-Yo...yo...
Rápido May. Usa ese diminuto cerebro que Dios te ha dado y sal de esta. No puedes caer en tu propia trampa tan estrepitosamente.
-¿Tú?... -Harry casi no puede aguantar su diversión, incluso si lo miras bien sus ojos estás ligeramente vidriosos. ¿Está llorando de la risa? Es aún más embarazoso.
-Lo llevaré. Llevaré a ese... sexy chico y tú estarás contenta -Señalo a Clare-. Y tú te tragarás tu risa -Señalo a Harry.
Y vaya si se la acaba de tragar. Su cara cambia rápidamente. La sonrisa desaparece de forma brusca y sus ojos dejan de brillar, apagándose y mirándome con confusión. No se lo esperaba, y yo tampoco. ¿A quién demonios presento ahora? Sigo estando encerrada.
El teléfono está sobre la mesa, burlándose de mí. Puedo sentirlo. Yo en su lugar también lo haría. Y diría algo así como: "Eres tonta y casi no te das cuenta. Venga, descuélgame si tienes valor y llama a tu chico" y después soltaría una malévola risa, como la de las película.
Empiezo a delirar.
Un tono, otro más, tres...
Es una mala idea.
Cuatro...
Debería colgar.
Cinco...
May, cuelga. ¡Hazlo!
Seis...
-Sabía que llamarías. Todas lo hacen -Su voz suena roncamente seductora.
-Colgaré.
-Admite que no soportabas la idea de haber dejado a medias la conversación.
-Créeme si te digo que para mí había acabado.
Desde luego que esto es una mala idea. Pero cuando tus relaciones sociales se reducen a una mejor amiga, un amor prohibido, un viejo gato y una fría y calculadora tía, conocer a un chico supuestamente disponible, por muy imbécil que sea, es un rayo de luz en medio de una tormenta; una tormenta cargada de vergüenza y arrastre, pero luz al fin y al cabo. Necesito recuperar un poco de mi dignidad que dejé en la cafetería horas atrás.
-Jesse... Necesito quedar contigo para hablar...
-O lo que surja -Sugiere, interrumpiéndome. Pero como siempre, ignoro todo lo que sale de su boca.
-Es urgente.
Silencio. ¿¡Por qué se calla!? Él siempre tiene algo que decir, quedarse con la última palabra es algo que le encanta. Mi paciencia se agota.
-En tu puerta en cinco. ¿Dónde vives?
- En el número treinta y dos de Hold Street...
Antes de decir una palabra más, cuelga.
-¡Ya bajo! -grito, asomándome por el diminuto balcón.
El ruidoso e irritante claxon vuelve a inundar la desierta calle. A este paso todo el vecindario se enterará de que May Whilst ha quedado con un chico de lo más importuno.
-¿Sabes? Con una vez habría bastado, no había necesidad de fundir el claxon y gritar mi nombre -Entro en su coche y cierro la puerta del copiloto de un fuerte portazo-. No sé en tu barrio, pero en el mío la gente duerme la siesta a las cuatro de la tarde.
-¡No seas amargada, May! No ha sido para tanto.
-Claro que no... -Mi ceño se frunce ligeramente, lo hace siempre que algo me disgusta, y miro por la ventana sin decir nada más.
La vieja camioneta de Jesse huele a muy usada y a ambientador de pino. Los asientos están desgastados y la pintura roja del exterior necesita un retoque. Pero es realmente cómoda, de esa comodidad que te proporciona algo familiar. La calidez me llena y me reconforta un poco, quitándole incomodidad al momento, pero no toda. Estoy montada en el coche de un desconocido que hace unas noches me habría abofeteado si no se hubiese medio controlado, el riesgo es grande. Por suerte no llevo puesto el cinturón de seguridad, lo que me da más movilidad a la hora de escapar.
-Ponte el cinturón -Genial-. Esto es Newside, aquí multan si no lo llevas.
-Ya lo sé -Refunfuño a la vez que deslizo el maldito cinturón por mi cuerpo.
Miro a Jesse. Lleva una ligera camiseta de algodón blanca y unos vaqueros gastados, de esos que siempre nos acompañan cuando no queremos calentarnos la cabeza al elegir conjunto. A él le sientan realmente bien. Su pelo rubio esta alborotado, pero en el buen sentido, otra cosa que a él le sienta bien. Sus fuertes brazos agarran el volante con determinación, sus cálidos ojos marrones no se despegan de la carretera.
Bueno, desde luego el criterio "sexy" lo rellena completamente, no hay dudas.
-Deja de comerme con la mirada. Me distraes.
El calor sube a mi cara, y desvío mis ojos hacia la ventana, observando el paisaje, que ha pasado de ser la estrecha calle de mi barrio al las principales de la ciudad.
-No dices nada...Diablos, era cierto que me comías.
-Cállate -susurro.
El coche frena y aparca a un lado de la amplia calle. Estamos en Main Street, la cual está separada por el Wide, un río que la atraviesa y se pierde por el horizonte. Paseamos por una de sus orillas, donde varios locales ya empiezan a abrir sus puertas.
-¿Estas de coña? -Pregunto al observarlo parar y sentarse en una de las mesas exteriores de una cafetería. Pero no cualquier cafetería, la llamada "Temptation". La cafetería de mi tía.
-Claro que no. Esta cafetería es preciosa, pensé que te gustaría.
Que tonta, Jesse no lo sabe. Cambio mi molesta cara por una amable sonrisa.
-Claro que me gusta. Tanto que trabajo aquí todos los días por la mañana.
-¿En serio?
-Es la cafetería de mi tía, tengo enchufe. Pero si vienes en mi turno, no me pidas que te lleve un café.
A mi mente acude la imagen del desastre de cafeína derramándose por los pantalones de Harry y mi vergüenza de esta mañana cuando fui descubierta. Estoy aquí por una razón muy importante y no puedo desaprovechar la oportunidad. No ahora que me he tragado mi orgullo y le he pedido quedar a Jesse.
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Dulce May (DTHE#1)
Chick-LitNunca unos ojos verdes han acarreado tantos problemas. Nunca un par de miradas tantas mentiras. Y mucho menos un accidente de café tanto dolor. Pero cuando May encuentra a Harry todo cambia. La vida le ha dado la espalda tantas veces... Ya no hay e...