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''Algo tiene que ceder, algo tiene que romperse. 

Pero todo lo que hago es dar, y todo lo que tú haces es tomar. 

Algo tiene que cambiar, pero se que no lo hará.

No tener razón para quedarse es una buena razón para irse.''

Something's gotta give - Camila Cabello


Fátima

¿Qué miraba?

Pensé que sería lo que aquel muchacho me preguntaría, en lugar de eso, solo se quedó por ahí. Sin prestarme atención, sin querer interrumpir en mi desgracia. 

pues no hacía más que mirar la nieve que aun caía en pequeñas manchas blancas. La miré caer y la miré en el suelo también, siendo eso bastante correcto si lo pensaba: pues no había otro lugar para lo puro, era ahí donde terminaba lo blanco, lo puro y bueno; pisoteado en el suelo y, eventualmente, solo olvidado.

Pero comprendí que Sannes no sería solo un recuerdo y dolor de estación, él estaría siempre presente. No se marcharía en primavera para volver en invierno o, en casos como hoy, cuando el destino lo crea correspondiente. 

Entonces, si sabía que no habría más que añoranza y tristeza en el resto de mi vida, ¿Por qué seguiría? Bueno, era eso en lo que pensaba cuando caminé hacia Jung Kook. 

—Jung Kook—Le llamé cuando la acogedora morada, alzada junto a mí, no me pareció como tal y su calidez no hizo otra cosa más que hacerme temblar. Seguí mi camino hasta estar detrás de él, quien no me miraba, sino que aun estaba de espaldas a mí, ahora solo un poco más atento a mí—¿Cuánto tiempo más piensas dejarme llorar?—Pregunté calma. 

Su silencio era justo lo que esperé obtener,—O, bueno, esperar a que lo haga.—Me corregí. 

Ni una sola lágrima había podido rodar por mi mejilla, las imágenes y recuerdos sí se habían amontonado en mi cabeza, pero nada había logrado que me librara de la agonía llorando. 

—Lo siento—Murmuró mi joven amigo. 

En ese momento estimé el porqué, porque solo me quedaba un método para librarme; Y sí, Jung Kook, yo también lo sentía. 

—Mírame—Le imploré súbitamente, a lo que él no respondió.—Por favor—Insistí.

Al chico le tomó unos segundos hacerlo, como si pensara la prudencia de eso o, más aún, si quisiera adivinar su finalidad antes de que ocurriera. No importó el tiempo que le tomó, sino que finalmente lo hizo y, así, vi un rostro tan indescifrable e impenetrable como le habían acostumbrado a ser. Pero estaba bien, no era necesario que mostrara su corazón, yo ya sabía lo que había en él.

Caminé los cortos pasos que quedaron de distancia entre nosotros y, tan cerca uno del otro, puse mi mano alrededor de su cadera—Tienes que hacer algo por mí, Kookie—Él ni se inmutó mientras que yo, en cambio, ya podía sentir paz de solo imaginar lo que sucedería.—Yo,—Sonreí—Ya no puedo seguir, ya no.—Finalicé mientras que, a su vez hallé el frío objeto oculto entre el pantalón; el arma. 

Reaccionó entonces cuando toqué su arma, sin alterarse, solo tomó mi mano. 

—Bien—Dijo este. Un alivio recorrió mi pecho al escucharlo, aunque ya podía adivinarlo puesto que él no sería de los que repararan en la insignificancia de tener que apreciar la vida; él lo entendía—Voltéate.—Pidió a la vez que retrocedía en pequeños pasos, me giré cuando vi su mano bailar sobre el objeto y, segundos luego, tener ya el arma en su mano. 

Hasta Romperte¹ |J•J•K|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora