Capítulo 34. Sin temores, ni reservas.

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Narra Guido.

< Dalee, por que no?
> Porque no
< No me estas dando los motivos suficientes
> No te los estoy dando porque no tengo ganas de hablar siempre de lo mismo
> A parte ya los sabes
> Que te acompañe a ese evento significa que se de a conocer que estamos saliendo, y no quiero
< Eso te pasa por no aclarar las cosas desde el principio con Luciana
< Y ahora por eso no queres venir
> No es solamente por eso Guido, no seas cabeza dura
> No quiero que nadie, sea Luciana, fans, pendejas rompe pelotas, lo que sea, se enteren de que estoy con vos, por ahora
> A parte yo no soy nadie, que tengo que hacer ahi con vos?
> Es muy dificil de entender?
< Me da por las bolas invitarte a un lugar para que vengas conmigo y que no quieras venir por esas pelotudeces
< No lo puedo entender realmente

Vi que se puso en línea unos segundos, seguramente para leer lo último que le escribí. Luego, se desconectó.
Siempre fui tan desapegado al visto, a la última conexión y a las boludeces de las que estaban dotadas las redes sociales que me daba bronca el hecho de que ahora sí me importaran, y a causa de ella.
Me daba bronca que me la complique, que me sea imposible hacerla cambiar de opinión. "¿Será que me mal acostumbré con las minas?", pensaba.

< Te falta mucho?
> No, veni

Hacía media hora que estaba discutiendo por WhatsApp con Vero y se me había hecho tarde. Para variar.
Había arreglado con Pato que íbamos en mi auto, mientras él era el encargado de convencer a Gastón de que nos acompañara a una fiesta organizada por la marca de whisky Jack Daniels en un lugar para eventos cerca del río, en Olivos, no muy lejos de casa. Pero como Gastón no solía salir mucho, y le daba paja manejar, con tal de que fuese con nosotros le prometí que pasaba a buscarlo.

< Sali rubia

- Vamos - le dije a Pato que estaba esperándome afuera de casa. Mientras rodeaba el auto para subirme del lado del conductor, intentaba ponerme una campera de cuero que ante el apuro no la embocaba con la manga - ¡Aghhh!
- Tranquila, fiera ¿qué te pasa? ¿Hay que pasar por la petiza también, no?
- No - le contesté de mala gana.
- Uf, mejor ni pregunto.
Si no hubiese sido por la música, el viaje hacia lo de Gastón hubiera sido en total silencio.

Sometimes I feel like I don't have a partner
Sometimes I feel like My only friend
Is the city I live in, the city of Angels
Lonely as I am, together we cry

- Sólo te aviso, para que tu humor no te tome desprevenido, que te lo vas a tener que fumar a Gastón - dijo Pato cuando faltaba apenas una cuadra para estacionar en la puerta del edificio de mi hermano, mientras le avisaba por celular de que bajara.
- Ya lo sé.
- ¿Por qué no vino?
- Lo de siempre. No quería mostrarse.
- Tiene razón Guido, entendela. Hace poco que salen. Y a parte la piba no tiene nada que ver con nuestro mundo - lo miré confundido - me refiero a que no está acostumbrada a la exposición...
- ¿Te puedo hacer una pregunta? Pero sin que te enojes.
- Si ya te estás atajando, es por algo... A ver, preguntá.
- Quisiera saber por qué cada vez que a ella le pasa algo, o a vos, entre los dos se justifican mutuamente... O será que yo soy el que no logra entenderla a veces, no sé, la verdad no sé - solté desesperado.
- ¿Y yo te puedo hacer otra pregunta? Después te respondo la que me hiciste... ¿Se puede saber por qué estás tan perseguido, tan celoso con esta mina? Nunca te vi así con alguien. Me parece que estás un poco hasta las pelotas y que estás exagerando todo. ¿No te parece? - me contestó serio.
- Es que... - estaba apunto de decirle, cuando fuimos interrumpidos por Gastón.
- Vos cada vez más puntual eh, qué cosa de locos... Ya me estaba durmiendo boludo - dijo Cuty indignado, subiéndose a la parte trasera del auto. Era obvio, no podía esperarse otro comentario de su parte. Esos comentarios de viejo choto me hacían darme cuenta que mi hermano cada vez estaba más grande y, por ende, más insoportable.
- Lo bueno se hace esperar, papá - tiró Pato, para cortar un poco el clima.
- Mis bolas boludo, dejame de joder - Cuty la seguía. Yo carraspeé.
- Bueno, ya está negro... El horno no está para bollos - dijo Pato.
- ¿Eh? ¿Y ahora qué pasó? - Gastón no entendía nada. Yo arranqué camino de regreso a Zona Norte para de una vez por todas ir a la fiesta.
- Hasta hace un rato erámos cuatro, no tres - le comentó Pato.
- ¿Meli? ¿Pasó algo?
- ¿Vos sos boludo o te pagan? Hace mil años corté con Melisa - a Patricio ya comenzaba a notarlo molesto.
- Ahhh boludo, no entendía ¿Y por qué no viene Vero? - preguntó Gastón. Pato me miró, y luego lo copió Cuty. Suspiré vencido, ya que no me quedaba otra que volver a repetir la historia.
- No quiso venir por lo de siempre. Luciana, que no quiere que las fans se enteren, y bla.
- ¿Pero no es un evento que va poca gente? Digo, aunque hayan conocidos pero... dentro de todo es medio cerrado, ¿o no? - preguntó Cuty desde atrás, mientras se agarraba de ambos asientos delanteros, para quedar casi a la misma altura entre Pato y yo.
- Ehhh... sí - se hizo un silencio - pasa que siempre hay alguna revista o alguna agencia de esas de comunicación que sacan fotos o suben cosas viste... Capaz la piba tuvo miedo por eso - le explicaba Pato - bueno cuestión, hoy es una gran noche muchachos - dijo frotándose las manos.
- No empieces a romper desde temprano, yo vine porque ustedes me insistieron pero desde ya te aclaro que no pienso segundear a nadie en nada - dijo Gastón determinante.
- Cómo le gusta ponerse la gorra - comenté y empezamos a reírnos con Pato.
- Ama casarse, o sea, disfruta de sentirse cuasi castrado ¿entendés eso?
- Ahí empiezan... - Cuty se echó hacia atrás en el asiento y se cruzó de brazos. Era tan fácil ponerlo de mal humor.

Al cabo de un rato, llegamos al lugar. Estaba ubicado frente al río, próximo a las playas de Olivos. La entrada era como la de un bar común y corriente, dando a la calle, pero una vez que uno se adentraba y caminaba hacia el fondo, aquel directamente se conectaba con el río, otorgándole al lugar una vista óptima.
De fondo sonaba un blues.
- ¿Che quieren tomar algo ya? - preguntó Pato ansioso.
- Mirá que después no quiero llevarte arrastrando eh - le advirtió Cuty.
- Hay una morocha ahí, la del vestido rosa - le dije a Pato al oído, tomándolo del hombro - que desde que llegamos no paró de mirarte.
- Sí la vi, está bárbara - comentó el pelilargo.
- Igual la amiga a vos también eh, te está sacando varias radiografías y no te estás dando cuenta - me dijo Cuty.
- Está linda la rubia eh - me era imposible no empezar a mostrar los colmillos.
- Bueno bueno eh, que acá el único soltero soy yo - saltó Pato. Gastón ni se inmutó, porque era como haber salido como un ente, pero yo lo miré - ¿qué? - preguntó.
- Yo no estoy de novio con nadie, disculpame - le aclaré.
- Vos, ojo - me dijo Pato, muy serio, apoyando su dedo índice en mi pecho para luego alejarse tras la morocha.
- Ah bue, ¿y eso? - lo miré a Gastón, que se hizo bien el boludo ante el comentario que habíamos escuchado - ahí vengo camper, voy al baño.
- Anda al baño y volvé, no te pierdas por ahí y me dejes solo porque me voy a la mierda - dijo Cuty.
- Sí fiera, ahí vengo - rodé mis ojos cuando me di vuelta para que no me vea.

Cuando salí del baño y me dirigía hacia la barra donde estaba Gastón, me detuve por la rubia que había visto antes, que acompañaba a la morocha a la que Pato se estaba chamuyando. La rubia estaba sola, en la punta de la barra más próxima a la salida del baño.
- ¿Te abandonaron?
- Sí, por tu amigo.
- No es mi amigo, es mi hermano - reí.
- Entonces ¿la facha es de familia?
- No sabría decirte.
- Yo sí sé. Y la respuesta es sí, claramente.
- Si vos lo decís - miré hacia otro lado para aguantarme la risa que me causaba aquella situación con semejante mina tan decidida - ¿tomas whisky?
- Prefiero vino.
- ¿Blanco?
- Por favor.
- ¿Tiene Latitud 33? - el mozo asintió - una copa del blanco dulce para la señorita y para mí un Jack Daniels Honey.
- Cómo no - respondió el hombre.
- ¿Y vos sos...? - la rubia no perdía el tiempo, estaba claro.
- Guido, ¿y vos?
- Juliana.
- Qué lindo nombre - vi cómo las mejillas de la rubia se enrojecieron. No paraba de enroscarse un mechón de pelo en su dedo índice mientras hablábamos. Al principio de la conversación, parecía como si nos midiésemos mutuamente, pero luego Juliana comenzó a soltarse aún más y resultó copada. Muy copada.

Estábamos encerrados con la rubia en un cubículo del baño mientras nuestras manos curiosas exploraban cada parte del cuerpo del otro. De repente, escuché que una voz familiar llamaba del otro lado de la puerta.
- ¿Guido? - preguntó Pato.
- ¿Qué? - le tapé la boca a Juliana, quien no paraba de reírse.
- ¿Vamos? Ya es tarde - escuché que entró al baño de al lado.
- Sí, para, ahí voy. Ehh... Tomá - rápidamente tomé de la mano a Juliana para salir del baño, y antes de irnos de ahí le pasé a Pato por debajo de la puerta del cubílo en el que se encontraba las llaves de mi auto, sin darle tiempo a que reaccionara.
- ¿Eh? ¿Y eso? ¿Con quién estás? - preguntó por mi risa, mientras estaba adentro del baño.
- Nada, para que vayan yendo. Chauuu - me apuré y salí de ahí antes de ser visto, y de que me impidiera irme con semejante bomba.
- ¡Forroooooo! - escuché que gritó desde adentro.

A los minutos, ya me encontraba a bordo de un taxi con la rubia, que no paraba de lamer suave y sensualmente mis labios, mientras con su mano acariciaba mi pecho, que tenía a medio descubierto por la camisa que vestía. Una vez más, me había dejado vencer ante el alcohol y mi mejor vicio, que eran las minas. Definitivamente, no servía para estar con una sola... o al menos, eso creía hasta ese momento.

Atrapados Sin OpciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora