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''¿Sabes en lo que te has metido?

¿Podrás aguantar lo que estoy por hacer?

Porque está a punto de ponerse duro para ti,

Estoy aquí para tu entretenimiento.''

For you entertainment - Adam Lambert.





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...Y entonces pensaba, ¿Cuál era el punto de todo esto?

Y mientras lo pensaba, la desesperación comenzó a pesar.

El sudor comenzó a correrme por el cuerpo, y se me dificultaba respirar. Era una crisis, una parálisis, la desesperación era insufrible. Ya no lo aguantaba más.

Ya basta...

Sin reparar en la presión bruta que Jung Kook hacía en mi cuerpo para obligarme a mirar, comencé a agitarme, forcejeando frenética aunque eso me hiciera daño. Los nervios totalmente desencajados.

Pero sin importar cuán alterados fueran mis movimientos, no eran más que inútiles frente a alguien aún más desencajado que yo. Porque lo estaba, Jung Kook parecía fuera de sí.

La respiración de Ji Min se acompasaba, y tan atenta estaba a este hecho que, incluso cuando Jung Kook terminó soltándome y alejándose, no aparte mi vista de aquel rubio, cubierta toda su camisa rosa de sangre.

Soltó el bate, pero continuaba mirando al inerte individuo, él mismo parecía esperar a calmarse un poco.

—Vaya...—dijo recomponiéndose. Sentí abarrotadas ganas de llorar cuando su dulce voz resonó en ecos por el cuarto, y es que alguien como él no debería estar ahí, no podía creerlo y tampoco quería hacerlo.—¡Oye!—Exclamó, pero con tranquilidad. Me paralice cuando me miró. Pero él no podía verme, se suponía que no podía.—El que sea que esté ahí, deberías venir a ayudarme ¿no crees?—Dijo serio, queriendo parecer molesto—Kookie, Jin... Se han desaparecido todo el día, no me sorprenderían que ambos estén ahí.—Jung Kook reía a mi espalda.

—Amaría que pudiera vernos, a la vez, amaría más ver su cara cuando sepa que le viste.—Y reía, y reía...

El porqué a Jung Kook le gustaría eso no lo entendía, puesto que desconocía lo que el mismo sujeto creía que pasaba entre Ji Min y yo, refieriendome al hecho concreto de que no había modo de que a Ji Min pudiera importarle si lo veía, sencillamente.

Entonces la idea de cruzarme con aquel sujeto me alteraba, y más aún porque sabía que así sería.

Lo vería, lo vería siempre... A ese asesino.

—Bien—volvió a suspirar. Sacó, a la altura de la cintura y enganchado a su cinturón, una radio. Limpió con su mano los rastros de sudor de su rostro mientras aún miraba el cuerpo—...1-1-2...—Le dijo al aparato a la vez que oprimía un botón rojo. Soltó ese botón, dejando escuchar las interferencias de las radios hasta que la voz suave de una mujer se recibió de manera mecánica.

—Recibido 1-1-2. Adelante, Lust.—pidió ella.

—Son códigos de identificación...—Susurró el chico a mi espalda que, para mi sorpresa se había tomado la libertad de acercarse nuevamente a mí, pegando su aliento en mi cuello—...y nombres claves.—Explicó.

Hasta Romperte¹ |J•J•K|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora