XXIII

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Capítulo 23

Buenos Aires, Argentina. 17 de marzo, 2019

Mala señal, tu conexión ha sido interferida. Pero después de exactamente quince minutos. Por fin pude ver con claridad la imagen de mi familia.

—Te juro que si no contestas mis mensajes te partiré la cara, te lo prometo. Te amo pero duele cuando te alejas de nosotros —sonreí con cariño al ver la preocupación de mi hermana y le mandé un beso.

La extraño y me aguanto las lágrimas. Sólo quisiera ir a donde está ella, fundirme en un abrazo y quedarme un largo tiempo. Pero aún me falta mucho. Sé que tengo mis cimientos bien puestos que ni un terremoto logrará derribar, estoy empezando a tomar altura, pero aún no tengo el techo para refugiarme de mi mismo. Y si lo hubiera, habrán goteras que necesito reparar.

—Pronto los iré a visitar, lo prometo.

—¿Te sientes listo? —negué.

—Pero tengo la certeza que alejándose, no los estoy protegiendo más —mi mamá sonrió con ternura y mandó dos besos.

—¿Está todo bien cariño? —asentí ante la pregunta de mi madre.

—Me he encontrado a Alessandra de nuevo —sonreí abiertamente y escuché un chillido de mi hermana.

—¿La niña que me regaló a Mini Boo? —asentí recordando esa muñeca que Alessandra le había regalado a mi hermana cuando ella era una bebé, que era la favorita de Victoria. Solía llevarla a todos lados y hasta el día de hoy, la tiene.

—Ella misma... —mi mamá me lanzó una mirada que supe descifrar al instante y me encogí de hombros—. Y está guapa, respondiendo a tu pregunta mamá, solo es una amiga.

Less era más que eso, pero no sabría decir exactamente qué. Todo cambió hace una semana, nada era igual. Y se podía ver en la forma que nos mirábamos, cuando éramos cómplices de sonrisas y sonrojos bobos cuando conectamos en algo y desvelamos miedos.

Como su miedo por estar a solas y yo por volverme a enamorar.

—¿Crees que estás listo para volver del todo? —niego.

—Una parte de mí insiste en que debo quedarme aquí, que pertenezco a este lugar. Sé que pronto me llegará una lección de vida. Aún tengo altibajos... necesito más tiempo.

—Estamos orgullosos y sin duda estamos esperando el regreso del Gran Devon Acosta —reí cuando citó exactamente el título de un artículo que recientemente acaba de salir.

Aunque siento el regreso tan lejano. Me gusta mi burbuja, me gusta sentirme libre de sentir, libre de hacer.

—Han pasado cien días exactamente— apunté y mi hermana hizo un tierno puchero.

—¿La extrañas? —miré a mi costado para encontrarme la foto de Sam que me acompaña en mi corazón.

—Cada día Victoria, pero no me quedaré esperándola. Porque ella no volverá —susurré con la voz quebrantada—. Si estoy aquí aún respirando es por un motivo y no lo voy a desaprovechar. Cada vez se siente mejor respirar, sin sentir una opresión de culpa en el pecho.

Oí aplausos, los que me dedicaba mi familia y el que me di a mí mismo.

"Día 100

En la vida habrán tropezones, unos más fuertes que otros. Pero eso no prohíbe que nos volvamos a levantar. Puede ser fácil tirar la toalla, pero es de valientes ponerse de rodillas y ver tu horizonte para poder continuar.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora