El viento helado de la mañana acarició mis mejillas descubiertas, haciendo que me diera un leve escalofrío. Intenté acurrucarme y cubrirme con lo poco que traía puesto para mantenerme en calor, pero no era suficiente como para soportar el frío matutino de aquel día. Sentía mi cuerpo cansado y mis párpados me pesaban. Con esfuerzo entreabrí mis ojos lentamente, una luz blanca me cegó por momentos y lo primero que esperaba ver era el monótono color gris de un techo de hormigón, aunque me sorprendí al ver dónde me encontraba.
Un firmamento azul apareció ante mis ojos, y lo que parecían ser las ramas de un árbol enorme me cubrían de los primeros rayos del sol de la mañana. El cantar de las aves me trajo de vuelta a la realidad, dándome cuenta más o menos de dónde me hallaba.
Mi rostro estaba lleno de confusión.
— ¿Dónde estoy?—
Me senté algo desorientado. Entre las palmas de mis manos sentí el picor de la hierba y pequeños pedazos de hoja impregnándose en mi piel. Observé mi mano con detenimiento, levantando consigo pequeñas porciones de tierra mojada y hojas. Me limpié, sacudiendo mi mano en el costado de mi pantalón. Por primera vez vi mi entorno desde que desperté, todo lo que me rodeaba eran plantas y árboles además de pequeñas extensiones de pasto, miré más a lo lejos y había también caminos de piedra que zigzagueaban y alcancé a percibir a la gente que salía a hacer sus rutinas de ejercicios: algunos trotaban, otros paseaban a sus mascotas o incluso unos caminaban tranquilamente por los senderos. Ahí fue cuando mis neuronas reaccionaron: estaba en un parque.
Estaba sorprendido, no sabía el por qué estaba ahí además del por qué había despertado en uno de los jardines de un lugar totalmente desconocido.
Con dificultad me incorporé del pasto mojado, sacudí mis ropas que tenían restos de tierra y piedras que se habían impregnado a mi cuerpo mientras dormía en la noche. Mis piernas de igual manera se sentían pesadas y rígidas; cuando por fin las tenía estiradas y relajadas comencé mi trayecto caminando por el lugar. El andar y despejar mi mente me hizo darme cuenta de que al mirar más a la gente, los árboles y el sitio, nada de estos jardines se me hacían familiares o tan siquiera conocidos, intentaba excavar en mi memoria por mis recuerdos pero nada surgía, mi mente quedaba en blanco. Reflexioné un poco y con curiosidad inspeccioné mis ropas; los bolsillos de mi pantalón, del abrigo y de la camisa debajo de ésta.
Nada.
No había nada.
No sé dónde vivo y ni siquiera tengo billetera o algún tipo de documento con lo que saber mi propio nombre o tan siquiera algo con lo que pueda comunicarme. ¡Caray!... debo ser el ser humano más despistado del planeta.
No le tomé tanta importancia al asunto en ese momento y mejor decidí seguir con mi camino.
...
El tiempo comenzó a pasar. Yo aún rondaba por entre los árboles del parque y sus senderos. Cada vez más gente llegaba al lugar. Algunos iban con sus familias preparando un día de campo, los niños jugaban o mientras tanto otros sólo iban de paso para llegar a donde quiera que fuera su destino.
— Disculpe, ¿podría decirme en dónde estoy?— dije amablemente a una señora que paseaba por ahí, parecía que rondaba los 60 años de edad.
La mujer no se detuvo ante mi pregunta, ni siquiera me volvió la mirada. Tan sólo me pasó de largo como si no existiera.
Fruncí el ceño mientras la veía andar por el sendero. Este era mi tercer intento por conseguir que alguien me diera indicaciones desde hace un buen rato, pero ninguna de las personas a las que les preguntaba me paraba a ver o a tan siquiera escucharme, me ignoraban por completo.
Quedé reflexionando unos momentos sobre aquello, ¿acaso era algo en mi aspecto que no convencía a la gente? Observé mis ropas y para mí gusto lucían normales. Traía puesto un abrigo corto masculino de color negro, unos pantalones de vestir grises, a excepción de un par de tenis deportivos que ni siquiera combinaban con el atuendo "formal" que vestía.
Ahora estaba más confundido que antes. Solté un suspiro y me despeiné mis cabellos con frustración, ahora tocaría hacer otra estrategia. Decidí salir del parque. Seguí uno de los tantos caminos hasta llegar a la entrada que era una simple cancela de fierro que rodeaba los límites. Salí por la enorme puerta y al caminar por algunas de las calles empedradas, me comencé a dar cuenta de que todo lucía muy rústico: las casas, las calles, los locales, además de que la gente del lugar comenzaba a poner sus puestos para vender sus mercancías, era como una especie de mercado, pero apostados en medio de la calle.
El bullicio de los mercaderes se escuchaba por la cuadra, invitaban a pasar a los potenciales clientes para que visitaran sus negocios y les compraran. Señoras ya ancianas iban con sus pequeños carritos para comprar la despensa del día o quizás de la semana. Probablemente me encontraba en un pueblo, mas no se me hacía familiar. Vi en dirección hacia el mercado, necesitaba que alguien me diera respuestas, intentaré volver a preguntar pero perderé la poca dignidad que me queda... bueno, es eso o quedarme aquí para siempre, así que, ni modo.
Crucé la calle por la avenida y me adentré al pequeño tumulto de vendedores y compradores del mercado para así obtener respuestas sobre mi paradero.
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Entre la Vida y la Muerte
FanficUn firmamento azul apareció ante sus ojos, y lo que parecían ser las ramas de un árbol enorme lo cubrían de los primeros rayos del sol de la mañana. El cantar de las aves lo trajo de vuelta a la realidad, dándose cuenta más o menos de dónde se halla...