Ojos rojos

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Las sombras habían sido remplasadas por los cálidos rayos del sol que se reflejaban en las tranquilas aguas de Baldadd, sentada en el tejado de una descuidada casa observaba como el día avanzaba con decadencia, como el olor de la desgracia se hacía más penetrante y como aquellas aves se teñian de colores que ella desconocía por completo, sus ojos sé dirigieron hacia el palacio.

Había escuchado rumores, quejas, burlas de todo tipo en cuanto a la situación del lugar, escucho atenta cada murmullo de las debastadas calles, anoche había escuchado voces que la llamaban pero no puedo localizar de donde venía el ruido.

Momo se inclinó sobre su cuerpo para ver más de serca el océano, desde joven le pareció algo fascinante, expecialmente por que ella vivía en las montañas y cuando vio por primera vez el mar su corazón se agito de una manera inexplicable, aquellos recuerdos volvían a su mente, mezclando lo bueno y lo malo.

El olor de algo dulce invadió su agudo olfato y preparó el resto de su cuerpo para localizar su origen.

"Ven"

Dijeron millones de voces.

"Esta aqui"

Repetían, pero ella no sabía que era lo que buscaba, no sabía nada desde hace ya tiempo, sus pasos en los techos eran como los de un ave tan ligeros que no dejaban rastro, no hacían ruido como los de un gato.

Pero en algun momento se adentro en la zona rica de la ciudad y los tejados se hicieron escasos obligandola a bajar al suelo de nuevo.

Los transeúntes se detuvieron al ver caer a semejante joven, de cuerpo gracial, pequeño y cabellos que llegaban hasta los tobillos de un pulcro blanco, aterrados por la máscara de demonio e incapaces de moverse gracias a las bellas ropas que llevaba.

Cuando ella comenzó su caminata la gente se alejaba con la boca abierta, los comerciantes no se lo creían aquella forma tan fina de andar, aquella ropa que seguro valía una fortuna, muchos hacían reverencia por su parecido a una princesa de un país lejano, pero aquello era insignificante, ella no los veía, pues las aves le decían a dónde debía ir.

...

- parece que alguien está hecho mucho revuelo- dijo Jafar mirando como los comensales se asomaban por el barandal.
- jajaja... No le tomes importancia- dijo tranquilamente un pelivioleta- hey Aladdin ¿Qué opinas de la comida?
- está muy wuena Sin-ojisan- dijo el peliazul con la boca llena del platillo.
- me alegra...

El rey de sindria aprovecho la distracción de Aladdin y ambos fanalis para hablar con su ayegado, sobre cómo reinterar el comercio con Sindria.

El sonido de los platos rompiéndose acallo la conversación, dejando sorprendidos a los presentes.

- ¿He?- fue lo único que pudo decir Sinbad, al ver a una pequeña niña sobre su mesa, había caído del cielo, no había saltado- disculpa quién eres señorita...
- eres tu- dijo pasando de largo al más alto y dirigiéndose al confundido Aladdin- ¿Tú eres quien me a llamado?
- ¿Quien eres?
- soy Momo Torahime, general del ejército rojo de Takeda- dijo haciendo una rígida reverencia.
- es un placer soy Aladdin- dijo el niño con una amable sonrisa- onee-chan has saltado muy alto..
- no fue nada, Aladdin- la flauta del joven empezó a brillar como lo hacía en presencia de otro contenedor metalico.
- ¿Que pasa, Ugo-kun?

El Djin salió de su caustro, dejando sorprendidos a Jafar y Sinbad.

- es un placer conocerlo, Ugo-san- dijo la chica mientras se retiraba la  máscara y los presentes miraban asombrados el inocente rostro y los profundos ojos- ... No se preocupe por eso, solo vengo a devolverle el libro que se me  entrego en la puerta- dijo extendiendo el grueso volumen pero el genio se negó rotundamente a resivirlo- no puedo aceptar tal obsequio de su parte- el Djin negó hasta que ella accedió a conservarlo, ella guardo el obsequio en una bolsa e hizo una reverencia.
- disculpa de donde conocés a  Ugo-kun...
- desde hoy...
- ¿He?- dijo Aladdin.
- Aladdin no sabía que eras un Magi...
- ¿Magi? ¿Sin-ojisan sabe lo que es un Magi?
- si... Me e encontrado a uno...
- hay más...
- si... Pero no me llevo muy bien con el- dijo riendo mientras se rascaba la cabeza.
- un Magi- dijo la albina mientras sacaba el libro y este se abría- una persona amada por el ruhk con una fuente ilimitada de magoi...
- onee-chan usted también sabe lo que es...
- no... Este libro me enseña todo lo que quiera saber, el presente, el futuro y el pasado...- dijo con una voz tan tranquila que rozaba la insensibilidad.
- eso es muy útil...
- Aladdin- dijo el gobernante de Sindria tomando al niño de los hombros te pido tu ayuda para acabar con la banda de la niebla...
- ¿He?
- pero Sin es solo un niño- dijo el peliplata.
- eso no importa, si tiene el poder para luchar... ¿Tu que dices Aladdin?
- pues...
- primero déjame contarte quien soy yo... Soy Sinbad...
- ¿Quien?
- ¿He? No has oído hablar de mi... Conquiste siete calabozos...
- ha... Si, Alibaba-kun me contó sobre ello...
- ¿Tu que dices Aladdin?- dijo con una sonrisa.
- me gustaría ayudar- dijo la albina y la peliroja al mismo tiempo.
- las señoritas deben aguardar en el hotel.
- por qué- dijo la peliroja- yo también puedo pelear.

Sinbad las tomo de los hombros pero le fue imposible mover a la peliroja y cuando toco a la albina su mano resivio un corte que el no pudo ver con sus ojos.

- Mor-san acabo con todo un grupo de ladrones ella sola y me salvó...
- soy general de un ejército... Puedo acabar con cualquier grupo de ladrones- dijo la de ojos como fuego e ire aun que usted se niege- sentenció Momo.
- claro- dijo un poco asombrado de las pequeñas jóvenes.
- los Fanalis son una raza asombrosa...

El Ruhk carminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora