Capítulo 3: Compañeros de habitación

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Kellin salió de la cabaña en busca de la recepcionista para arreglar este malentendido.

Aunque no era un malentendido del todo, él no se había equivocado en absoluto. Si Vic no quería compartir habitación se tendría que aguantar, para eso estaba ahí.

Con paso ligero y la maleta a cuestas se dirigió a la mesa que hacía de recepción. Allí estaba la misma chica que hacía un rato le había dado la llave de su habitación.
Una vez en frente de la mujer con extravagante ropa se aclaró la garganta para poder hablar claro.

— Pe-perdona, me parece que te has confundido de habitación. La número 27 está ya ocupada y el chico dice que no la va a compartir.

— ¿Vic Fuentes? — preguntó.

— Sí. Al entrar a la cabaña me ha echado.

— Entiendo — contestó pensativa — Temía que esto pasaría, pero no te preocupes, en un momento tendrás habitación. Espera aquí.

— Gra-gracias.

Kellin vio a la chica alejarse y entrar por una puerta situada detrás suya. Estuvo esperando unos minutos hasta que oyó pasos acercarse.

Caminando junto a la recepcionista estaba un señor algo más mayor que ella, cerca de los cincuenta años. Suponía que era el dueño del campamento, ya que llevaba ropa y complementos algo lujosos.

— Kellin Quinn, bienvenido al campamento — levantó la mano con una sonrisa para estrecharla con el menor.

— Gracias — sonrió tímido soltando el agarre.

— Me han contado que has tenido ciertos problemillas con tu compañero de habitación, ¿es cierto eso?

— Sí, bueno. No quiere compartirla y me ha dejado en la calle con las cosas.

— Vaya, esas son conductas intolerables en este campamento. Vamos a hablarlo con él. Acompáñame, chico.

— Claro.

Ambos partieron camino a la cabaña número 27. Kellin estaba preocupado, ¿y si Vic le volvía a rechazar? En ese caso no podría acudir de nuevo al dueño, tendría que actuar él mismo.

Otra vez estaba en frente de la puerta. No se atrevía a llamar, por lo que lo hizo el más mayor.
Tras dos ligeros golpes a la madera, unos segundos después se abrió mostrando a un chico bajo sin camiseta.

— ¿Otra vez tú aq- — se cortó a media frase al notar la presencia del dueño del lugar — Oh, es usted. ¿Qué sucede?

— Verás Victor, sé que tus padres hablaron para que tuvieras una cabaña para ti solo, pero surgió un inconveniente de última hora y Kellin vino. Al igual que tu hermano, te va a tocar colaborar en esto y convivir con este chico. Seguro que os hacéis grandes amigos.

— Verás Jonathan, aprecio que me avises, pero me niego a compartir nada con éste — miró de arriba a abajo con asco a Kellin quien se sintió intimidado.

— Lo siento Victor, pero vas a tener que acatar las órdenes por una vez.

Soltó un suspiro de exasperación apartándose de la entrada — Te vas a arrepentir de esta — dijo señalando al dueño mientras éste sonreía al haber conseguido su objetivo.

Se despidió de los chicos y Kellin algo temeroso entró de nuevo a la habitación. No pronunció ninguna palabra, Vic realmente estaba enfadado.

¿Le tenía miedo? Sí, no sabía cómo podía actuar esta vez. Por otro lado, tenerlo con el torso descubierto le desconcertaba y avergonzaba más.

Se sentó en la cama que no estaba ocupada y acomodó su ropa en ésta. Poco a poco la sacó toda para poder guardarla en el pequeño armario que anteriormente había usado.

Cuando se levantó para proceder a meterla en la cajonera, Vic se interpuso en medio de él y ésta.

— No, no. Aquí se siguen mis órdenes, si quieres hacer algo, primero me tienes que preguntar a mí.

— Oh, ¿pu-puedo guardar la ropa?

— Está bien, pero antes déjame echarle un vistazo — le quitó las prendas sin ningún cuidado y fue tirándolas una a una al suelo — ¿Y estos colores? Qué eres, ¿una chica?

— Son mis jerséis, déjalos — se agachó a recogerlos pero Vic puso su pierna encima para evitar que lo hiciera.

— No me digas que te vas a poner a llorar, te creía más masculino, aunque viendo esto creo que no.

— Que lleve ropa de estas tonalidades no me hace menos chico — respondió con los jerséis en la mano y poniéndose de pie.

— Como tú digas, guapa. Haz lo que quieras — se retiró de ahí y se lanzó a la cama.

Kellin algo incómodo con la situación siguió con lo que estaba intentando hacer. En todo momento sintió una mirada en la espalda, Vic no paraba de observarle y lo hacía conscientemente.

Al acabar, se giró para encararle. El moreno no retiró la mirada aunque le hubiera pillado en el acto, al contrario, llevaba una sonrisa burlona dibujada en el rostro.

— ¿Qu-qué pasa? — preguntó el pelinegro sentándose en su cama.

— Realmente eres como una niña.

— No soy una niña. Soy Kellin — frunció el ceño haciendo reír al otro chico.

— Conque así te llamas, vaya. Me esperaba un nombre más marica, pero contigo me basta.

— ¿Vas a seguir así todo el día? — preguntó cansado.

— Siempre — le guiñó el ojo haciéndole sonrojar.

Odiaba ser tan tímido, pero algún día tendría que socializar, o eso le aconsejaba su madre. Empezó a recordar a su familia y ya les empezaba a echar de menos.

Se quedó pensando en cómo sería estos días en el campamento. ¿Haría amigos? Esperaba que sí, sus abuelos no se gastaron el sueldo en vano.
Dentro de unas horas comenzarían las actividades en grupo y estaba nervioso por ello.

Un pequeño sonido le sacó de su ensimismamiento. Pestañeó varias veces y se dio cuenta de que había sido Vic. El castaño le miraba divertido y Kellin le respondió con una mirada de curiosidad.

— ¿Tan bueno estoy como para que no puedas evitar observarme?

— Y-yo... N-no estaba...

— Claro, claro. Excusas, excusas — se giró en la cama dejando al pelinegro completamente rojo. Sin querer había estado mirando en su dirección mientras pensaba.

Espero que nos llevemos bien — pensó.

.

.

.

¡Holi!

Al final les toca convivir juntos, ¿se llevarán bien o no?

Besis para todes 💞

Att: Yaiza

Summer Camp |Kellic|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora