XXXII parte II

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Salzburgo, Austria. 9 de Julio, 2019.

Se puede decir que esta es una de mis ciudades favoritas, ir a recorrer la ciudad con sus calles mágicas llenas de vida. Sus paisajes eran espectaculares, desde los palacios, hasta los parques donde la pequeña Shami jugaba con Less y conmigo hasta que sus energías se acabaron. Era precioso apreciar los amaneceres y atardeceres, porque cada día eran únicos y con colores tan diferentes. Luego, dar paseos en barco por el río Salzach y apreciar las pequeñas cosas que esta ciudad nos podía ofrecer.

Esta ciudad nos recibió con juegos, lugares espectaculares para pasar el tiempo en familia y una calidez del ambiente que desea hacerte quedar... un día más. Era como... magia. O eso decía mi pequeña amiga.

Un día, el administrador de la casa que habíamos alquilado, nos recomendó ir a la Confitería Fürst, donde elaboraba de forma artesanal las mozartkugeln, que eran conocidos por ser un dulce tradicional de la ciudad, era tan delicioso porque era mazapán con pistacho y nougat. Less incluso dijo que ni de broma prepararía sándwiches con dicho ingrediente

Y no les mentiré, porque lo pensé. Pero eran como pequeños chocolates que sin duda, los daría después de preparar mis deliciosos sándwiches a la chimichurri sin chimichurri porque esa cosa es fea pero me gusta como suena.

Ya para el tercer día de nuestra estadía en este lugar, estaba nervioso. Tenía una sorpresa para ambas.

Pues hace poco Evane dio un paso que ella misma se propuso a dar, sin que yo la presionara. Pude ver su cambio, porque era mi Less relajada sin preocupaciones o una sombra que la perseguía.

Y ahora era mi turno, mi turno para dar un gran paso.

—Te veo nervioso Devon. ¿Has hecho algo malo? Porque no deja de sudarte las manos y pareciera que hiciste una travesura —dijo mi pequeña amiga viéndome fijamente mientras bebía de su refresco y me miraba como si fuera el culpable de un crimen.

—¿Yo? ¡Jamás! —me defendí y sonreí nervioso.

—Yo creo que dejaste los calzoncillos tirados por ahí y mi mamá los verá y se va a enojar —enarcó una ceja y yo reí dentro de mi cabeza. Esa niña y sus acusaciones.

Aunque pensándolo bien... no los recogí, y si regresamos a la habitación, y mi novia los encuentra, estoy frito.

Nota mental: guardarlos antes que los vea.

—No pequeña, no es nada malo —le guiñé un ojo y entonces, mi novia regresó del baño y me abrazó por detrás para besar mi mejilla.

—Estaba hablando con la mesera y me dijo que había un teatro de marionetas que seguro, nos gustará; y que a unas horas de aquí hay un carrusel para que pasemos la tarde. ¿Les gusta la idea? —la pequeña aplaudió feliz y yo me sentí emocionado, contagiado por los ánimos de ambas. Aunque...

—Pues me encantaría, aunque tengo algo que decirte... —reí nerviosamente y le sonreí mostrando todos mis dientes. Less me miró curiosa mientras se sentaba en mis piernas.

—¡No recogió sus calzoncillos! —gritó Noah y yo la miré de forma acusadora. Me había traicionado, mi bichito me traicionó.

—¡Shami! —le recriminé—. No... eso no es lo que oculto.

—¡Pero ocultas algo!

—No... pero sí, digo... ugh —gruñí y mi novia rió a carcajadas mientras besaba mis labios —. Lo que trató de decir es que les tengo una sorpresa.

—¿De tus calzoncillos? —preguntaron ambas y yo rodé los ojos. ¿Cuándo iba a poder hablar sin que me interrumpieran? Mujeres tenían que ser. Me volverán loco un día de estos.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora