Mi rostro refleja una expresión tranquila, pero en mi interior soy un manojo de nervios. El corazón me late arrítmicamente y una de mis piernas, oculta tras el mostrador, no puede abandonar el constante tic que se ha apoderado de ella. Casi son las dos de la tarde y mi turno está por terminar. Eso significa que él vendrá, como ayer prometió.
Miro hacia las mesas.
Mi tía tiene una acalorada charla con Joe en una de ellas, sobre algo que no me interesa en lo absoluto. Y bueno, en eso se resume la clientela.
Una alta figura irrumpe en la cafetería, y se sienta en la mesa del fondo. Con una llamada de reclamación silenciosa.Me acerco a la mesa, tomando asiento en una de las sillas. Me sonríe y le devuelvo el gesto como puedo. Me sudan las manos tanto que casi ni sé dónde ponerlas. Después de lo de ayer sabía que me iba a poner nerviosa en cuanto lo volviese a ver.
-¿Estas lista? Has acabado ya tu turno ¿No?
-Sí, ya nos podemos ir.
Me dispongo a levantarme, pero Harry ni se mueve y mis ojos revolotean hacia él.
-Había pensado invitarte a comer mientras lo planeamos...Si quieres, claro.
-Está bien -suelto, y trato de pensar lo siguiente que voy a decir-, pero no voy a permitir que me invites.
-Lo que quieras -Dice despreocupadamente mientras finalmente se levanta, poniéndose en marcha hacía la puerta de la cafetería.
Yo lo sigo en silencio, rezando por que no sea un sitio caro donde nos dirijamos. No dispongo de demasiado dinero.
Una gota de tomate resbala por mi barbilla.
-Tienes un poco de... -Se señala en su propia barbilla, indicándome el lugar exacto donde se aloja la vergonzosa mancha.
-Oh... -Me limpio con pudor, sonriendo un poco para quitarle importancia.
Y aquí nos encontramos los dos, apoyados en el capó de su coche, compartiendo una pizza desde un cerro. Y desde luego es mejor que nada, hay una vista de la ciudad preciosa.
Al final, él ha pagado la pizza. Demasiado terco.
Su cabeza gira en mi dirección, pero sus ojos no llegan a encontrarse con los míos.
-Sobre lo del cumpleaños.... -comienzo-... había pensado en hacerla en su casa. Tengo una copia de su llave. Mientras entretienes a Clare, yo lo preparo todo.
Finalmente me mira.
-¡Ni hablar! No te pienso dejar sola con todo el trabajo -Una especie de alivio me recorre. En el fondo no quiero hacerlo yo sola-. Además, el viernes es el día perfecto para acabar los preparativos.
-¿Por qué?
-Tiene una entrevista con el señor Travis, dueño de las galerías Velvet. Por lo que me ha contado, por fin le ha llegado la oportunidad de exponer sus cuadros.
-Es genial -susurro.
Ella ni me lo ha comentado. Duele un poco, pero por el momento prefiero no darle demasiadas vueltas, quizás se le ha olvidado o no ha encontrado el momento adecuado...
-No te lo ha contado ¿Verdad?
-Ella...bueno...no -Termino admitiéndolo. No gano nada mintiendo, y menos a él.
-No se lo tengas en cuenta, ella puede ser muy despistada.
Y el dolor pasa a... ¿Celos? Sí, celos. Celos porque nadie conoce mejor a Clare que yo. Sé que es descuidada, despistada y alocada. Sé que cuando pinta le gusta poner la música bien alta, tanto que a veces los vecinos aporrean la puerta quejándose. Y los celos vuelven a mutar a ese dolor. Me duele que no me haya contado nada sobre la exposición, y que además venga Harry a decirme como es o deja de ser Clare... No tiene derecho a hacerlo...
-¿Te pasa algo?
Debo de tener todos mis pensamientos reflejados en mi cara por la forma en que me mira. Demasiado observador.
-Bien -Decido cambiar de tema-, entonces compramos hoy las cosas necesarias y el viernes lo montamos todo, así cuándo llegue Clare le damos la sorpresa.
Asiente enérgicamente mientras abre un par de cervezas y después de tenderme una las hace chocar, brindando.
-Por nuestra genial fiesta.
Le doy un largo trago y observo el lugar más detenidamente, es verdaderamente bonito. Un trozo de campo subido a un pequeño cerro al lado de la ciudad. Aquí el aire es más puro.
-Es precioso.
Me mira de soslayo
-Sí, es un lugar precioso. Lo descubrí con Clare hace poco, es nuestro lugar. Y bueno, ahora también es tuyo, podemos compartirlo.
Una leve sonrisa asoma de su boca, y todo lo que yo hago es respirar entrecortadamente por su comentario y devolverle el gesto de forma más leve.
-Sabes -continúa-, Clare es especial, tiene ese "algo" que hace que no pueda separarme de ella.
-Sí, así es ella -Musito.
Yo ya lo sé, no hace falta que justamente él me lo recuerde. Siento que es una broma del destino, Karma o lo que sea que se empeñe en torturarme, en obligarme a soportar esto.
Sus ojos se pierden en el horizonte, por las intrincadas calles de Newside.
-Siento molestarte con mis bobadas sentimentales.
-No te preocupes, para eso están los amigos ¿No?
Y eso es lo que tenía que inyectar directamente en mi cabeza. Sin más rodeos ni excepciones.
-Por supuesto. Me alegro de haberte conocido- Sonríe ampliamente y su sonrisa aumenta cuando añade:- Y eso que empezamos de una manera...especial.
Y no puedo evitar el traicionero rubor que sube a mis mejillas.
-¿Me lo recordarás el resto de mis días? -refunfuño.
Pero cuando Harry empieza a reír yo no puedo evitar unirme a él.
-Pequeña gruñona.
Me rodea con un brazo y besa mi frente.
Y con eso, el buen ambiente desaparece, sustituido por mi enorme incomodidad. Me mantengo tiesa, con mis ojos abiertos como platos por la sorpresa, por su gesto cariñoso tan... fuera de lugar. Él lo nota, separándose bruscamente, aumentando la tensión.
-Bueno, creo que es hora de irnos -añade, dándole un último sorbo a su cerveza.
En el todo el viaje no puedo parar de pensar en ese gesto, en sus tibios labios sobre mi frente. Su abrazo fue tan cálido y fraternal... Me sentí protegida, pero de una manera terriblemente incorrecta. Esos brazos no me pertenecen a mí, no es a mí a quién tienen que estrechar.
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Dulce May (DTHE#1)
Literatura FemininaNunca unos ojos verdes han acarreado tantos problemas. Nunca un par de miradas tantas mentiras. Y mucho menos un accidente de café tanto dolor. Pero cuando May encuentra a Harry todo cambia. La vida le ha dado la espalda tantas veces... Ya no hay e...