Capítulo 9 (Parte 4). Fragmentos descubiertos.

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Leo se encontraba sentado en un sillón mediano en una pequeña sala donde había miles de libros en grandes estanterías en las paredes. Aún no tenía muy en claro lo que sucedía con él en esos instantes y menos con las personas que lo habían llevado hasta ahí. En primera, todo le parecía un sueño o por lo menos una mala broma que quizás le estaban jugando. En segunda, aún no podía creer por completo en que ellos sean "dioses".

Era claro que había visto la demostración de... el chico de mechón naranja (aun no se acostumbraba a llamarlo "Muerte"), pero ahora que lo pensaba, eso cualquiera lo podía hacer con un par de trucos de luces, espejos o algo por el estilo..., sin embargo, ahora que lo recordaba mejor, la tele-transportación que hizo Vida también parecía haber sido sumamente real (e incluso aunque había pasado tiempo, todavía no podía mover las piernas, algo que comenzaba a asustarle).

De verdad era tan... surreal todo aquello. Terminar sin memoria, sin identidad, sin nadie que lo reconociera y en un mundo, quizás el cielo (probablemente ya muerto y ni cuenta se daba), en el que estaba conviviendo con dioses y al parecer había más de ellos en ese lugar, además de Amor, Muerte y Vida. Ahora que lo pensaba mejor, quizá la doctora que lo salvó de morir también lo era.

A la llegada de la biblioteca, en cuanto abrieron la enorme puerta de vitrales le presentaron a Sabiduría, un hombre de piel y cabello naranjoso y con un aire muy intelectual, que era dueño de la biblioteca a la que lo habían traído. Vida y los demás lo dejaron en el sillón, según le dijeron para que se sintiera cómodo y también para hablar sobre lo que harían a continuación para "hacerlo recordar", palabras que le parecieron bastante raras, ¿cómo tenían pensado hacer que recordara?

Ya lo había hecho con Muerte en el bosque, con fragmentos de lo que parecían ser ellos dos siendo una pareja muy feliz. Sin embargo, con la revelación hecha por ellos sobre que eran seres sobrenaturales, llegó a pensar que en realidad todo lo que sucedió era falso, una errónea ilusión que creo su cerebro infundándole falsos recuerdos.

Se quedó cabizbajo al rememorar aquello.

En ese momento perdía cada vez más la tranquilidad, pensando en su interior en los medios que usarían para llevar a cabo el plan de hacerlo recordar.

Estuvo solo un rato tomando una bebida que, por tan increíble y surrealista que parezca, un robot le había servido. Al principio casi se asustaba al verlo pero se tranquilizó cuando Sabiduría le explicó lo que era, "lo siento si te asustó, es uno de mis play-bots y es mi sirviente, así que si necesitas algo pídeselo cuando gustes". Todo fue raro en ese momento aunque no todo era tan malo, la limonada que le sirvieron sabía muy deliciosa (que por cierto, ya iba por el segundo vaso). Ahora solo observaba la vasta colección de libros que poseían en esa sala; veía desde los clásicos de la mitología antigua situados en lo más alto de la estantería, hasta las novelas más actuales ubicadas en la parte inferior, algo muy impresionante para él. Nunca había llegado a ver tantos libros en su vida...

- ¿Entonces ese será el plan definitivo?- escuchó que susurraba la pequeña diosa.

- Sí- le respondió alguien, que por la voz, atinó a deducir que era Vida.

Todos estaban en una habitación aledaña un poco cerca de la sala donde él se encontraba. Llevaban unos 10 minutos dentro, discutiendo. A veces él lograba escuchar unas partes de la conversación, ya que por alguna razón unas cortinas muy gruesas (como el de los telones de los teatros) hacían de puerta por lo que en ocasiones lograba entender los susurros y cuchicheos de su "plan". Aunque no se había logrado enterar de gran cosa la verdad.

Finalmente, después de un par de minutos, salieron los 4 y lo rodearon como si estuvieran a punto de golpearlo, lo miraban con tanta seriedad y escrutinio (bueno, solamente la pequeña Amor, Vida y Sabiduría lo veían así, Muerte sin embargo solo lo veía con un poco de preocupación) que Leo solo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Éste no atinó qué hacer y solo sorbió nerviosamente un poco de la limonada que aún quedaba en su vaso.

Entre la Vida y la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora