Tercera Parte : XIX

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Capítulo 19

Buenos Aires, Argentina. 22 de diciembre de 2018.

Cambios, unos radicales, otros necesarios. Aún cuando nunca entenderemos porque la vida está en constante cambios, nosotros nos unimos a ella. No somos lo que éramos cuando éramos unos niños, tampoco los jóvenes inmaduros que siempre creyeron tener la razón, ya no conformamos con los mismos círculos, mismos gustos y vestimentas. Incluso nuestro cuerpo está en constante cambio.

Y yo estaba en lo más importante de mi vida. El reconstruirme.

Y no diré que ha sido lo más sencillo en mi vida, porque no. Cuesta despejarse de todo lo que has conocido, incluso de separarse de las personas que amas. Pero yo estoy decidido a pasar tiempo con la persona que he descuidado, conmigo mismo.

Porque ya no recuerdo lo que era ser un niño con ilusiones, porque ellas ya fueron cumplidas, tampoco recuerdo lo que era estar sólo por un momento sin la necesidad de recurrir a una botella o a una persona. No, porque tenía que ser egoísta una vez en mi vida y buscar mi bienestar.

No digo que no duela la pérdida, porque sigue incluso en mi corazón. La recuerdo a ella, los momentos juntos y todo el dolor que su pérdida me dio, incluso tengo que vivir con sus recuerdos. Pero no con la culpa.

Que hoy en día es la carga que aún llevo en mis hombros.

¿Cuántas veces no me lo he replanteado y creando diferentes escenarios para no llevarme a esa misma noche, cuando ella partió? No puedo imaginarlos porque eso son productos de mi imaginación. No hay nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo. No podía evitar ese auto, no podía evitar lo que estaba pasando a mi alrededor, a menos que ella se subiera a ese auto. Ella quería estar conmigo, como yo hubiese estado con ella en una situación igual, pero sigue la culpa. Y me atormenta en las noches, en el día, incluso cuando sólo quiero despejar mi mente. Pero el proceso es lento y doloroso y hace falta más que unos días, charlas de autoayuda para cambiar aquello. Tenía que aprender a lidiar.

No hay día, desde mi regreso, que no salga a recorrer las calles del barrio La Boca. Recuerdo siempre los olores de las calles pintorescas, rodeada de colores alegres, niños jugando con un balón, incluso parejas bailando el tango o recorrer la calle colorida.

Siempre llevaba mi guitarra, me hincaba a un lado y tocaba. Había gente que dejaba un poco de dinero. Me divertía y me gustaba. Porque no era Devon, el famoso futbolista, mujeriego, ególatra, rompe corazon. No era el asesino, no era nadie ni lo que las demás personas podían decir de mí. No, era alguien más, alguien nulo que muchos verán una vez más en su vida. Ocultaba bien mi rostro, además dejé crecer mi barba y usaba ropa simple, como unos jeans, una camisa blanca y un sombrero que cubría mi identidad, o la que creo que tengo.

El sol, el día casi nublado, hacía que apreciara cada día aquí. Me relajaba.

Había días incluso que me iba a jugar futbol descalzo con niños por aquí, y otros caminaba por mi viejo barrio.

Era terapia, así la sentía yo. Volver a mis raíces, buscar lo que me gusta y lo que no, dejando el pasado y lo que me ha afectado.

Cada día escribía una carta, algunas veces recordando lo que tenía que olvidar.

Como mi primer corazón roto, como el abandono de mi madre, también el más reciente y el que estaba tratando de reponer.

Pero en la noche todo volvía igual, la recordaba y lloraba en silencio.

Samantha.

Su nombre retumbaba mi cabeza, muchas veces y dolía pero me repetía constantemente: la hiciste feliz.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora