¿Entrenar?

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Las semanas habían pasado de una manera tan lenta que incluso le era difícil distinguir de la llegada del día y de la noche, las luces de su habitación se mantenían siempre prendidas, no tenía ningún interés de pasear por el nuevo país donde se hallaba, ni en las comidas exóticas, las prendas que le mandaban traer o los lujos que le rodeaban. Aquellos ojos rojos permanecían fijos en el libro que había dejado en medio de la habitación, su pequeña mano permanecía inmóvil sosteniendo un pincel que apenas y rozaba los labios blancos de una máscara.

"Corrupto"

Era lo último que había leído de aquellas páginas, pero no se lo podía sacar de su mente, inclusive le parecían tan extrañas pero podía imaginarse a aquellas aves que cubrían el cielo como un enjambre de inceptos, giro la cabeza un momento mirando en dirección de la ventana las gruesas cortinas cubrían su vista, se puso en pie de un salto aferrándose a aquella tela tirando de esta hasta que callo al suelo en un sonido apagado.

La luz del sol cubrió su mirada con una blancura que le impedía ver más allá de su nariz, agudizó los sentidos como si fuera una bestia; podía oír a personas teniendo todo tipo de conversación, podía oler el océano y podía sentir la brisa marítima tocar su piel desnuda, se alejó de la ventana dándole la espalda mirando su habitación su kimono estaba botado en el suelo, lo había hecho desde cero tejiendo en las mangas el símbolo de los Takeda con hilos dorados mientras todo lo demás era rojo con suaves estampado de aves negras y doradas en la parte inferior de este, se inclinó para tomarlo y ponerse aquella prenda sobre el pequeño cuerpo, se sentía mal por romper un obsequio de su honorable señor.

Al pensar en el su pecho se oprimía dolorosamente, lo sabía temblaba de una manera ridícula no podía evitar sentirse sofocada al pensar en su voz y en su tacto aquella vez, se sentía como una cobarde por no poder darle la cara, sus dedos pasaron por las cicatrices de su vientre.

- los extraño tanto...

Murmuró apenas, se colocó el obi alrededor de su cintura, para después tomar sus espadas y el libro que metió dentro de este, tomo el pincel entre sus dedos y la máscara de porcelana, la máscara estaba lista solo hacia falta pintarle los labios de rojo pero sentía que no podía hacerlo, dejo el pincel en una pequeña copa y se cubrió el rostro antes de salir.

Sus pasos resonaban en los pasillos vacíos, el sonido de las sandalias de madera contra el piso hacia ecos que le perforaban los oidos.

- ha vuelto el rey Sinbad, qué alegría

Las chicas charlaban emocionadas pero sus voces se apagaban rápidamente al ver la fantasmal figura pasar frente a ellas, incluso algunas, gritaban y corrían asustadas, cruzó el umbral que la llevaba al pateó hasta detenerse con una figura familiar.

- Momo-chan- saludo el rey, a lo que ella hizo una suave reverencia.
- Sinbad-san... Por favor dígame los resultados de las negociaciones.
- parece que siempre vas al grano
- perdón por ser grosera, pero le dije a Alibaba-ko que lo convertiría en rey... Y por ello debo apoyarlo...
- ¿Apoyarlo?- Jafar le miro unos minutos.
- sé que me encerré en mi alcoba pero necesitaba reflexionar sobre un asunto...

Se inclinó de nuevo a modo de disculpa, para después mirar al rey de los siete mares, sus dedos fueron a su Obi de manera nerviosa.

- está bien...

No se negó a informarle de la situación por su parte escucharia atentamente todo lo relacionado con el imperio Kou, aún que Baldadd fuera una república seguía estando bajo el control de ese reino.

- ¿Cómo estan, Aladdin-san y Alibaba-ko?
- al principio estaban muy deprimidos, no comían nada pero después empezaron a comer...

Camino junto a ellos por los pasillos hasta llegar al comedor donde los mencionados comían, tanto el demonio como el rey se detuvieron en seco al ver la escena.

- Sinbad-ojisan ya ha vuelto... La comida esta deliciosa
- Momo-san ¿Se encuentra mejor?

Ambos sólo afirmaron con la cabeza, pues ambos jóvenes habían subido de peso excesivamente, el mayor le contó lo sucedido.

- ya veo... Sinbad-san puedo pedirle un favor...
- si de que se trata

El de cabellos rubios estendio la espada de Amon mostrando como está estaba rota, a los ojos del demonio parecía que estaba muerta o dormida.

- Ya veo...
- que debería hacer
- Amon-san dice que deberas buscar otro recipiente metálico... Y familiarizarte con el- Momo miraba la espada al otro lado de la máscara, la voz de aquel Djin apenas era un sutil murmullo, miro a los dos conquistadores.
- Momo-san no puede repararlo como sus espadas
- mis espadas son mis espadas... Más importante que eso

Retiro la máscara para mostrar su ceño fruncido y se cruzaba de brazos.

- si no bajan inmediatamente de peso... Los matare

Su voz sonaba tan amenazante que todos los presentes sintieron ganas de huir, los dos jóvenes estaban pálidos, no por la amenaza si no por esa sonrisa torcida que había aparecido en el rostro de la pequeña chica. Los niños comenzaron a correr hasta que sus cuerpos no pudieron más.

Las semanas pasaban entre entrenamientos que ella misma supervisaba, sentia que aquel ruhk rojo le rodeaba en mayor cantidad a medida que pasaba sus dias en aquel lugar, miro al príncipe rubio que había bajado considerablemente pero el peliazul no mejoraba.

- Momo-san... Ya no puedo más

El magi se dejo caer de espalda al suelo, con el rostro vuelto al cielo, mirando aquellas aves rojisas rodearla.

- no lo entiendo...

Se dijo a si misma picando la enorme barriga del mas bajo.

- con mi entrenamiento e vuelto campesinos en soldados fuertes pero tú no has cambiado nada.
- Momo-san hacia ese tipo de cosas...
- mi honorable señor, decia que defendiera a mi pueblo y como los soldados abusaban de los campesinos yo les enseñe a usar hoces y varas como arma...

Su voz parecía distante y a medida que las palabras salían su voz se iba acallando hasta que solo se vio como sus labios se movian.

- Momo-san...- llamo el magi mirándole, ella parpadeo como si saliera de un trance antes de volver a recriminar que comía demasiado- tal vez es por que no uso el poder de mi pancita.
- te refieres por la falta de Ugo-san...

Su voz seguía siendo como un campo árido, sin emociones o expresiones, solo una voz.

- si...
- creo que tengo una solución- Simbad había visto la escena desde detrás de la chica, los tres menores le miraron.

Los dos jóvenes habían ingresado a una de la torres había libros y aparatos que ella no conocía, le daba curiosidad pero no se atrevía entrar solo miraba desde el umbral a la hermosa mujer de cabellos azules y a sus compañeros.

- un placer soy Yamuraiha... Sinbad me dijo que querias saber más sobre la magia
- onee-san es muy bonita...

El menor se lanzó a sus pechos, haciendo que una vena saltará de la frente de ambas mujeres, la maga le lanzó al suelo haciendo que el vapor le rodeara la piel, mientras que el demonio apretaba las piedras que hacían de puerta y las pulverizaba haciendo que el pobre príncipe tragara saliva con dificultad.

- onee-san es bonita pero malvada...
- tu te lo has ganado...- la voz de Momo resonó en la habitación antes de que la peliazul abriera la boca, se dirigió a ella- pero aún así un basta viera Sido suficiente...
- no es mi culpa que sea un mocoso pervertido...
- pero es un mago...
- igual que tú no...
- yo soy un demonio...

Los orbes rojos sentellaban atrevidamente, no sabía por qué estaba irritada pero no tenía tiempo de ser una dama sentía algo peligroso acercándose por el mar.

Tal vez debiera de saltarme estás partes de la historia e ir a lo bueno... Pero crei que seria divertido poner a Momo en una situación así...
😅
Perdón.

Por otro lado considero divertido el hecho de que Momo conosca a Yamuraiha y Sharrkan :3

El Ruhk carminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora