Transcurrieron un par de horas desde que partí de los enormes jardines del parque y el único indicio que había encontrado sobre dónde estaba, era un letrero que decía el nombre del lugar.
-"Le petit Argtong"- leí en voz alta, intentando descifrar en qué idioma estaba escrito.
El letrero estaba ubicado en un edificio cercano a la plaza del pueblo. No sabía su significado, sin embargo, el idioma en el que estaba escrito parecía ser francés, entonces estaba en un pueblo situado en algún lugar de Francia. Miré la placeta donde la gente caminaba para ir a sus trabajos y los niños iban a la escuela en compañía de sus padres. No. Negué con la cabeza. Me sigue sin ser familiar. ¡Vaya!, de seguro fue una buena noche de borrachera como para terminar en ese lugar tan apartado (si es que me había emborrachado).
Mi travesía en el mercado no fue la más favorable, la gente me ignoró por completo mucho más que en el parque y cuando trataba de entablar una conversación con algún vendedor la misma muchedumbre me empujaba o simplemente la persona estaba tan ocupada que ni siquiera tenía oportunidad de decirle algo.
Así que rendido y cansado, opté por regresar al lugar donde horas antes desperté confundido, pero no tanto como lo estaba en estos momentos.
Ya ubicado en el sitio. Estaba sentado en una de las tantas bancas de madera que estaban cerca del enorme patio de juegos para niños; con columpios, sube y bajas y pasamanos; incluso los padres de los pequeños se encontraban ahí divirtiéndose. Los veía y perdido en mis pensamientos comenzaba a meditar sobre lo que podría hacer ahora, en definitiva ir al mercado ya no es una buena opción y estar en el parque es una idea menos favorable... podría ir con autoridades, pero si ni siquiera me voltea a ver la gente común, menos lo hará la gente de los altos mandos.
Reflexioné un poco y me di cuenta de algo, quizás la gente no me dirigía la palabra porque... ¡No hablábamos el mismo idioma! Yo les hablaba en otro lenguaje mientras que ellos al no saber que decía me ignoraban... eso podría tener sentido, mas no creo que ese sea el caso, por lo menos esta idea ha hecho que me calme un poco.
Los niños de no más de seis años en el área de juegos se divertían, mientras, sus madres un tanto despreocupadas paraban y conversaban con las demás señoras que apenas iban con la compra o paseando las carriolas con sus niños más pequeños. Charlaban y se carcajeaban por conversaciones que ni siquiera él alcanzaba a escuchar por el bullicio de los niños.
Los pequeñitos corrían, jugaban a perseguirse, hacían muñecos con lodo, tierra y hojas que ellos mismos recogían y se las mostraban a sus amigos como si fuera la mejor obra de arte que harían en toda su existencia. La imagen le resultó tan tierna y por alguna razón... nostálgica, no podía apartar la mirada de ellos. Los veía reír y veía sus ojos brillantes llenos de esperanzas y sueños, sin estar conscientes de todo a su alrededor ni de los peligros del mundo. Sonrió para sí mismo cuando vio a un par de niños jugando a las escondidas, sin embargo, algo dentro de él cambió. Un sentimiento de melancolía llenó su ser. Ya no sentía la dicha que irradiaban los niños, ni siquiera la confusión que desde hace rato traía. Un sentimiento de tristeza lo llenó por completo casi queriendo estallar en llanto por lo que sus ojos veían.
Cuando sintió algo líquido deslizarse por su mejilla, se talló la cara con ambas manos y se obligó a calmarse y evitar llorar desconsoladamente. No sabía quién era, ni que hacía allí. Solo sentía que algo en su interior faltaba. No sabía si era melancolía o miedo por la situación, una parte de sí mismo se decía que era extraño lo que estaba pasando. Ese sentimiento que no lo abandonaba cada vez que escuchaba las risas de los infantes.
Sin más, se limpió la nariz moqueada con la manga del abrigo y se fue adentrando más en el enorme sitio, entre los árboles, dejando el eco de las risas muy detrás. Tratando de huir de ese sentimiento que le oprimía fuertemente el corazón.
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Entre la Vida y la Muerte
FanfictionUn firmamento azul apareció ante sus ojos, y lo que parecían ser las ramas de un árbol enorme lo cubrían de los primeros rayos del sol de la mañana. El cantar de las aves lo trajo de vuelta a la realidad, dándose cuenta más o menos de dónde se halla...