Bosque

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Aquella criatura les miraba desde lo alto, el aire que emanaban de su aleteo movía la arena y los cabellos del pequeño grupo se mecian bajo la fetida corriente de aquel ser que una vez fue humana, el ruhk oscuro que emanava y se aglomeraba a su lado hizo que la peliplata frunciera el entrecejo molesta consigo misma al no ser capaz de derrotar a aquel enemigo en su mente pensó por un momento que esa criatura era como la enfermedad de su Antiguo señor, algo con lo que no podía combatir, su espíritu de combate flaqueo precariamente balanceándose en un precipicio a nada de caer a la más oscura tiniebla.

Pronto la herida en su ojo empezó a doler más aun, escosiendo y ardiendo la cuenca, su vista se había vuelto borrosa y apenas pudo esquivar un ataque de aquel Djinn, se rió amargamente cuando una de esas pequeñas aves rojas características de ella paso frente a ella, teñida una de sus alas de un color un poco más oscuro como las cenizas que se desprenden de las llamaradas.

Sé puso en pie tomando un pedazo de tela de su ropa rasganadola para cubrir su ojo, se acomodo de mejor manera sosteniendo la espada contra aquel adefecio fruto de la ambición, la ira y la estupidez humana... Acaso esa organización pensaban quitarle el lugar de demonio para ellos mismo, negó con la cabeza... Era la última y la única en ese vasto mundo, el último demonio perteneciente al clan Takeda de la prefectura de Kai, sirviente de Alibaba Saluji, pertenecía del príncipe de Balddad.

¿Pertenecía?

Dió un salto en los aires esquivando un ataque fiero de la ex-princesa, negó con la cabeza cortando la arena con su espada y poniendo cuánta distancia podia, Alibaba y Aladdin lo manejaban de mejor manera que ella pues usaban su magoi para hacerle retroceder.

Una pequeña sonrisa se formó en los rosados labios del demonio mientras ella misma sostenía el sable.

- ¿Que sucede, Momo-san?- pregunto el peliazul.
- solo estaba pensando en lo fuerte que se habían vuelto- sonreia de una forma diferente, una sonrisa tan cálida y dulce que creyó por años no volver a esbozar en su vida desde que los días alegres bajo los melocotones se perdieron.
- Momo-san su sonrisa es muy linda- el joven Mago había ganado confianza lanzando múltiples municiones de magoi concentrado que lentamente dejaban a dicho Djinn artificial débil.

La de ojos rojos no respondio, nunca había sido halagada por otra cosa que no fuera su actuación en combate, tomo aire y la espada se dirigió al Djinn.

- Furunkazan

La palabra salió de sus labios mientras el fuego le rodeaba como un tornado rojo que se alzaba más allá de sus cabezas dejando escapar de vez en cuando una silenciosa honda de calor, para después rectar como una serpiente roja hasta donde se hallaba aquella criatura subiendo por los aires y comiendo de un solo bocado lo que para empezar nunca debió ser tocado, miro a aquel sacerdote negro dando entender que el era el siguiente pero para su mala suerte este saco una clase de varita y un rayo oscuro hizo escupir a la serpiente su presa dejando que el djinn soltara fuertes gruñidos de dolor mientras se encogía en el suelo, el ruhk blanco y rojo regresaban a su propietaria de manera rápida mientras el fuego seguía a su alrededor.

- Momo-san- le llamo el príncipe- estás usando
- magia...- dijo ella de manera calmada sin apartar su ojo intacto de la princesa que entre oleadas de aves con oscuro plumaje volvía a la normalidad.

- hay que dar el golpe final ahora- dijo mientras extendía la espada para golpearla con otra serpiente de fuego, pero el joven de cabellos azules se interpuso negando con la cabeza.
- Momo-san

Negó con la cabeza y aún que ella intentaba entender sus razones de no atacar, sabía muy bien que de no hacerlo podría perder algo demasiado valioso.

El Ruhk carminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora