Capítulo 11 "Rodarán cabezas"

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Está siendo un desastre. Claro, que sólo para mí. Este viernes noche todos se divierten, beben y bailan por toda la casa de Clare, dejando caos por donde pasan. Más de cien personas abarrotan el espacio, todas invitadas por Harry.

Pensaba que la fiesta iba a ser fantástica, que Clare no se separaría de mí lado. Pensaba que yo era su única amiga, de hecho es así en mi caso. Pero se me olvida que desde que es novia de Harry ha hecho muchas nuevas amistades. Prácticamente toda la fiesta, para ser precisos. No para de ir de allá para acá de la mano de Harry besando mejillas, ofreciendo abrazos apretados y deshaciéndose en agradecimientos por la genial sorpresa.

Sé que suena un poco egoísta y muy inmaduro. Pero no puedo evitarlo. Siempre hemos sido ella y yo, solas, sin nadie más. Si me costaba aceptar a Harry en nuestro cerrado circulo, esto lo sobrepasa.

No quiero que ella deje de divertirse, no quiero que no conozca a gente y lo pase bien. Tan solo pido que se acerque, me abrace, me bese y me agradezca el esfuerzo que he hecho para que ella se sienta especial. Le ha dado las gracias a todos y yo aún espero a que llegue mi turno.

El precioso vestido azul que me he puesto está siendo tristemente arrugado en mi pasiva posición entre sentada y tumbada en uno de los sofás.

Vuelvo a centrar mi vista en la pareja. Saludan a una chica rubia la cual no para de hablar y gesticular con las manos. Harry mira en mi dirección. Me mira a mí. Cuando nuestros ojos conectan hace un gesto cansado y rueda los ojos para, a continuación, darse un imaginario tiro en la cabeza con uno de sus dedos. Río levemente. Observo cómo le dice algo al oído a Clare y tras un piquito, que mis ávidos ojos no pasan desapercibidos, camina en mi dirección.

-Veo que te diviertes -dice cuándo está a mi lado.

-No sabes cuánto -Respondo con ironía.

-Deberías probar a hablar con alguien, relaciónate.

-Eso no es lo mío. No es que sea muy sociable -Y me señalo, afirmando lo obvio. Hace un segundo estaba sola en el sofá.

-En ese caso me tendré que quedar aquí contigo, como un buen amigo.

Amigo.

-¡Ni lo pienses! Anda y ve con Clare, esa rubia la matará de un dolor de cabeza.

Ríe divertidamente y me giro a mirarlo, dándome el lujo de observarlo. Está guapísimo. Camisa a cuadros, vaqueros y su pelo desordenadamente peinado. Le sienta bien, muy bien.

-Y para empeorarlo, su voz es como la de una rata, muy chillona. Te taladra los oídos.

Ahora soy yo la que ríe fuertemente. Ya no veo la noche tan gris.

O no la veía.

Salto fuera del sofá por la impresión. Un estúpido borracho ha derramado su cerveza entera en mí.

-¡Oh dios mío!

Gotas del líquido resbalan desde mi pelo por mi cara, reuniéndose con el resto en mi ahora mojado vestido.

-¡Imbécil! -Oigo gritar a Harry. Pero el chico ya se ha ido.

Se gira y me mira de arriba abajo. Mis mejillas arden y corro hacia las escaleras, en busca de un cuarto de baño.

-¡Espera! Deja que te ayude.

Qué vergüenza. Ni pensarlo voy a dejar que vea mi actual estado un segundo más. Corre tras de mí, pero alguien lo frena. Clare. Sus manos se apoyan en su pecho distraídamente. Los dos se escapan de mi campo de visión, mayormente porque ahora mi campo de visión son tacones, mocasines y el frío suelo.

Me arde el culo del impacto.

Dirijo la mirada hacia arriba, una alta figura de pelo rubio se alza ante mí. La figura con la que acabo de chocar fuertemente. Un último vistazo a mi dolorido cuerpo, una mueca de burla y se va sin un mínimo amago de ayudarme.

Menudo capullo.

Troto escaleras abajo, con el vestido casi seco, volviéndome a encontrar en el lugar donde minutos antes me dieron ganas de arrancarle la cabeza a ese chico rubio. ¡Qué maleducado!

Me elevo sobre los dedos de mis pies, estirando el cuello y buscando a Clare y Harry por toda la fiesta. Después de un rato en esta incómoda postura vuelvo a apoyar todo el peso sobre mi planta y ando alrededor del salón, esquivando y recibiendo codazos y pisotones.

Fantástico, se han ido, dejándome sola. Pero, ¿a dónde? Se me cruzan unas cuantas ideas por la cabeza, pero las elimino todas al notar el picor en mis ojos. No. Después de la ridícula lágrima del miércoles me he prometido no soltar ni una más por él.

Es una tontería llorar por algo que ya está perdido.

Salgo por las puertas acristaladas al jardín trasero, donde el nivel de gente disminuye. Echo la cabeza hacia atrás, tomando una profunda bocanada y sintiendo el frío de la noche atravesar mi piel. Debería irme. Es la décima vez que se me ocurre la misma idea, pero no la llevo a la práctica. Por Clare. Aunque ella ni notaría mi ausencia.

Paseo mis ojos por el precioso jardín, donde todos los veranos Clare y yo tomamos el sol. No me puedo creer que me ignore de esta manera. ¿Se está dando cuenta del daño que me hace? Me siento como un segundo plato, y odio esa sensación. Pero aún así trato de consolarme, confiando en que al terminar de saludar y agradecer a todos y cada uno de los invitados, se acercará a mí y dirá algo como: "¿Pensabas que me había olvidado de ti? ¡Claro que no! Dejo lo mejor para el final. Eres mi mejor amiga, una hermana." Si lo hace, yo la perdonaré y esta desagradable noche mejorará.

Algo llama mi atención, sacándome de mis pensamientos. En uno de los árboles está apoyada una encorvada sombra envuelta en humo. Se va a enterar. Me incorporo y con paso decidido me dirijo hasta ella.

Dulce May (DTHE#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora