Había seguido al chico de la piel verdosa hasta el árbol donde se encontraba el hueco, pude acercarme lo suficiente a él sin levantar sospecha, para ver lo que hacía. Ahí alcancé a notar lo que captaba tanto la atención del extraño hombre, era una pequeña ave que estaba incubando tranquilamente a un par de huevecillos dentro del árbol que hacía de su hogar.
— ¿Qué es lo que hará?— pensó con desconfianza, — ¿acaso pretende robarle los huevos?—
Sintió coraje cuando ese pensamiento le vino a la cabeza, tal vez después de todo era un vándalo que se dedicaba a robar huevos de aves indefensas. Estuvo a punto de reprenderlo y tal vez golpearlo por la "maldad" que él pensaba estaba a punto de cometer, cuando escuchó que le habló al pequeño animalito.
— Hola, pequeña amiga— escuchó que dijo dulcemente, mientras metía sus manos al pequeño hueco.
Esta vez quedó más confundido que antes.
— O tal vez sólo es un tipo loco que habla con aves indefensas... será mejor que le diga algo antes de que dañe algunos de los huevecillos—
Abrió la boca para pronunciar unas palabras para reprochar al chico, pero no pudo decir nada o producir ningún sonido cuando vio algo que lo dejó completamente sorprendido.
De las manos del piel verdosa salió una leve luz que rodearon al par de huevecitos con su luminiscencia, y de sus palmas un par de estrellas doradas salieron flotando hasta entrar al interior del cascarón. El interior del cascarón brilló un instante dejando ver a los polluelos que yacían dentro. Después de unos segundos que parecieron eternos para él, los huevos se movieron; al principio lo hacían lentamente, pero instantes después estos se movían frenéticos y unos polluelos con su pequeño pico rompieron el cascarón que los mantenía encerrados, mientras le piaban a la madre.
— Bienvenido al mundo pequeñito—
Quedó pasmado por lo que había visto, ¿Qué era lo que había acabado de presenciar? ¿Acaso había sido magia o su imaginación le estaba tomando el pelo? ¿Estaba borracho de nuevo? Miles de preguntas bombardearon su cabeza y ninguna tenía respuesta, lo único que podía decir es que había sido:
— Increíble— dijo casi sin aliento, lo había dicho sin querer mientras seguía contemplando a los polluelos.
Vida se asustó al escuchar la voz que provenía detrás de él, no parecía ser de alguien familiar. Volteó confundido y se vio frente a frente con un humano, con una extraña apariencia. Abrió sus ojos como platos por la sorpresa, ¿Acaso ese humano lo había visto?
— Eso es imposible— pensó para sí mismo algo incrédulo por lo que veía y escuchaba.
Hubiera pensado así y se hubiera tele transportado tranquilamente a Ithis a seguir con sus labores de Dios, sino fuera porque el humano volvió a hablarle.
— ¿Cómo lo hiciste?— escuchó que dijo, estaba acercándose a él con asombro. — Nunca había visto algo así en mi vida—
El dios de ojos verdes observaba a su alrededor con miedo y confusión, no podría estar hablándole a él, ¿cómo era posible que un mortal lo viera y peor aún, que hablara con él? Si esto no era un sueño y era real se vería metido en muchos embrollos.
— ¿Me lo dices... a mí?— preguntó inseguro señalándose a sí mismo.
El chico dejó de mirar el nido donde los pajaritos aún seguían piando. Esta vez frunció el ceño y contestó:
— ¿A quién más le diría? Eres el único en este lugar a parte de mí— volvió la vista al hueco del tronco. —Por cierto, eres muy bueno con este truco, ¿estás practicando para un show o algo así? Tu disfraz es muy llamativo también, por un momento creí que estabas por robar estos huevecillos, perdón por eso—
Vida no supo qué decir, había quedado mudo ante lo que estaba escuchando.
— No necesitas disculparte... ¿cómo es que te llamas?—
Podría arriesgarse preguntándole aquello, necesitaba su nombre para poder preguntarle a Sabiduría sobre el extraño humano que podía verlo.
El otro se quedó turbado sin dejar de mirar el hueco del árbol. ¡Mierda! ¿Qué le diría sobre su nombre? ¡Ni siquiera sabía quién era o cómo se llamaba! Se estaba poniendo cada vez más nervioso, será mejor que le diga la verdad y ver si él podría ayudarle a recordar o saber dónde estaba.
— Sí, es lo mejor...— suspiró.
— Perdón si te incomodé... yo sólo— tartamudeó.
—No, no te preocupes. Sonará extraño pero... la verdad no sé quién soy— dijo alejándose un par de metros del árbol, —desperté en este lugar hace algunas horas y no recuerdo nada de lo ocurrido antes de llegar aquí... he estado preguntando a la gente del lugar pero ninguna me ha dirigido tan siquiera la mirada, sé que podría sonar raro por lo que estoy a punto de proponer pero ¿podrías ayudarme?—
El escucharlo hablar sobre su caso le pareció más extraño y raro, ¿no recordaba nada? En verdad sí era algo fuera de lo normal, pero lo más raro era que los otros humanos tampoco lo veían o hablaban, si es que el humano le decía la verdad. En definitiva tenía que ir con Sabiduría y preguntar sobre esto.
— Sí claro— contestó. —Podría ir con un amigo y te ayudaré, sólo... ¿podrías esperarme en este lugar?—
— ¿No sería más fácil si te acompaño?—
— ¡No!— interrumpió vivamente el Dios de las estrellas. —Tengo que ir yo solo, vendré en un momento no tardo— le advirtió.
El hombre de piel verdosa salió caminando hacia el interior del bosque y antes de que él pudiera replicarle algo más, desapareció en medio de la nada. El humano quedó sorprendido y extrañado, ¿a dónde se había ido y tan de prisa como para no verlo? Ahora tenía algo de incertidumbre sobre si quedarse o no donde le había dicho el otro, era extraño y probablemente sus sospechas de que era un pandillero o mago de la calle eran ciertas. Aunque no se podría quejar de todos modos no tenía de otra, era el único que le había hablado desde hace varias horas. Suspiró cansado y sin apartarse del lugar, se sentó en el árbol donde minutos antes los polluelos habían nacido.
ESTÁS LEYENDO
Entre la Vida y la Muerte
FanfictionUn firmamento azul apareció ante sus ojos, y lo que parecían ser las ramas de un árbol enorme lo cubrían de los primeros rayos del sol de la mañana. El cantar de las aves lo trajo de vuelta a la realidad, dándose cuenta más o menos de dónde se halla...