Capítulo 1: El campamento

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Hoy era el gran día, el maldito campamento de verano. Realmente no tenía ninguna gana de ir, pero sus abuelos se ofrecieron a pagarle éste para que se relacionara más.

Kellin era un chico bastante tímido y callado, no le gustaba resaltar entre la gente. Su ropa amplia y de colores pastel reflejaban su personalidad. Era muy tierno y cariñoso con las personas que quería, entre ellos, la que más su madre.

Debido a que su padre los abandonó cuando era muy pequeño y apenas tenía recuerdos de él, mantuvo un amor incondicional con su progenitora. Iban a todos sitios juntos y compartían sus secretos, mas uno le jugó una mala pasada.

Cuando acabó el curso, se armó de valor para decirle a su madre que era gay. Kellin realmente pensaba que se lo tomaría perfectamente, como todas las cosas que le había contado, pero no fue así.

Estuvo un par de días sin dirigirle la palabra hasta que no aguantaron más ninguno de los dos y lo hablaron correctamente. No se llegaron a entender del todo, pero Kellin quedó satisfecho con que su madre no le tomara por un bicho raro, sino que siguió siendo la misma madre amorosa de siempre.

Remontándonos al presente, estamos a primeros de julio. Kellin ya había hecho las maletas para el campamento, el cual duraba un mes.

Estaba preocupado de que se rieran de él ya que no había metido mucha ropa, no sobraba el dinero en casa. Destacaban los suéteres anchos de colores claros y los vaqueros pitillo.

Después de revisar la maleta por quinta vez en el día, bajó al salón donde le estaba esperando su madre.

Se la encontró sentada en un sillón marrón de la sala, moviendo los pies insistentemente como muestra de nerviosismo. Era una mujer aún en el principio de sus cuarenta años y muy atractiva. La quería demasiado, lo había dado todo por él aun sabiendo que le podía perjudicar.

Se quedó en el final de la escalera con la maleta en brazos observándola.

— Mami, ya estoy listo — la llamó. Ésta se giró con una cara extraña que preocupó al chico.

— Qué bien, cariño. Los abuelos te están esperando en la calle para llevarte al campamento.

— ¿Te pasa algo? Te noto un poco triste — se acercó más a ella y dejó las cosas en el suelo.

— No Kells, es solo que estoy muy feliz porque vas a conocer a muchos amigos nuevos — empezó a lagrimear y acto seguido fue abrazada por Kellin.

— No te preocupes, mamá. Estaré bien, te lo prometo. En menos de un mes me tendrás de vuelta en casa — apretó una última vez el agarre y se soltó.

— Seguro que te lo vas a pasar en grande, hijo. Ahora ve con tus abuelos, pero prométeme que me llamarás todos los días, ¿sí?.

— Claro — le sonrió y recibió un beso en la frente que le entristeció un poco. Estaban muy apegados y nunca habían estado tanto tiempo separados el uno del otro — Me voy ya, mami. Ten el móvil en carga, eh — advirtió riendo cogiendo su maleta y dirigiéndose a la puerta principal.

— Descuida, siempre estará con el porcentaje completo — ambos rieron y Kellin abrió la puerta para salir — Ah Kellin, te quiero, no lo olvides.

— Te quiero — contestó de vuelta cerrando seguido.

Escuchó el claxon del coche de sus abuelos y fue corriendo hacia allá.
Le recibieron con abrazos, casi parecía que no le habían visto en mucho tiempo cuando ayer mismo estuvo en su casa.

Dejó sus pertenencias en el maletero y se subió al coche. Comenzaron a charlar sobre lo que iba a hacer, aunque después de quince minutos todos callaron y empezaron a oír la radio.

Kellin agarró sus cascos y puso su playlist favorita para comenzar a divagar en sus pensamientos.

No quería ir al dichoso campamento, ¿por qué? Simple, no era muy bueno en las relaciones sociales y esto lo requería.
Tampoco quería que se rieran de él, ya tenía suficiente con que lo hicieran en el instituto por ser "muy poco masculino". ¿Qué culpa tenía él de que no le atrajese el fútbol o las chicas? Cada quien tiene sus gustos, o así opinaba él.

Después de cerca de media hora de trayecto, llegaron al lugar.
Era un sitio situado en las montañas, todo verde. No era precisamente barato entrar en el campamento, por eso llegaba dos días más tarde que el resto de los chicos.

Se preocupaba por si iba a estar excluido del resto de sus compañeros. Seguro que ellos ya tenían su grupo de amigos y no encajaba un marginado como Kellin.

Pese a ser bastante alegre solía tener pensamientos pesimistas con respecto a la opinión de las personas. Era algo que quería cambiar, debido a que le afectaba mucho.

Una vez bajados del coche con todas las cosas necesarias, marcharon hacia una pequeña recepción para dar parte de la llegada del joven.

— Kellin Quinn, ¿verdad? — preguntó una mujer de unos treinta años vestida con un atuendo color caqui bastante llamativo.

— Así es, es mi nieto.

— ¿No llegan dos días tarde? — preguntó presuntuosa la recepcionista.

— Sí, lo hablamos todo con el dueño del campamento. Está arreglado.

— Perfecto — sacó un papel que se lo extendió al más pequeño — Firma aquí, junto al nombre de tu compañero de habitación.

— Claro — contestó bajito Kellin escribiendo su nombre, observando al mismo tiempo el de su compañero.

¿Vic Fuentes? Parece simpático — pensó.

.

.

.

¡Holi!

Nueva historia, nuevo capítulo.

Espero que os guste mucho. Me temo que va a haber mucho drama.

Kellin es un amorcito que se merece ser protegido por todo el mundo.

Bueno, no tengo nada más que decir aparte de que la disfrutéis y me comentéis si os gusta.

Besis a todes 💞

Att: Yaiza

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