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''A diferencia de como me veo, yo no juego

Yo no jugaré contigo 

La gente dice que tengan cuidado con un tipo como yo

Dicen que no confíes en un tipo como yo

¿Qué sabes de mí? ¿Me conoces?

Yo soy un buen chico.''

Good Boy - GD & Taeyang. 


Esa noche solo habíamos salido del cuarto con Ji Min y recorrido gran parte del lugar, hubo sectores también que no se podían entrar, "no ahora" había dicho Ji Min e imaginé lo más bizarro que se me ocurrió que pudiera haber tras esas puertas.

Luego de eso, volvimos sin más hacia el dormitorio, donde Jung Kook junto a su grupo estaban ahí.

—¿Ya fuiste a ver a Montgomery? —Preguntó Ji Min, Jung Kook no contestó—Has estado raro—Comentó el rubio con desinterés, muy por el contrario Jung Kook reaccionó de modo más hostil, más hastiado.

—¿Es acaso posible que todos dejaran de repetir eso?—Y tomó del brazo a una chica que entraba para que lo hiciera más rápido.

—Lo es, si tan solo comenzaras a hablar—Ambos chicos hablaban con naturalidad, como si simplemente fueran dos amigos en un bar y no secuestradores con 16 presas.—Entiéndelo, Jung Kook, no es normal verte así, uno solo puede pensar que algo anda mal y es más lógico pensar que es relacionado con nuestro trabajo.

Jung Kook no respondió absolutamente nada, tan solo se dispuso a tomar un juego de llaves que estaba sobre una pequeña mesa al pie de las camas apiladas y caminó en dirección a la puerta:—Termina tú aquí—dijo antes de salir por la puerta y desaparecer al doblar el pasillo.

Ji Min quedó solo con todas nosotras, a lo que provocaba a mí cabeza pensar sobre una posible rebelión, pues dieciséis contra uno me sonaba bastante favorable.

Pero yo ya no confiaba en eso, ni en finales felices ni en mi suerte, por lo que permanecí quieta tan solo observándolo como este aún permanecía mirando la puerta, sorprendido por el acto de Jung Kook.

—Por favor, vayan a dormir. Mañana comenzarán temprano, así que descansen.—Ji Min era amable, ajeno por completo a todo, casi podía hacerte creer que te encontrabas en su casa de estadía y no en un prostíbulo.

La mayoría reaccionamos a la orden de Ji Min, y es que obedecerlo era más fácil que al resto puesto que no infundía un miedo que te paralizaba y entorpecía. Comenzaron a meterse en las camas, pasando una a una frente al rubio.
Dudaba si realmente entraríamos todas.

Cuando, detrás de una chica, iba de camino hacia un lugar que ya había visualizado, Ji Min me tomó de la muñeca deteniéndome. Lo miré curiosa y este me devolvió la mirada junto a una sonrisa, como diciéndome que no me preocupara, pero no me dijo nada, sino que se dirigió a todas las otras chicas.

—Por favor sean obedientes y duerman sin hacer escándalos, el resto de mis compañeros no son tan comprensivos como yo.

Entonces, dio media vuelta y caminó en dirección a la puerta, arrastrándome de manera delicada detrás de él, apagó las luces de la habitación antes de pasar el umbral, soltó mí muñeca para cerrar la puerta con llave y entonces, luego de la eternidad que suponía para mí su conjunto de movimientos, se volteó hacia mí.

—Ven—dijo con una sonrisa de lado y caminó por el pasillo.

No había tomado mí muñeca esta vez, y tampoco se había quedado esperando que me moviera, mucho menos caminaba detrás de mí observándome, sencillamente echó a andar sin más, sin preocuparse si lo seguía o no, quizá estaba muy seguro de que yo lo seguiría o simplemente sabía que no podría escapar aunque lo intentara.

Fue realmente una distancia corta, no más de medio pasillo, donde abrió una de las puertas de madera. Una habitación blanca hacía resaltar el platino del cabello de Ji Min, así como el bordó en su camisa, el ceñido pantalón que se ajustaba a sus anchas piernas. Todo en el sujeto resaltaba ante una clara luz.

Parecía una especie de enfermería, mucho más pequeña que la del otro lugar y mejor cuidada también, parecía realmente un lugar esterilizado, el aroma etílico inundaba apenas entrar, era tal cual a las enfermerías de las escuelas, pequeñas y prácticas.

Dentro no había nadie, dos camillas se posicionaban al fondo del pequeño lugar, ambas con sus respectivas cortinillas.

Ji Min se plantó frente a una y me miró, asumí por un gesto suyo que quería que me subiera en ella. Me senté en la camilla, quedando frente a él que aún se mantenía de pie, y permaneció un rato, con una sonrisa y su mirada en mí.

Había quedado pasmada ante su mirada, completamente perdida, pues no podía leer sus ojos, no podía ni siquiera imaginar en que estaría pensando al mirarme, hasta que un frío literalmente me quemó la cara.

Tardé en percatarme de los movimientos del chico, tarde me di cuenta que este había colocado  hielo en mi cara, cerca de mí ojo.

—¿Cómo fue?—Preguntó amable.  Lo miré sin entender largos segundos hasta que el añadió—Vamos, dime cómo es que tú ojo terminó morado. No lo tenías así anoche.


Hasta Romperte¹ |J•J•K|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora