XXIX

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IMPORTANTE: LEER LA NOTA DE AUTORA ES DE VITAL IMPORTANCIA

Capítulo 29.

No se puede poner en palabras el proceso de enamoramiento. Muchas veces viene tan fugaz como una revelación, y sin darte cuenta, estás con las manos amarradas por algo llamado amor. Y otras, es casi inmediato, pero solo con el tiempo, se abren los ojos hacia el afecto que se tiene a la persona, y poco a poco, se vuelve un complemento.

Alessandra nunca pensó que fuera tan fácil levantarse, tampoco imaginó que vendría una persona que la amara tal y como es, que buscará cada día su felicidad; y ella, sobre todo, abrir su corazón a una oportunidad para amar con todo su ser.

Fueron citas al cine, pláticas hasta media noche y risas imprevistas, que fortalecieron la relación de Alessandra y Aarón, su compañero en la estación de policía. Tenían misiones juntas, patrullaban la ciudad por horas y se quedaban hasta horas de la madrugada en la comisaría por papeleo.

Enamorarse no es una decisión, es un contratiempo que te lleva a experimentar lo más grandioso de la vida, y si se toma el rumbo equivocado, una lección que conlleva un corazón roto.

Años saliendo y robándose besos, compartiendo más que palabras y simples sentimientos. Fue un día de valentía que Aarón se arrodilló y pidió la mano de Alessandra, junto con todos sus amigos y familiares. Alessandra se sentía completa, llena y con el compañero por el resto de su vida.

Pero entonces él fue asignado a trabajo de campo, y las noches de desvelo eran aún más frecuentes, pero eso nunca los separó. Su relación era sólida como una roca; refrescante como el mar; y llena de vida como la pradera en primavera. Dormía angustiada, anhelando su regreso, y cuando él volvía a casa, lo abrazaba y no lo soltaba. Lo amaba, no deseaba perderlo.

Matías era el mejor amigo de Aaron, llegaba siempre a las fiestas familiares y también a los domingos de barbacoa y trataba a Alessandra casi como una hermana. Incluso era el jefe de ambos, su superior. A veces Alessandra se tenía que quedar aún más noche y Matías le hacía compañía cuando Aaron no podía.

El trabajo era duro para una mujer en la comisaría, Alessandra, al ser la única mujer con un rango superior en esa provincia, generaba envidia y odio. La gente no la tomaba en serio, tenía que trabajar el doble para demostrar su valor y valentía, incluso que otros policías varones no la tomaban en serio o la veían como una cara bonita.

Lo que no contaba era que su mayor enemigo estaba vigilándola por las sombras, tendiéndole una mano amiga y mostrando su mejor perfil.

Ella transmitía seguridad y confianza; incluso fortaleza y astucia para cada situación. Era inteligente y divertida, se podría decir que muchos envidiaban a Aaron, incluso su mejor amigo.

Pero todo se fue a la misma mierda un jueves por la tarde, cuando Alessandra estaba más que estresada porque con Aarón habían intentado mil veces ser padres y nada resultaba, generando conflicto entre ellos y tensión. Ella se sentía culpable, no podía ser madre, tenía problemas de infertilidad. Por "suerte" estaban los brazos de Matías para consolarlos a ambos, y darles palabras de ánimo. Fue esa misma noche en que ella lloró, confesándole a Matías su mayor anhelo de darle un hijo al hombre que ama; mojando su camisa y pidiéndole consejos. Por un momento no se sintió lo suficiente mujer porque no podía ser mamá y rápido quitó su pensamiento. Ser mujer no la capacidad de procrear, era estúpido de solo pensarlo, su valor estaba en ella, en su interior y en su corazón.

Pero fue un error confiar, el monstruo que se oculta bajo tu cama aparece cuando das el primer paso en la baldosa fría; las pesadillas salen a la luz en tus momentos de debilidad, no en tu fortaleza. Y Alessandra, en ese preciso instante, estaba vulnerable, tras dos abortos espontáneos; y desolada.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora