Capítulo 17.

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Harry's pov

No se me ocurría otro lugar mejor donde estar más que allí mismo donde me encontraba, al lado de Samantha. Probablemente, era demasiado hipócrita pensar esas cosas tomando en cuenta mi compromiso con otra mujer, pero no lo podía evitar. Eso implicaba permanecer junto a Samantha, una serie de nuevas sensaciones y de pensamientos inapropiados.

Ella era como maravillosa, tenía un aura que te embobecía y enloquecía, con el pasar de las semanas finalmente lo había entendido. Estaba atraído por esa mujer, mucho más intensamente y más profundo de lo que había imaginado y deseado. Y sentir eso no me hacía una buena persona, ¿verdad? Constantemente pensaba en Kelly y en el daño que podía causarle si siquiera supiera de ese gran dilema que se estaba generando en mi cabeza y corazón. También pensaba en Samantha, en que no era acreedora de ese capricho.  

Confuso era la palabra que definía mi estado. Admitía sentirme enloquecido por Samantha, no lo podía evitar, había química y ambos lo sabíamos. Sin embargo, tenía miedo, miedo de que lo que estuviera sintiendo fuera lo mismo que me había dicho Darren: “un pánico al casamiento y al futuro”, y que arriesgara por todo a cambio de nada.

Y ese último pensamiento fue quizás el empujón que había estado necesitando para tomar una decisión,  para dar aquel paso que tal vez no me trajera las respuesta que estaba necesitando inmediatamente, pero que sin duda me evitaría el lastimar a alguien.

—Quiero pedirles un segundo de su atención, por favor —rogué, golpeando el cristal de una de las copas de champagne con un tenedor de copetín. Cuando todos hubieron guardado silencio y concentrado únicamente en mí, proseguí—: Primero que nada, agradecerles su presencia. Estos diez años significan mucho para nosotros. Es increíble el gran crecimiento diario de nuestra empresa y, por supuesto, nuestros abogados —una serie de aplausos llenaron el ambiente—. Espero que, al igual que los anteriores, este sea un gran año para todos nosotros. Me encantaría agradecer también a mi padre —busqué a mi padre con la mirada hasta encontrarlo y señalarlo con mi dedo índice. Él sonrió de oreja a oreja, extasiado—, por darme la posibilidad a mis cortos veintidós años, de estar a cargo de tan gran negocio, gracias papá —él alzó su dedo pulgar en una aprobación.

Finalmente había llegado el momento, el momento de ponerle punto final al juego que había comenzado y con el que sin saber había dañado a más de una persona. Tragué nerviosamente cuando las dudas se abrieron paso en mi cabeza. Tardé bastante en apartarlas para poder continuar.

—Quiero aprovechar la oportunidad de tenerlos a todos aquí reunidos para anunciar que, junto a Kelly, mi prometida, hemos decidido fijar fecha exacta para nuestro casamiento.

El sonido de las palmas se intensificó. La sonrisa de Kelly era irremediable y pude notar cierto brillo de alegría en su mirada que me dejó conforme con la decisión. Ella se acercó a paso decidido y no tardó en depositar uno de sus besos en mis labios.

—Gracias, mi amor —susurró sutilmente a mi oído—. Esta era la prueba que había estado necesitando. Quiero que sepas que apuesto todo por esta relación.

Sonreí ladeado y tomé su mano entrelazando nuestros dedos en cuanto un tumulto de gente se nos acercó y nos acorraló para felicitarnos. Lo cierto es que con Kelly habíamos pasado los últimos días por una serie de discusiones donde me había planteado sus inseguridades y se había abierto a mí en una forma sentimental que me había dejado de piedra. Jamás lo había hecho, no era una mujer que solía mostrar sus sentimientos diariamente. Aquello me tomó por sorpresa, concientizándome acerca de la gravedad del asunto. Ella había estado dando todo de sí para que lo nuestro funcionara y se podía decir que yo no tanto.

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