XXI

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Capítulo 21.

"Un reencuentro después del último hasta pronto, que por mucho tiempo se creyó un adiós para siempre. Quisiera decir tantas cosas y se me atoran en la garganta"

Fue un momento de silencio, nadie era capaz de hablar. Sólo esas miradas y sonrisas tontas. Yo quería hablar pero se me iban las palabras.

No sé lo que me está pasando, sinceramente.

Todo iba bien, pero las palabras de aquella carta se repetían en mi mente, confundiéndose un poco. Pero la miraba a ella y me recorría una sensación de tranquilidad. Como cuando mi madre nos abandonó y ella fue la primera en abrazarme y susurrarme que todo estaría bien. Que no hay bien que por mal no venga.

—Yo —dijimos ambos al mismo tiempo y después de vernos por unos segundos, reímos y ella extendió sus brazos para darme un abrazo.

Paralizado, inmovilizado, llámalo como quieras. Yo no supe reaccionar y la envolví en mis brazos. No podía creer que el tiempo avanzara. Ella y yo no éramos los mismos chiquillos del kínder, menos de la secundaria.

Yo no era el mismo Devon que ella conoció, soy diferente por cada montaña que he escalado. Durante su proceso resbalé, naufragué y casi me asfixiaba al llegar a la cima; pero no todo en el camino estaba perdido, podía presumir de sus vistas, por más cortas que las aprecié, un segundo... dos. Eran mis momentos que atesoro. Ahora vuelvo más fuerte, consciente del camino y dejando el equipaje que tanto me hacía retroceder. Aún tengo conmigo cargas, pero las soltaré.

¿En este punto de mi vida? Estoy a punto de llegar, aún cuando no mire el final. Pero estoy seguro que llegaré.

Dejé de divagar por mi mente y traté de enfocarme en ella, en sus ojos, en sus pecas, en su pelo... en su cambio. Pero específicamente en su olor. Olía a coco o tal vez un olor tropical, refrescante y exquisito.

La última vez que la vi, le hice prometerme que no volvería a cambiar y se amaría como ella era. Porque Alessandra nunca desapareció en mis memorias. Allí estaba ella, su imagen me perseguía y la recuerdo hermosa. Ella fue y es hermosa. Siempre me lamenté nunca buscarla y creo que es mi mala maña de huir sin ver atrás.

—Ha pasado ya un tiempo —dije por fin y ella asintió, separándose lentamente y mirando sus manos.

—¿Sería extraño si te dijera que cuando supe de ti, fui tu fan número uno? —yo reí—. Te prometo que cuando te vi en la televisión, no pude estar más orgullosa de ti. Tú habías logrado tus sueños y sólo pude gritar que te conocía en el restaurante.

Era irónico porque logré mis sueños, pero encontré mis mayores tropiezos. No me arrepiento de nada, al final, como hubiera dicho yo de joven. Eran las lecciones que trazaban mi vida. Buenas o malas, pero este soy yo. Formado de buenas y malas decisiones durante las lecciones. ¿Dolieron? Hasta el mismo infierno, pero estaba aquí... en mi última oportunidad.

Pero alejé cualquier pensamiento, sólo podía concentrarme en la emoción de su voz, sólo me hizo pensar en ella. En cómo fue su trayecto durante el lapso que nos separamos y fue ahí cuando me fijé en su mano izquierda. Oh, está casada.

—Bueno creo que entonces sabes todo de mí y yo... no sé nada de ti. ¿Qué tal te ha tratado la vida? —ella se encogió de hombros.

—Yo...

—Mami mami... ¿Invitamos a mi amigo Rodrigo a comer? —una dulce y hermosa voz nos interrumpió y se subió a mis piernas, mirando a su mamá con súplica y zarandeándome con la camisa.

Claro está que esta pequeña ha jugado mucho tiempo y huele todavía a fresas y yo... yo huelo a lo que tenga que oler.

—Bueno... no sabemos si él ya tiene planes —entonces dos miradas profundas se posaron en mí, yo sólo levanté las manos en señal de rendición. La pequeña hizo un puchero tan tierno que era imposible decirle que no. No estaba del cien por ciento de ánimo, pero no podía quitar este rayito de luz, no puedo apartarlo porque me hace ver que ya estoy en la salida... o eso espero.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora