rencor

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No podía apartar la vista de tan horrible espectáculo, arma tras arma se encajaba en su cuerpo fundiéndose en la negrura.

Los gritos de Alibaba y del resto de la tropa de la niebla, las exclamaciones de asombro de los guardias.

- Huyan- dijo en una voz baja, mientras apretaba los puños. Sentía el ruhk obscuro atravesar su cuerpo como lanzas de hielo- Todos largo de aqui

Dijo con voz fuerte haciendo que los ojos se clavaran en ella, no fue necesario repetir aquellas palabras, era demasiado tarde para hacer algo.

Primero fue como un enorme capullo negro y palpitante para después transformarse en aquella enorme bestia del color del ébano que gruñía aterrorizando a soldados y a ladrones por igual.

Los escombros del palacio caían, sintió como los restos de lo que antes fue una pared rozaban sus vestidos.

- que impotencia- se dijo a sí misma mientras se acercaba a aquella criatura.

Su espada brillaba con el sol de un vivo color de la plata pulida, sus ojos se llenaron de un permanente instinto asesino.

El sonido de sus zapatos de madera contra el suelo de piedras, el tintineo del cascabel atado a su tobillos, esquivando cualquier ataque de Kassim, saltando de escombro a escombro.

- Momo-san- llamo el rubio preocupado de que saliera herida.
- ciertamente es una chica talentosa- dijo el rey de Sindria tomándolo del hombro.

La joven de cabellos de plata salto sobre uno de los escombros colocándose frente a la criatura para encajar su espada en su mejilla.

- debi matarte cuando nos vimos por primera vez... Kassim- su voz estaba cargada de emoción, de una excitación que le hacia hervir la sangre.

La de cabellos de plata deformó su cara en una mueca de alegría, una sonrisa apasionada, de tiempos de antaño cuando sus manos se llenaban de sangre y cada gota que derramaba era un halago por su inhumanidad.

Sintió la presión en su cuerpo, un peso terrible contrayendo cada centímetro de ella, su espada quedó encajada en el Djin negro mientras que ella era lanzada fuertemente contra la pared atravesandola.

- Momo-san...

La peliplata no se movía en lo más mínimo, cuando Kassim se dispuso a rematarla. Se dirigió como un proyectil hacia el demonio pero las llamas le impidieron el paso.

El príncipe de Baldadd sostenía la espada de Amon con el entrecejo fruncido.

- detente Kassim- reclamo mientras evitaba que otro golpe acabara no solo con el si no con la chica de ojos como la sangre.
- muévete Alibaba-ko, me estás estorbando

La voz suave de la chica le susurró al oído mientras se le adelantaba. En su vientre había sangre, su vestido estaba destrozado y se había roto un brazo... Aún así con una sola mano sostenía una pequeña espada de unos treinta centímetros de largo.

- Momo-san... Basta...
- esta es mi batalla... Y no terminará hasta que uno de los dos muera
- ¡dijiste que no intervendrias!

Se mordió el labio y le dedico una mirada cargada de odio al protagonista de cabellos dorados.

- tsk...

Se dejó caer al suelo sosteniendo su herida con su mano intacta, mientras que la espada caía al suelo.

- asegúrate de traer de vuelta mi espada- Dijo mirando al suelo- en cuanto me cure... Ire por el...
- entiendo- puso su mano sobre su hombro y siguió adelante mientras que ella observaba.

Era extraño pero sentía que aquel joven había crecido, lo vio saltar con el fin de dar una firme estocada contra el que alguna vez fue su amigo.

- Sinbad-san- dijo con voz suave- puedo pedirle un favor
- de que se trata, Momo-chan
- podría ayudar a Alibaba-ko, sería útil que le apoyará.

El de cabellos violetas le sonrió, acarició su cabeza como si se tratase de una niña.

- no te preocupes lo haré...

Vio como todos ellos se alejaban, listos para la batalla mientras se queda atrás y observaba. Alibaba fue lanzado contra el Djinn obscuro mientras que el rey de sindria sostenía su cabeza cegandole pese que aquello le hería.

- son personas fuertes

Se dijo a sí misma mientras intentaba ponerse en pie, el ruhk negro hacia lenta su recuperación pero no sería necesario seguro ellos podrían solos...

Sus pensamientos quedaron en blanco cunado el joven príncipe cayó al suelo, subió la vista mirando al oráculo del imperio Kou.

- Alibaba-ko

Lo llamo mientras se levantaba y corria a su lado, dejandose caer para sostenerlo un poco.

- su... Su espada...- murmuró mientras estendia el arma de Momo ante ella- la recupere

Aquel gesto le sorprendio, tomo el arma entre sus manos y lo ayudo a incorporarse con su mano buena mientras colocaba su brazo sobre su cuello.

- me gustaria prestarte mi magoi... Pero esta peste está interviniendo en mi proseso
- intentemoslo de nuevo- dijo Alibaba mirando a la peliroja- puedes mandarme de nuevo Morgiana
- pero...
- podemos hacerlo Morgiana- dijo la peliplata animándoles

Una estruendosa risa invadió sus oídos como si fuera un molesto mosquito.

- realmente crees que podrás derrotarme- se burló el Magi de Kou, solo mirate... Herida y sin fuerza
- Jum... Eso es patético ¿Judal-kun? La última vez no te mate, pero hoy no correrás con la misma suerte

El de cabellos negros movió su varita y apunto a la chica de cabellos de plata, una enorme espada surgió del brazo del Djinn, fue como dejar caer una guillotina sobre ella, la presión le doblo las rodillas, de no ser por su espada probablemente estaría muerta.

- eso es todo...

Su voz sonaba fuerte, pero el reclamo solo causo que una risa saliera de la boca del Magi, todo fue demasiado rápido para sentir dolor.

La espada se había roto en dos, las astillas del metal caían al suelo dejando un sonido cristalino al chocar, la sangre goteaba hasta el suelo.

- maldito- escucho como el grito de Alibaba resonaba en el palacio junto a gritos ahogados de los guardias.

Simplemente cayó en el suelo en un pequeño charco de sangre que se hacía más grande a cada segundo, mientras sus orbes se apagaban como si soplarán a una vela.

El Ruhk carminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora