Capitulo 25.

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“¿Qué está pasando en esa hermosa mente? estoy en tu mágico misterioso viaje y estoy tan mareado, no sé que me golpeo, pero estaré bien. Tu eres mi final y mi principio, incluso cuando pierdo estoy ganando porque te doy todo de mi, y tu me das todo de ti…” —All of me (John Legend)


—Con Kelly llegamos al acuerdo mutuo de tomarnos un respiro, de todo.

Dijo él.

Mis ojos se ampliaron; aunque la sorpresa no fue tanta como la que hubiese tenido de no haber sabido aquello con anticipación. Por supuesto, Jane me lo había comentando esa misma mañana, y había estado en lo cierto.

Definitivamente Harry y Kelly se estaban tomando...lo que fuera que ellos llamaran un ‘respiro’ . Y ¿que se suponía que debía de responder a eso?, ¿un lo siento?

No. Sería demasiado hipócrita.

—Incluido el casamiento—Añadió, tras unos prolongados segundos en completo silencio.

Quitó la mano que había estado dejando descansar sobre la mía y rascó su nuca inquietamente. Podía visualizar a la perfección cuan complicado era para él hablar de Kelly; por lo que valoraba su esfuerzo. Sin embargo eso no me aclaraba las cosas. No era eso lo que yo había estado buscando saber en primer instancia.

Entrelace mis manos y las deje descansar sobre mi regazo, cuando la camarera se acercó con nuestros platos, y el vino inclusive. Sin decir nada procedió a verterlo en ambas copas, que se encontraban ya sobre la mesa. Harry estaba esperando alguna palabra, alguna emoción. Lo podía deducir por la mirada expectante que me estaba lanzando.

—¿Necesitan algo más?—la fina voz de la joven camarera quebrantó el molesto silencio.

Negué con la cabeza lentamente. Y cuando se retiró, me di cuenta que era mi momento para decir algo.

—No se que decir, Harry—me sincere—debe de ser una situación complicada para ti.

Se inclinó y tomó la copa entre sus manos, luego aireó el vino moviendo el cristal en pequeños círculos, y lo llevó a sus labios para dar un largo sorbo.

—Creeme, estoy ante una situación muy complicada. Más de lo que tu crees—suspiró.

Alce ambas cejas y asentí sin saber exactamente a lo que se refería. Baje la vista a mi plato para percatarme de que mi apetito se había evaporado como por arte de magia. Quizá al fin y al cabo aquel no había sido un buen momento para sincerarnos, quizá tendría que haber esperado a que el viaje acabara, y estuviéramos de vuelta en casa. Pero, ¿y entonces? ¿que hubiese sido de mi para ese entonces? mi cabeza y alma no podían con más idas y vueltas. No más.

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