XII

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Capítulo 12.

"Una caida sin freno, mentiras que son tan fácil de creer cuando estás en tu punto más ciego y profundo. El corazón lastima y la mente se endurece".

Madrid, España. 8 de octubre de 2017.

—Tienes la suerte del millón Daniel —palmeó la espalda de mi mejor amigo, que a través de un cristal observaba a su recién nacido hijo. Llevaba puesto un traje de hospital y tenía lágrimas en los ojos.

Yo casi lloré cuando supe que le había puesto mi nombre, también le oré a Dios por las próximas jaquecas que tendría. Porque yo dejaría mi legado en esa cosita arrugada, sería mi otro ahijado favorito.

—No fue fácil —susurró—. Aún recuerdo cuando casi pierdo todo y me perdí—se giró para verme y se detuvo a verme por unos segundos—. ¿Sabes Devon? Aun cuando te callas esas palabras, sé perfectamente que deseas un amor verdadero y también ser padre, se nota en tu mirada. Lo deseas.

Traté de reprocharle, tan siquiera decirle una mentira; pero no me atrevía, no a él, pueda que ante las cámaras, pero a los únicos que nunca me han defraudado, jamás podría mentirles.

Sí quiero una familia, una enorme, con una esposa que me ame y yo amarla. Quiero cocinar en las mañanas para la gente que ame y en las noches, abrazarla. Quiero amor, lo deseo y él parece rehuir de mí.

—No sé qué hago mal —susurro—. Me entregué a ella y de nuevo me fallaron —coloqué mi mano en el cristal y le sonreí al pequeño guapetón que dormía envuelto en una sábana azul—. Ella sólo me dejó, se acostó conmigo y ahora se va a casar, que estaba enamorada de mí pero no podía estar a mi lado. Mierda, duele más cuando lo digo en voz alta porque no tiene sentido. Se entregó a mi por completo, o fue el mejor teatro de su vida o no estoy viendo algo—traté de no llorar, no quería derrumbarme con muchas personas a mi alrededor, más cuando hay una linda enfermera observando y no desaprovecharé mi oportunidad, estoy soltero, estoy sólo. ¿Por qué no desahogarse? Después de todo, por más intentos que uno hace por cambiar, la gente ni lo nota y sigue pensando lo mismo de ti. Le es más fácil pensar lo peor y actuar de esa forma, así ya no son solo mentiras.

—Al diablo con todo. ¿Vale? Tú eres mi mejor amigo y sé quién eres, esa maldita perra no puede decirte lo contrario, no te merece. Vales mucho más, tienes una familia a quien le importas y desgraciadamente a mí también—reí con un poco de gracia pero tenía el semblante caído, no me gustaba sentirme así, vulnerable y sensible. Me miró directamente a los ojos y sujetó sus manos en mi cabeza—. Tengo a un mejor amigo siendo extorsionado en su mente y a otro en su corazón. Deben darme un respiro. Son como mis hermanos, mis almas gemelas y me duele ver que estén mal. Te amo.

—A veces odio que seas tan buen esposo, tan buen padre y mejor amigo. Te odio. Te amo cabrón—él me sonrió un poco y le devolví el gesto.

—Devon, no te quiero ver de nuevo deprimido por una mujer. No busques el amor, él te encontrará, lo prometo. Y cuando lo encuentre, serás un idiota con una sonrisa que conquistará el mundo. Te juro que mereces un gran amor, porque tú me has dado un gran amor y eres un grandioso amigo, hermano, hijo y sobre todo, un amante empedernido con la vida y la vida te devolverá el favor. Traes alegría Devon, no lo olvides.

—Yo ya he conquistado el mundo querido Daniel, perdón por corregirte —le guiñé el ojo y miré coquetamente a la enfermera. Oí exclamar algo a Daniel en catalán pero se lo dejé pasar, acaba de salir de estar embarazado, es normal que tenga las hormonas a tope.

—Ese es el Devon que me gusta ver. Anda, sé que quieres cargar a Mateo —me sonrojé un poco. Mentiría si dijera que los niños no son mi ilusión más grande, amo a los niños y a mis niños, no los quiero ver crecer.

Hermosa Pertinencia (Beautiful Last Chance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora