Capitulo 28.

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Tenía quince años la última vez que visité un salón de bolos, y había sido en compañía de mi madre.  Ahora—siete años más tarde—me encontraba de camino a uno también, solo que en circunstancias distintas. Harry sostuvo mi mano todo el tiempo que duró nuestro viaje al centro de la ciudad, que dicho sea el paso no fue demasiado. Él sí que podía ser convincente cuando se lo proponía.

Salir de la habitación de un hotel a medianoche, de la mano de mi jefe—con quien comenzaba a mantener un amorío— no era algo muy propio de la antigua Samantha. Sin embargo era algo que la Samantha moderna parecía estar, y sin problemas, dispuesta a hacer.

—Aquí estamos—habló Harry cuando estuvimos parados frente al gran local de letrero centellante donde descansaba la palabra “Bowling”.  Asentí con una sonrisa, y con cierta emoción—Gracias, Gerard—Harry se volteó para agradecer al chofer, este asintió discretamente con la cabeza—te avisaré a la vuelta.

Cuando el hombre estuvo fuera de nuestro alcance, hable:

—Gerard ha estado allí todo este tiempo, presenciando cada una de nuestras demostraciones creo que -

—Tranquila, él es de confianza—Harry me cortó antes de que pudiera acabar con mi teoría.

 Aunque odiara la palabra y el concepto que arrastraba, era cierto y tenía que admitirlo, era la amante de Harry, y sin más. Eso me volvía paranoica en todo momento y en todo lugar. Era difícil mantener todo en secreto, y tener que estar—constamente—adivinando en quien se puede confiar, y en quién no. Sabía que no era la única, pues aunque Harry no admitiera, se notaba que le costaba ser cauteloso, y estar alerta.

Cuando aceptamos la relación, y desde el primer momento, supimos que para mantenerlo debíamos ocultarnos de los ojos de las personas a nuestro alrededor—y por sobre todo—de los ojos de la prensa

Estar juntos implicaba todo eso, si, pero por él—y por eso que empezábamos a construir—valía la pena correr el riesgo.

Sentí las manos de Harry sobre mis hombros, y las pequeñas caricias que depositó. Comenzabas a transformarse en un gesto habitual, propio de él, y del cual no tenía problema alguno con acostúmbrame. Me guío dentro del local e inmediatamente mis oídos captaron el sonido de las bolas al derrumbar los bolos, y el de estos al caer. También se escucharon risas y diversas exclamaciones, todo eso acompañado de la música que se filtraba a volumen moderado por los altos parlantes.

—Hey, Harry—cuando nos acercamos a el mostrador para pedir por los zapatos correspondientes, uno de los empleados saludó a Harry con notable entusiasmo.

Este último, quitó las manos de mis hombros y devolvió el saludo de igual forma. Trate de ocultar la decepción que me trajo el hecho de no sentir más su tacto sobre mi piel. Falle épicamente en el intento.

—¿Qué hay de nuevo, Félix?— Observé a Harry sonreír abiertamente y rodear el mostrador para saludar con un abrazo—Parece que pasaron años desde la última vez, es bueno verte, amigo.

Me mantuve unos cuantos centímetros lejos, discretamente apartada, y fingí prestar atención a los juegos que se desarrollaban a mí alrededor mientras Harry se mantuvo unos minutos platicando.

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