Capitulo 13.

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trece

La cercanía entre nuestros cuerpos era abrumadora, al igual que el cambio en el ambiente a nuestro alrededor. Él estaba tan cerca, por Dios, que hacía difícil resistir la tentación.

Sus ojos como proyectiles clavados en los míos sin posibilidad de abandonarlos. No había detenido sus movimientos circulares sobre mi mejilla. Su tacto estaba produciendo una inexplicable sensación de electricidad  hacia todo mi cuerpo.

Por más que buscaba jamás lograba hallar las palabras exactas para explicar las emociones que éste hombre causaba en mí. Era como magnético y cautivador. Era el primer hombre que me ejercía este tipo de sensaciones.

Mi corazón desenfrenado latía con fuerza en mi pecho al punto de llevarme a creer que saldría disparado en cualquier momento. Mis ojos cargados de lágrimas no cedían a la tarea de obsérvalo en el que habían estado sumergidos hacía rato. El silencio era nuestro único compañero en ese momento.

—¿Me vas a besar? —pregunté.

Si decía que no, podría morir allí mismo de la humillación, si decía que sí, sabía que no lograría contenerme y me dejaría llevar como la última vez absteniéndome a las consecuencias que luego me traería.

—Creo que sí —murmuró con voz ronca.

Me estaba sintiendo igual que la vez anterior, donde había mandado todo al demonio en un momento de debilidad y luego había llorado días seguidos lamentándome por no haber tomado una decisión sana y correcta.

Pero era lo que Harry Styles provocaba, eran efectos secundarios de él ¿existiría cura para aquello? Plantearme esa pregunta en mi cabeza era estúpido para ese momento. No tenía que pensar, tenía que dejarme llevar pero dejarse llevar casi nunca viene acompañado de buenas consecuencias.

Tenía que importarme su prometida, tenía que importarme el hecho de que él pertenecía a otra mujer y que con todo aquello me estaba haciendo daño a mí misma. Tenía que pensar un poco más por mí y en el daño que Harry estaba infligiéndome consciente o inconscientemente.

No pude pensar  nada coherente, mejor dicho no pude pensar nada más cuando su rostro se acercó lentamente al mío. Esto era prohibido pero tentador, era malo pero me encantaba.

Su boca tocó la mía con dulzura, sin precipitación alguna. Mis manos viajaron a sus mejillas sintiendo su suave piel. Sus labios se movieron con un poco más de rapidez y necesitad, mantenido junto a los míos un ritmo constante y adictivo. Me quería golpear internamente por haber deseado antes olvidar cómo sabían sus besos y cómo me hacían sentir. Eran adictivos.

Recorrí su pecho con mi mano empuñando su camisa para acercarlo a mí. No tenía manera de alejarme, si no lo iba a hacer él mucho menos lograría hacerlo yo. Sus manos aprisionaron mi cadera. Mi pecho contra el suyo ascendía y descendía en respiraciones irregulares mientras nuestros labios no parecían tener ganas de detener sus movimientos.

¿Hasta qué punto llegaríamos? ¿Sería simplemente capaz de entregarme a la pasión dejando a un lado las posibles consecuencias? ¿Él sería capaz de mandar todo al demonio por mí?

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