CAPÍTULO 35: EL RESCATE

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CAPÍTULO 35: EL RESCATE

Jesse, Marley y Blaine entraban a la residencia del vicepresidente, habían conseguido burlar a los guardias que impedían el acceso al interior. El moreno estaba muy nervioso y su amiga le agarró el brazo para consolarlo. Caminaron por los pasillos del lugar. Allí había muchas personas muertas en el suelo. Todos miraban atentos buscando caras conocidas. Después de un rato, el ojimiel ahogó un grito, tapándose la boca y apoyándose en la pared. Los dos Blues corrieron hacia él y vieron a Santana y Puck, ambos sin vida, en el suelo.

– ¿Los conocías? – Quiso saber el rubio.

– Ella era amiga de mi hermana y fue madrina de su boda y él era mi amigo. Si no hubiera pasado a ser un Gilbert me habría alojado en su casa cuando me quedé sin trabajo. Finn, él y yo éramos inseparables. Los dos han muerto...

– Blaine, tranquilo. Lo importante ahora es encontrar a Kurt y a Sebastian. – La chica intentó animarlo, aunque ella no confiaba en sus posibilidades.

Siguieron caminando hasta que escucharon una voz pidiendo ayuda. Se dirigieron al lugar de donde venía la voz y vieron a Sebastian, herido, en el suelo. Todavía vivía.

– ¡Seb! – Anderson se acercó a él.

– Salva a Kurt. Nos han cogido a todos. Búscalo. – Dijo el ojiverde.

– Vamos a ayudarte. Saldrás de aquí. Buscaré a Kurt y los cinco nos iremos. – Susurró el menor.

– Para mí es tarde, pero puede que para Kurt no... Vete. – Pidió el Green. Blaine le dio un beso en la mejilla antes de salir. Era consciente de que cuando volvieran, si lo hacían, podía no seguir vivo. Le partía el corazón pensar que su novio podría correr la misma suerte.

Siguieron por un pasillo hasta que Blaine se desvió por otro que quedaba hacia su derecha.

– Es por aquí. – Les dijo mientras se agachaba.

– ¿Cómo lo sabes? – Preguntó Marley.

– Por ésto. – El moreno le mostró la pulsera que él mismo le había regalado a su novio. La chica la reconoció enseguida. Hummel había presumido de ella con todos los amigos que conocían el secreto del ojimiel.

Siguieron caminando hasta que escucharon unos gritos suplicando. Corrieron hacia el lugar del que provenía esa voz, la cual reconocían los tres. Se sentían asustados y esperanzados a partes iguales. Por un lado, sabían que el castaño estaba vivo. Por otro, temían no ser capaces de ayudarlo.

El moreno abrió la puerta desde donde provenía la voz suplicante de su novio. Lo que vio lo dejó helado. Su novio forcejeaba mientras el vicepresidente lo toqueteaba y desvestía. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó hacia él adulto y lo apartó de un empujón. Después agarró a Kurt y lo puso tras él, mientras caminaba hacia atrás para llegar a la salida sin apartar la vista del hombre y sus guardaespaldas. El ojiazul se agarró a él y su amiga se acercó para ayudarlo a vestirse sin que soltara a su novio. Entendía como se debía sentir, aunque por suerte habían llegado a tiempo.

El mayor sacó una pistola y los apuntó con ella. Jesse entró con otra y apuntó al hombre.

– ¿Tú? ¿Vas a traicionar a tu padre? – Quiso saber el señor.

– Sí. No me gusta el mundo que habéis creado. No es justo. Quiero ser feliz con quien elija. – Informó St James mientras se movía hacia sus amigos.

Los cuatro estaban juntos, con Blaine y Jesse delante de los otros, protegiéndolos con pistolas en la mano. El vicepresidente y sus dos guardaespaldas estaban frente a ellos. Sonaron cinco disparos y los tres rivales de La Revolución del Árbol cayeron al suelo. El moreno giró hacia su novio y miró su cuerpo asegurándose de que estaba ileso. Sabía que él no había recibido ningún disparo, luego volvió su vista hacia el rubio y Marley. Ella estaba bien pero St James tenía una herida en el costado.

– Estoy bien. De ésta no me muero. – Dijo él restándole importancia.

– Volvamos al congreso. Artie tiene allí un centro médico para estos casos. – Propuso la castaña.

Todos asintieron y comenzaron a moverse. Avanzaron por los pasillos con cuidado, intentando que no les descubrieran los guardias. Por suerte, había mucha sangre en el suelo y la que caía de la herida del Blue no indicaba el camino que seguían. Cada poco tenían que parar porque lo necesitaba el mayor o porque debían esperar a que una zona estuviera despejada. El Brown notó que su pareja miraba al suelo cada poco tiempo.

– ¿Buscas algo? – Quiso saber el ojimiel.

– Mi pulsera, la he perdido. Sé que no debería pensar en eso ahora pero... Es muy importante para mí. – Susurró el castaño. Anderson sonrió mientras sacaba la joya de su bolsillo. Al verla, Hummel dibujó una sonrisa en su cara como la de un niño al recibir el regalo que quería en navidad.

– Me indicó el camino hacia ti. – Dijo el moreno antes de robarle un beso a su novio.

– Cuando salgamos de aquí no van a poder despegarme de ti. – Susurró el ojiazul.

– Pero eso cuando salgamos, ahora estamos en peligro. Soy el tercero al que más le apetece que os beséis y acariciéis y que os pongáis a fabricar bebés aunque sepáis que no los podéis hacer pero... Lo primero son nuestras vidas.

– ¿El tercero? – Quiso saber Rose.

– Después de ellos dos. Ahora sigamos, por favor.

Cuando estaban saliendo del edificio, un guardia los descubrió. A pesar de que corrieron para intentar ponerse lejos de su alcance, una bala salió de su arma e impactó en la espalda de Kurt. Blaine lo cogió en brazos y lo sacó de allí. Los cuatro se montaron en el coche que conducía Marley y se alejaron en dirección al congreso.

– Kurt... – Susurró el moreno, con lágrimas en los ojos.

– Te amo... Blaine, si me muero quiero que sigas con tu vida. Quiero que seas feliz, conmigo o con otra persona.

– Te amo y no te vas a morir. Tienes que quedarte conmigo. – Anderson rompió a llorar con su novio entre sus brazos. No estaba preparado para despedirse de alguien más.

Brown Vs Blue (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora