - tomá líquido. Tomá más agua Guido, dale. Te va a despejar.
- Gracias, sos una genia. Andá a bailar, yo me quedo acá.
- Estás transpirando ¿te sentís bien? -, evadió lo que le dije inteligentemente, y me pasó la mano por la frente sin importar mojársela con el agua salada.
- Em... no - y tiré toda mi espalda hacia atrás, apoyándola en el respaldo del sillón. En eso, se acercó Lucía.
- Chicos... Uy qué carita - dijo mirándome - Vero, escuchame. Pato se va... - y volvió a dirigir sus ojos hacia mí como diciéndole a la amiga "qué carajo hacemos con este".
- ¿Cómo que se va?
- Sí, me parece que problemas maritales...
- ¿Pero cerca de la casa?
- No, me dijo que por acá cerca.
- Si es por mí no se hagan drama eh - les dije - estoy acostumbrado a irme solo... Me tomo un taxi y voy a mi casa.
- De ninguna manera, te llevo yo - dijo la pequeña imponiéndose.
- Pero no te vas a ir hasta Martínez de nuevo para volver a Palermo -, en ese momento me sentí una carga para ellas.
- Guido, escuchame una cosa. Cualquiera de nosotros puede pasarse un poco de copas, es normal. Pero creeme que no está bueno volverse solo. O por lo menos, a mí no me gustaría que me lo hagan. Así que yo voy a hacer lo que esperaría que los demás hicieran por mí. Te llevo y punto. Pero primero la dejamos a Lu.Y otra vez, volvió a sorprenderme.
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Atrapados Sin Opción
FanfictionHay momentos de la vida en los que, cuando uno menos se lo espera, se lleva grandes decepciones de parte de los que más quiere, y ello trae aparejado una gran desconfianza y resistencia a volver a amar. La etapa que sigue a la desilusión, es la de c...