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''Ahora estoy atrapado en algo, mi eterno sufrimiento.

Buscando el significado de todo esto, pero no tengo nada.

Esta tristeza interna se desvanece ahora en la oscuridad. 

No se a dónde iré cuando muera, pero debe ser mejor que esto.''

Redeemer - Palaye Royale.  


Jung Kook.

Cuando algo no cuadraba en mi lógica, acudía a nadie más que a mí mismo para resolver las incógnitas de la vida y por eso, quizá, cometía tantas equivocaciones. 

Se decreta por ley lo imparcial que resulta el monopolio, por ello, si hubiesen unos dos únicos medios de información públicos y ambos fueran del mismo partido ¿Se está llevando a cabo una evaluación realmente? 

Si yo mismo, proclive a equivocarme, efectuaba cada particularidad en mi vida, las equivocaciones atestarían entonces. 

Cuando ni siquiera tu misma ideología bastaba, solo quedaba perderse en los problemas y las promesas; porque si no podías hacerlo tú, era más sencillo convencerse de que alguien sí podría; era ese punto medio entre reconocer la existencia de esos desastre pero no la responsabilidad para eliminarlos. 

Y esto, quizá, sería otra mala decisión. 

—Era realmente enorme, esa serpiente ¡Era inmensa!—El pequeño de apenas 5 años se emocionaba por poco e ignoraba lo grande; como debía ser, puesto que poco era lo que en este mundo no había sido arruinado, grande era lo que sí. 

Siempre aparecía de la nada, cada vez que me sentaba sobre la colina más alta del mundo, él regresaba. Mi mirada rondó por su ropa hecha jirones y su sonrisa de felicidad; siempre supe que a él no le importaba sus pantalones desgarbados y cortos, menos una chaqueta que, de haberse tratado de un niño menos hiperactivo, no apocaría al frío.

—¿Dónde la has visto?—Le pregunté, sintiendo que esa sonrisa se reflejaba en mi propia cara. 

—En el castillo—Contó mientras tomaba un lugar a mi lado—Es amiga del rey, me lo ha dicho él.

Detrás de las inmensas tierras inclinadas, se mostraba una hermosa mansión, una realmente con la apariencia de un castillo; era una arquitectura apta para fomentar la imaginación de un niño.—Pero sabes...—De pronto el atardecer que admiraba desde hacía una eternidad comenzó a ocultarse con mayor velocidad, llegando la noche sin estrellas y volviéndose la diafanidad de la mañana la protagonista de unos minutos más hasta que, finalmente, el atardecer apareció otra vez y se repitió aquel tiempo perdido de manera irrecuperable. En todo ese lapso, mi pequeño amigo no volvió a soltar palabra, esperando el momento indicado de decirlo quizá.—Ella me dijo algo malo.—Sentenció.

Con la experiencia a mi favor, calmé su angustia imprevista con mi mano, acariciando las suaves hebras de su cabeza, el manto oscuro se sacudió dócil bajo mi palma.

—Suelen hacer eso las serpientes—Confesé con la verdad latiendo en mis recuerdos—No debes escucharla, mienten mucho. 

En cada oportunidad que lo veía, trataba de reescribir el camino del niño, quería evitar que tomara la decisión que marcaba un camino recto sin retorno; y si lo pensabas, todavía era injusto. No se podía poner situaciones tan cruciales y definitivas en manitos tan pequeñas y primitivas aún. Debieron haber dejado que jugara un poco más. 

Hasta Romperte¹ |J•J•K|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora