Capítulo 27.

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Prácticamente me ahogué al escuchar su voz. Sin duda Darren había escogido el peor momento para llamarme. Ahora me veía en la obligación de ingeniármelas para hacer de la llamada algo rápido, y lo menos incómodo posible.

—Darren—murmuré llevando un mechón de mi cabello hacia atrás de mi oreja. Harry se apartó inmediatamente y me miró frunciendo el ceño.

De mis labios se escapó un suspiro.

—Sorprendida, ¿cierto?—rió él al otro lado de la línea.

Harry se puso a caminar de un lado al otro de la habitación, con las manos en sus bolsillos. De vez en cuando alzaba la vista para observarme, y lo acompañaba con un ceño fruncido. Murmuró algo por lo bajo que no logré descifrar.

Mentía si decía que su comportamiento no lo hacía lucir...molesto.

—Como no tienes idea—respondí, finalmente. Llevé los dedos a mi boca y comencé a morderme las uñas, impaciente.

¿Qué quería?

—Espero no haberte atrapado en un mal momento. Solo quería saber cómo te encontrabas y cómo marchaba todo en San Diego—me senté nuevamente en mi silla reclinable, de tras del escritorio, y recosté mi espalda. Harry había detenido su movimiento, y había acabado por mantenerse en silencio, con la vista fija en el centro de la ciudad (que se proyectaba a través del vidrio del ventanal) —traté de localizar a Harry, pero no contesta el teléfono, supuse que debe de estar muy ocupado con los negocios.

“no tienes ni idea” pensé.

—S-Si, él está realmente ocupado—mis ojos se movieron en dirección a Harry, al momento justo para hacer contacto visual. Rascó su mentón, como si estuviera pensando en algo—en verdad todos lo estamos, hay mucho trabajo que hacer, si—acoté inmediatamente de forma indirecta.

—Te extraño, Sam—soltó, como quien quiere la cosa. La situación se volvía cada vez más incómoda, y me sentía un poco mal con ello.

Darren se había portado muy bien conmigo desde el primer día en que nos conocimos. Él se había acercado cuando Harry había decidido alejarse. Y estuvo ahí en esos malos días.

Pensándolo así, me sentía una perra.

Esa era, exactamente, otra demostración de que la dulce y comprensible Samantha que una vez había existido...ya no existía más. Últimamente tenía acciones-y pensamientos-muy impropios de mi.

Darren era un amigo, ¿que de mal había en responderle bien a su llamado, y preocupación? después de todo, y hasta donde sabía, seguía siendo el mejor amigo de Harry. No había motivos por el que preocuparse, ¿verdad?

Ya ni me reconocía a mí misma, para nada

—También te extraño, Darren—traté de que las palabras sonaran más amistosas que cualquier otra cosa. Pero tan solo soltar aquello en presencia de Harry fue como soltar una bomba.

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