Capítulo 2 (Parte 3). El extraño hombre.

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Ithis, el reino sobre la tierra, se encontraba especialmente tranquilo ese día. Cada uno de los Dioses de esa tierra mística se hallaban ocupados haciendo sus respectivos trabajos, a excepción de un par de ellos, que se encontraban descansando en uno de los jardines celestiales.

El extenso manto de pasto verde cubierto por el rocío de aquella nueva mañana se prolongaba en toda la pradera que empezaba a sentirse fresca, en especial por la brisa que surgía a aquellas horas en que un nuevo día empezaba, tanto en el mundo humano como en Ithis.

Vida y Muerte se encontraban juntos, disfrutando la vista de la aurora. Los colores naranjas, amarillos y violetas se combinaban como pinturas de óleo en el extenso cielo, haciendo que la imagen fuera digna de poder hacerse en un bello cuadro o enmarcarse en una buena foto, no se distinguía dónde terminaba la tierra y dónde comenzaba el cielo.

El Dios de la Vida se encontraba descansando en el césped mientras que su contraparte estaba sentado al lado suyo. Las cosas habían marchado bien desde que Vida decidió reconciliar su relación con el Dios de ojos ámbar, así que éste lo había invitado a reunirse y poder disfrutar juntos lo que les ofrecía las maravillas de Ithis.

- En verdad es muy hermoso como dices, Muerte- dijo Vida sin apartar la vista del bello panorama, tomando asiento junto con su contraparte.

Muerte sintió que sus mejillas se encendían al ver cómo Vida se acercaba junto a él.

- Sí- asintió devolviendo la vista al amanecer. -Hay veces en que vengo para poder sentirme tranquilo y así empezar con el pie derecho la rutina de siempre-

- Debe ser muy difícil para ti- dejó escapar un leve suspiro de arrepentimiento, - sabes que en verdad lo siento por todo-

- No necesitas disculparte Vida, ya pasó y no te culpo por todo lo que ha pasado con nosotros anteriormente. A decir verdad, lo entiendo-

- Es que en verdad no siento que sea suficiente sólo con disculparme, ni aunque pasen más de miles de años...- murmuró el chico de ojos verdes con un tono de culpa en su voz.

Muerte lo miró con aprecio, nunca lograría odiarlo por eso, era cosa del pasado y éste siempre le sería devoto, aunque Vida no supiera cuanto era su amor por él. Siempre lo acompañaría incluso hasta el final de los tiempos.

- ¿Sabes? En verdad no es muy difícil ya que...- se acercó al chico de las estrellas y en acto sorpresa que ni siquiera Vida esperaba, le propinó un tierno beso en la mejilla. - Tu compañía me hace sentir muy feliz-

El Dios de ojos ambarinos tratando de disimular su sonrojo, se levantó de donde descansaba y empezó a caminar hacia el sendero que los conducía a la salida de aquella pradera, para llegar a dónde residían los Dioses. Vida quedó rojo cual tomate ante el acto de su contraparte, sin duda no lograría acostumbrarse ante esas demostraciones y eso que era la segunda vez que pasaba. Tocó su mejilla con los dedos, donde Muerte le había besado, aún se sentía cálido.

- ¿Cómo es que él me hace sentir así?- se preguntaba tapando su cara con ambas manos, ante la vergüenza que le hacía recordar la escena.

- Vamos Vida, ¿vienes?- decía Muerte a lo lejos.

- ¡Sí, ya voy!- dijo éste incorporándose rápidamente tratando de serenarse.

Duraron un rato más juntos y se despidieron para poder comenzar con su jornada de trabajos en la Tierra, cada uno se tele transportó a los lugares donde comenzarían su labor.

Entre la Vida y la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora