Un demonio de fuego

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Los dorados orbes de Alibaba se clavaron en ella, no entendía el significado de aquellas palabras.

- Ademas- concluyó ella- si intervengo, la victoria no sería tuya...

Los ojos de Momo soltaban chispas al encontrarse con los de Alibaba.

- entiendo- dijo el rubio tomando como fuerza su espada.
- no deberías distraerte- dijo Entei, que golpeaba el suelo donde se hallaba Alibaba, con sus enormes trompas.
- que ser tan repugnante- dijo el demonio- ni en el peor infierno e visto, guerrero más cobarde.
- como te atreves- dijo molesto el regalo de bodas del imperio Kou, mientras lanzaba una ataque contra la pequeña figura.

Las llamas de Amon lo envolvieron rápidamente, pero el moustro con apariencia de elefante tomo alguna con sus trompas y apagó las llamas.

Alibaba observo como el vapor subía rápidamente, intentando volverse uno con el poder de su Djin, pero uno de los enormes apéndices de Entei, lo impulso hacia atrás, golpeándolo contra el suelo, su sangre salía por la boca.

- esto es más fácil de lo que creo- dijo burlonamente el elefante, listo para dar el golpe final.

La sangre salpicó las paredes, un alarido de dolor desgarro la atmósfera, torrentes de sangre cain al suelo como una cascada rojisas bañando sus manos.

Momo empuñaba la espada, llena de sangre entre el joven príncipe y el moustro creado por el imperio Kou, una de las trompas del enemigo había sido separado de su rostro de un solo tajo.

- esto no lo matará Alibaba- dijo con tranquila voz el demonio- solo te estoy dando tie...

Sus palabras quedaron en el aire, los ojos del joven príncipe de abrieron de par en par, mientras que la máscara caía al suelo hecha añicos.

- ¡Momo!- grito Alibaba al ver el pequeño cuerpo hecho polvo contra uno de los pilares, sus ojos estaban abiertos y de su boca emanaba un pequeño hilo de sangre. El sentía que una irá profundo se apoderan de el, como pudo dejar que la hirieran, apretó los dientes y las llamas quemaban sus manos, temblaba de ira, ella había ganado tiempo y el no lo desperdiciaría.

Las llamas lamian el cuerpo del guerrero de Kou, pegandose a el como si fueran langostas rojas que lo reducían todo a nada, Entei no tuvo tiempo de gritar, solo cayó hecho carbón ante el vencedor que empuñaba aquella espada de ebano.

Pero como si aquel individuo fuera basura, fue rápidamente remplazado por una manada de asquerosos mandriles que chillaban y atacaban por todos lados al joven de cabellos dorados, cada tajo que les propinaba a aquellas criaturas era inutil, como un germen se multiplican.

Algunos se acercaban peligrosamente a la peliplata que seguía herida en el suelo, el fuego se alzó como una bocanada de aire caliente que se extendió quemando las pieles de mono.

- Momo-san- llamo el príncipe Alibaba arrodillándose a su lado- debo sacarla de aqui...
- no seas idiota- murmuró la peliplata, medio incorporándose- yo soy un demonio, no moriré tan fácilmente.

Sus ojos despedían una chispa que decía "quemarlo todo"

- además no debes bajar la guardia- el frio metal de la espada corta que llevaba en la cintura le rozó la mejilla, el príncipe tragó saliva al ver el cuerpo de uno de los monos caer al suelo con la daga entre sus ojos.

Ambos miraron al rey de los monos que profería molestos rugidos, la de cabellos blancos se levanto se deshizo de las telas dañadas de su predisposición kimono quedando solo envuelta por unas vendas que cubrían la parte del pecho y la parte posterior del traje.

Alibaba no sabía si debía seguir mirando, su pálida piel estaba llena de cicatrices y había una marca extraña sobre ella que parecía una quemadura.

- vamos a salvar a tu pueblo, Alibaba-ko* -ella tomo su espada larga y la blandio con un movimiento gracial pero antes de dar la primera estocada, Morgiana pateó el rostro del jefe de los simios como si fuera la más poderosa bala de cañón.
- Morgiana
- no debieron irse sin avisar- dijo está.
- gracias por venir- Momo se limitó a dirigirle una reverencia.
- Morgiana esto es peligroso, ambas deberían salir de aquí.

Las dos chicas se miraron y luego al joven.

- no nos iremos, Alibaba... Somos fuertes y vamos a ayudarte- declaró la peliroja mientras que el demonio afirmaba.
- pero...
- confía en nosotras- dijo la peliplata- te lo encargamos Morgiana-san... Yo acompañaré a Alibaba.
- si...- dijo la peliroja apretando los puños.

...

Los pasos resonaban por los vacíos pasillos del palacio, la carrera hasta la sala del trono, Momo detuvo al rubio con su mano.

- ¿Que sucede?
- tenemos invitados- dijo sería.

Alibaba se puso en posición de combate cuando el último de los obsequios del imperio Kou hizo acto de presencia, pero Momo dió un paso hacia adelante.

- Momo- grito el rubio.
- adelantate, Alibaba-ko... Tengo muchas ganas de pelear
- pero... Es peligroso
- deberías escucharlo señorita- dijo con burla- además este es un enfrentamiento entre espadachines
- pelear- dijo Alibaba empuñando su espada pero una patada en la espalda baja lo hizo caer al suelo.
- silencio- ordenó la chica- Alibaba-ko, ya no le queda casi nada de magoi además como e dicho... Yo deseo combatir... Ahora ve a la cámara del trono, en unos minutos te alcanzó.

El conquistador de calabazos la miro una última vez y salió corriendo.

- adónde crees que vas- se quejó el soldado dando una estocada en dirección de la espalda del joven.

El sonido del metal chocando vibró en sus oidos, la elegante espada de la joven había detenido el ataque.

- no se te entumieron las manos- pregunto con burla el espadachín.
- lo mismo pregunto- dijo con ojos fríos la chica.
- ¿He?- un pequeño crujido llego a sus sentidos para que posteriormente la espada que llevaba se rompiera en añicos, dió un salto hacia tras.
- que espada más débil... Es lo mejor que puedes hacer- lo miro, cuando el soldado se centró en aquellos ojos quedó petrificado de terror, aquellos orbes de fuego reclamaban su vida y no solo eso en los labios de la joven se moldeba una retorcida sonrisa que planeaba devorarlo con aquellos fieros colmillos.

Temblaba de miedo como nunca antes en su vida, fue inútil huir la espada le separó la cabeza de los hombros con un certero tajo, su sangre mancho el suelo y pequeñas gotas caían del frio metal de la katana.

*En el periodo Sengoku el uso de Ko al final del nombre significa su alteza, cosa que dice Momo por que ella viene de ese periodo y se refería a los otros señores feudales como Ko, a excepción de su señor al que llama Oyakata-sama (mi honorable señor)

Lamento la demora...

¿Que les a parecido la historia hasta ahora?

El Ruhk carminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora