Capítulo 23: ¿Devoto?

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— Guau, Kellin. ¿De dónde has sacado esa voz? — preguntó aún incrédulo Justin.

Los cuatro chicos caminaban hacia sus respectivas cabañas para cambiarse e ir al comedor.

— Sí, eso. ¡Tienes que decirnos! — le acompañó Tony.

— N-no lo sé — murmuró ruborizado aunque halagado por las bonitas palabras de sus amigos — Mamá siempre cantaba y cuando cumplí ocho años me apuntó al coro de la iglesia, supongo que eso me ayudó.

— ¡¿A la iglesia?! — gritaron los tres al unísono parándose en seco para observar al pelinegro.

— S-sí — respondió bajo sintiéndose intimidado. Justin vio la expresión de inseguridad reflejada en el rostro de Kellin, por lo que le agarró del brazo y le sentó en una banca cerca de ellos para que siguiera con la historia.

— Pero yo creía que tú no estarías involucrado en eso al ser... — cortó el rubio no estando seguro de continuar.

— ¿Al ser gay? — completó — Créeme que no era el único con esos gustos de la iglesia — rió recordando a un chico pelirrojo que se confesó delante del cura en medio de una misa — Pero no, no soy religioso pese a haber estado muchos años allí.

— ¿Y cómo es que te metió tu madre en el coro? — cuestionó curioso Gabe, quien llevaba un rato sin hablar.

— Bu-bueno — su tono de voz cambió radicalmente a uno más sombrío y agachó la cabeza — Fue meses después de que mi padre nos abandonara. Mamá estaba muy triste y no sabía qué hacer, así que se refugió en la iglesia. Siempre fue creyente pero se convirtió en devota; vivía por y para Dios.

— Oh, lo siento.

— No pasa nada. Me lo pasé muy bien en realidad, no tengo apenas recuerdos malos. Bueno, quitando la vez que le conté a mi madre lo de que soy gay.

— ¿Tan mal se lo tomó?

— Estuvo sin hablarme una semana, cuando somos uña y carne. Siguió lo que decía la Biblia y... Eso... — carraspeó un poco para aclararse la garganta — No quiero decir que todos los religiosos piensen así, por supuesto, sin embargo mi madre lo hizo.

— Pero ya estáis bien, ¿cierto? — indagó el castaño.

— Sí — sonrió todavía con los ojos brillantes — A veces suelta algunos comentarios fuera de lugar, pero nos queremos. Eso es lo que importa.

— ¡Así se dice, Kells! — Justin le dio unas suaves palmaditas en la espalda de ánimo, ayudándole a levantarse luego — Ahora regresemos que tengo un hambre...

— ¡Justin! Sé más considerado — le chistó Gabe.

— No soy yo, es mi estómago el que habla por mí — se excusó levantando ambas manos en señal de inocencia, haciendo así a Kellin reír.

— Yo también tengo hambre... — murmuró Tony con voz infantil.

— ¡Oh, vamos! — se quejó Gabe — Qué remedio...

Así, los cuatro jóvenes emprendieron de nuevo su camino a las cabañas, dejando primero al rubio siendo seguido por Gabe.

Cuando estaban por llegar a la cabaña de Kellin, Tony le llamó.

— Kells... — un sonido de afirmación le indicó que podía seguir hablando — No, olvídalo. No es nada.

— Dime — murmuró tentativo.

— Es sobre Mike — al pronunciar ese nombre, su cara se volvió de un rojo exagerado.

— Uy, ¿problemas en el paraíso? — bromeó dándole un codazo y guiñándole el ojo.

Summer Camp |Kellic|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora