Capítulo 21: Discreción

225 29 41
                                    

La cabeza le daba vueltas, un pitido ensordecedor sonaba en su interior. Sentía la boca pastosa. Necesitaba agua de inmediato, la resaca no esperaba.

No podía recordar nada de la noche anterior, ¿tanto había bebido? Había estado jugando con Oliver, de eso sería. Sin embargo, tampoco creía haber bebido tanto, sólo lo hacía cuando quería olvidar.

¿Qué habría pasado?

Intentó abrir los ojos, mas la claridad del día le hizo volver a cerrarlos de inmediato a causa del dolor. Lo hizo de nuevo, más lentamente. Poco a poco sus orbes se fueron acostumbrando a la luz y consiguió ver la habitación en la que estaba. Era su cabaña y tenía puestos unos calzoncillos junto a la camisa de la noche anterior. Estaba tumbado en su cama solo, sin rastro de haber ocurrido algo fuera de lo común.

Quizá no pasó nada malo — pensó.

Sin embargo, cuando enfocó su vista a la cama de su compañero recordó todo.

Vio ahí a Kellin, durmiendo plácidamente en su cama. Su rostro estaba calmado y descansado ya que había regresado antes a la cabaña. Le observó detalladamente, desde sus espesas cejas castañas hasta el pequeño hoyuelo debajo del labio debido a un piercing anterior. A decir verdad, nunca se había fijado en eso e, incluso, se podía decir que lo veía muy atractivo.

Se golpeó el rostro al pensar en ello. Ayer podía culpar al alcohol de lo que había pasado con Kellin pero, ¿hoy? Estaba en sus plenas facultades, no podía pensar en un chico como lo hacía con Kellin. Él no era gay, nunca lo sería.

No obstante, se acordó de la conversación que había tenido con el pelinegro cuando estaban en la pequeña habitación después de que Kellin fuera encerrado por Oliver. Era obvio que le gustaba al chico y era un sentimiento correspondido de una manera u otra.

¿Por qué no aprovecharse de la situación? Ambos querían y él seguía teniendo a Danielle, ¿qué puede pasar por intentarlo?

Notó un movimiento inquieto a su lado y giró la cabeza para encontrarse unos ojos azules observándole. Tenían un tono diferente, con toques amarillentos saliendo de su pupila y extendiéndose por todo el iris. Eran indudablemente hermosos.

— Buenos días, bella durmiente — murmuró sonriente sentándose en la cama para poder tener una mejor vista del pelinegro.

— ¿Puedes no llamarme así, por favor? — contestó tímido en un hilo de voz apenas audible. Salió más ronca de lo habitual debido al sueño, mas seguía siendo aguda.

— ¿Por qué? Las princesas Disney son muy guapas — le guiñó un ojo haciendo que Kellin se ruborizara.

— Cla-claro... — bostezó involuntariamente despegando su rostro de la almohada para mirar al techo de la habitación.

— ¿Te lo pasaste bien anoche? — cambió de tema.

— Bu-bueno — se incorporó incómodo en la cama tallándose los ojos con sus puños — Fue extraño.

— ¿Por qué? — cuestionó curioso.

— Ya sabes... todo el tema de Oliver y eso. Está bien que se meta conmigo, pero no quiero que se entrometa en los asuntos familiares.

— Oh, vamos — se levantó del sitio al ver la expresión dolida de Kellin — Sabes que nada de lo que dijo es verdad, ¿no? — tomó asiento a su lado y le levantó suavemente el rostro con sus dedos. Kellin asintió inseguro — Tu padre es un imbécil que no supo valorar lo que tenía, pero no tiene nada que ver con tus preferencias sexuales.

El pelinegro se extrañó. ¿Era este el mismo Vic que conoció el primer día? ¿Aquel que no quería acercarse a él porque le gustaban los chicos? Cierto era que había visto un cambio notorio en su actitud conforme pasaban los días juntos, sin embargo, esto le pilló de improvisto.

Summer Camp |Kellic|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora