Capítulo 35.

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 “Di algo, estoy renunciando a ti. Voy a ser la indicada, si quieres que lo sea. A cualquier parte te hubiera seguido…di algo, estoy renunciando a ti.  Y yo…me siento tan insignificante, todo estaba en mi cabeza, no sabía nada en absoluto. Y yo…me tragué mi orgullo, eres el único al que amo y te estoy diciendo adiós”

De alguna forma acabé en el asiento del copiloto, dentro del coche de Harry. Dijo algo acerca de que no era seguro que caminara sola estando afuera tan oscuro, y menos aun sabiendo que mi apartamento se ubicaba tantas cuadras al centro de la ciudad.

Trate de ceder, obviamente, pero insistió tanto que acabó por convencerme. No estaba mentalmente lista para embarcarme en otra absurda discusión.

Así que, para ese entonces, él manejaba rumbo al centro de la ciudad bajo un silencio sepulcral. Ninguno de los dos dijo alguna palabra. Ni siquiera la radio estaba sonando; sin embargo eso estaba bien para mí.

Mi mirada estaba puesta en la ventanilla, observando el exterior. Mis ojos seguían a los comercios, y a las personas que íbamos pasando a una velocidad moderada.

Entre tantos pensamientos que daban vuelta dentro de mi cabeza uno de ellos destacó. Me di cuenta que las palabras de Harry comenzaban a perder su credibilidad. No podía creerle si decía que me quería, y lo único que hacía era lastimarme. No podía creerle si decía que lo que más deseaba en el mundo era estar solo conmigo pero, sin embargo, no hacía nada para que eso sucediera.

Cuando me percaté, el coche estaba aparcado en la calle. Frente a nosotros se ubicaba mi edificio. Me quité el cinturón de seguridad y me voltee sobre el asiento para enfrentar a Harry.

—Gracias—murmuré—por traerme—agregué, solo para ser claros.

—Siempre que lo necesites—me observó y esbozó una pequeña sonrisa.

El brillo en su mirada se había apagado transitoriamente, y supuse que yo debía de encontrarme igual, o peor. Me pregunté internamente si me veía como me sentía porque, de ser así, estaba acabada entonces.

Mordí mi labio cuando se me formó un nudo en la garganta. No acoté más nada.

Antes de poder salir Harry me retuvo desde la muñeca, con delicadeza ¿Por qué se había agarrado la manía de hacer eso? Lo miré con curiosidad.

—Sam yo-

—Hoy no, Harry—Lo interrumpí. Suspiré—hoy no.

Me apresuré a bajar y cerrar la puerta detrás de mí. No me tome el tiempo de mirar hacia atrás, simplemente corrí hasta la entrada. El portero me sonrió y abrió la puerta para mí. No tenía las fuerzas ni para devolver una sonrisa, era triste.

El apartamento estaba con las luces apagadas y sin Natalie. Probablemente le tocaba trabajar hasta tarde en la cafetería o había salido con Connor o quién sabe. Me quité el abrigo y lo colgué en el perchero. El invierno estaba cada vez más cerca. El año había pasado muy rápido,  y no daba crédito.

Tomé un baño caliente y me mantuve bajo la ducha hasta que se acabó el agua del calefón. Para la cena no me esforcé demasiado; cociné unos fideos que encontré en la alacena, y me senté en el living para acompañar el plato con un maratón de Gossip Girl—donde la vida de los personajes era tan trágica como la mía.  

Entre capítulo tuve que levantarme a buscar una manta y mientras me arrastraba junto a ella de regreso al living la puerta se abrió y Natalie ingresó. Sus mejillas estaban sonrojadas del fresco en el exterior y un gorro de lana cubría su cabeza, haciéndola ver adorable.

Me reí.

—Cada vez hace más frio

—Samantha—exclamó sobresaltándose, sorprendida de verme. Le sonreí abiertamente—creí que estarías dormida.

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