Capítulo 24.

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—Styles Enterprises ha estado teniendo un par de deslices, algo que está volviendo loco a Harry, porque claramente no tiene idea de como manejarlo—me explicó Jane con un tono de voz sutil mientras recorríamos el bufete que se localizaba al centro de San Diego.

 

La edificación era un tanto más pequeña que la sede en Nueva York, pero igual de ‘acogedora’

 

—Tiene veintidós años, es entendible—murmuré.

 

Jane asintió y procedió a pasarme un par de carpetas. Harry estaba en una reunión junto con su padre, y llevaban encerrados en esa oficina más de dos horas. Mientras, Jane y yo, nos habíamos encargado de leer y redactar varios casos de clientes. Aún no trabajaba con clientes fijos, pero tenía el presentimiento de que pronto me llegaría el momento.

 

—Ve haciéndote a la idea de que tal vez, y digo solo tal vez, seas trasladada para trabajar aqui en California—susurró.

 

Revolvió un par de cajones para entregarme más papeles y carpetas. Luego, antes de que pudiera responder a aquello, me indicó una oficina donde podría trabajar con tranquilidad y confort.

 

—Gracias.

 

—Te llamaré para almorzar—indicó antes de que me encerrara en la oficina.

 

Tomé asiento tras el amplio escritorio y me organice. Solté un largo suspiro.

 

No me imaginaba trabajando en California, es decir me encantaría, pero me costaba imaginarme. Bastante grande y costoso había sido el cambio de San Francisco a Nueva York así que aun no podía verme en otro lugar. Sin embargo la idea era agradable, y todo fuera por el crecimiento de mi carrera como abogada.

 

No obstante no creía estar lista para trasladarme, me quedaban muchas maneras de desempeñarme, y cosas por hacer. Decidí dejar pensar tanto porque tenía mucho trabajo en el que concentrarme, a parte, luego tendría tiempo para divagar.

 

Así me mantuve, concentrada en lo que hacía, hasta una hora y media después donde mi móvil  comenzó a vibrar fuertemente sobre la tabla del escritorio. Miré la pantalla, que me indicaba que tenía un mensaje de Natalie obligandome-prácticamente-a que la llamara en cuanto estuviera en el hotel.

 

La puerta de la oficina se abrió y Jane asomó la cabeza.

 

—Hora del break, cariño.

Sonreí y guardé el móvil en mi cartera. Dejando el mensaje sin respuesta.

 

Tomamos el ascensor y Jane me escoltó hasta el pequeño lobby. Harry, en compañía de su padre, se encontraba allí. Parecía bastante sumido en la conversación ya que apenas notó nuestra presencia en el lugar. Aparte de eso, las facciones en su rostro demostraban que algo en esa conversación andaba mal.

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