Capítulo 4: Comienzan las actividades

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Kellin se había quedado toda la tarde solo en la cabaña, ya que Vic había desaparecido tras la extraña conversación que habían tenido.

Había conseguido organizar sus cosas aun con las condiciones del moreno. Pensaba que su compañero sería un chico amable y respetuoso, pero resultó ser todo lo contrario.

Como no tenía nada que hacer hasta dentro de un rato que sería la primera actividad, cogió su teléfono -que por misterios de la vida se lo dejaban usar- y marcó a su madre.

Un par de tonos después, descolgó.

¿Kellin? ¡Hijo! Cuánto tiempo — contestó muy animada Mary.

— Mami, esta misma mañana me he ido de casa — rodó los ojos aunque su madre no le viera.

Ya lo Kells, pero ya te echo de menos — fingió una voz triste que hizo reír a ambos — Y cuéntame sobre el campamento, ¿ya has conocido a tu compañero?

— Algo así, he tenido ciertos problemillas con Vic pero por ahora normal.

¿Problemillas?

— Sí, bueno. Se ve que no estaba muy a la labor de compartir habitación, pero al final cedió — no le quiso contar todo el asunto para no preocuparla. Era tan sobreprotectora que podría ir hasta allá sólo para regañar a Vic.

¿Habéis hablado para conoceros?

— No mucho. De hecho, se fue al poco de yo llegar y aún no ha regresado.

¿Y le has comentado sobre tu... caso? — preguntó insegura.

— ¿Mi caso? ¿Qué caso? — realmente no sabía a qué se refería su madre.

Ya sabes, que no te gustan las chicas sino los chicos.

— Mamá, no tengo por qué ir contándolo por ahí. Si él fuera heterosexual no me lo diría — estaba cansado de que lo tomara como si fuera raro. Simplemente le gustaban los chicos, a ella también y no por ello es diferente.

Yo si conviviera con alguien así y tuviera que dormir con él, me gustaría saberlo.

— ¿Podemos cambiar de tema, por favor? — estaba empezando a sentirse mal y no quería llorar al teléfono con ella.

Claro, cariño — contestó reconfortante — ¿Has desempaquetado la maleta?

Luego de charlar por unos 20 minutos sobre temas banales, colgó la llamada y se tumbó en la cama.

Apenas llevaba medio día allí y ya echaba de menos su casa. También el haber llegado dos días más tarde le había perjudicado. Mientras Vic estaba con sus nuevos amigos, él estaba solo en la habitación sin hacer nada hasta la hora de la actividad en grupo.

Él no era un chico muy sociable, pero solía tener a alguien con quien poder charlar y contarle sus inseguridades. Aquí lo veía complicado, pero ya no había vuelta atrás.

Kellin no quería ir al campamento de verano, mucho menos un mes entero alejado de su familia. Sin embargo, la cara de sus abuelos al contarle la "fantástica" -como ellos pensaban- noticia le hizo aceptar. Además, iba a pasarse ese mes prácticamente solo en casa debido a que su madre casi no iba a estar, por lo que terminó accediendo.

Empezó a sentir su vista cada vez más pesada y poco a poco fue cerrando sus ojos. Sin quererlo, se quedó dormido en un sueño profundo. En el mismo, podía ver el momento en que su padre los abandonó. Aparecía él junto a su madre, unos años más jóvenes y sumamente tristes. En ese instante no tenía mucha idea de lo que iba a pasar y lo que eso conllevaría, pero más tarde lo comprendió. Su padre se despedía como un día normal, en cambio no era así, su rostro expresaba otra cosa. El mayor le dio un beso en la cabeza y se fue de casa sin más, aunque no lo llegó a volver a ver nunca.

Un llamado cerca de su cuerpo lo comenzó a despertar. Cuando abrió los ojos vio a Vic en la cama de al lado diciendo su nombre. Kellin se enderezó en su sitio y fue ahí cuando notó sus mejillas húmedas. Había estado llorando dormido. Las limpió con la manga de su suéter y se giró hacia el moreno para poder mirarle.

— ¿Qué hora es? — preguntó aún algo adormilado.

— Son las siete y veinte, date prisa que en diez minutos tenemos que estar con los demás chicos — contestó Vic levantándose de la cama y cogiendo su llave.

— S-sí, ya voy — hizo lo mismo que el castaño y se puso los zapatos.

— Oye, ¿te pasa algo? Estabas llorando cuando he llegado.

— No te preocupes, una simple pesadilla. Me suele pasar cuando duermo fuera de casa.

— Tampoco me interesa, era por ser educado — dijo dándole la espalda — ahora andando, niñita.

¿Es bipolar o qué le pasa? — pensó Kellin ante la extraña actitud del de ojos marrones.

Fue tras el más bajo y salió de la cabaña cerrando la puerta. Caminaron por el recinto, el cual era tremendamente grande y de tonalidades verdes por la vegetación. Todo estaba decorado con cosas rurales, pero tenía un toque moderno que lo desconcertaba.

Cerca de su cabaña había varias más pequeñas aunque con la misma escenografía. Todas eran muy bonitas y daban ganas de vivir en ellas para siempre, no solo un mes. Caminaban por un paso de piedras bien cuidado que guiaba a una explanada en el centro de las casitas, rodeado de carteles y donde había muchas personas concentradas.

Suponía que ahí era donde habían quedado, era hora de conocer a sus compañeros y a los organizadores. Algo tímido se acercó al grupo junto a Vic, quien se había ido con otras cinco personas.

Quién sabe, a lo mejor eran más simpáticos que Vic — pensó

Se quiso presentar, pero se le adelantaron.

— ¿Esta es la chica que te ha tocado de compañero? — comentó uno de ellos. Llevaba el pelo castaño y liso por los hombros y muchos tatuajes en su cuerpo.

— Sí Oliver, éste es — contestó.

Pues creo que no — volvió a decirse a sí mismo.

.

.

.

¡Holi!

Empezamos las actividades del campamento, jeje.

Espero que lo disfrutéis y no odiéis mucho a Vic.

Adiosi 💞

Att: Yaiza

Summer Camp |Kellic|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora