Laura colgaba unas guirnaldas de luces en un cedro azul que estaba al frente del vivero, cuando sonó el teléfono.
Era Marcos. Desde que Hoseok se había ido con ____, una semana atrás, habían estado viéndose casi todos los días, incluso Laura se había quedado a dormir un par de noches en la casa de él. Marcos vivía en las afueras del pueblo, muy cerca de la playa, en una casa antigua, de enormes ventanas con rejas labradas. Desde que se reconciliaron, se sentía mucho más cerca de él y ya no se cuestionaba tanto las diferencias que tenían, ni el rechazo de Hoseok. Pese a que había prometido no comentar el motivo del viaje de los chicos, le había adelantado a él algunas cosas, para descargar un poco la ansiedad que la embargaba.
Faltaba algo más de dos semanas para Navidad. Desde hacía algunos años esas fiestas la llenaban de angustia. La ausencia definitiva de su marido, la enfermedad de su madre, la tristeza en la mirada de Hoseok, que se volvía más patética, con sus estériles intentos de hacer bromas tontas para que ella se riera; todo eso provocaba el deseo de arrancar esos días del almanaque o de dormir y despertar cuando estuvieran en el segundo día de enero. Por un momento había pensado que este año sería diferente. Hasta se había atrevido a imaginar una mesa redonda, con mantel blanco y flores, con velas rojas, en el jardín, debajo del cedro azul que acababa de decorar. Se había visto a sí misma sonriente, por primera vez en muchos años, brindando con su hijo, con Marcos, con Sara, con ____, como si volviesen a tener una familia, como si fuese posible empezar de nuevo... Pero ahora, después de lo que Sara le había contado, se le presentaba otra vez la tétrica imagen, repetida en tantas navidades: ella y Hoseok solos, brindando a la medianoche, cuando las campanas, las sirenas y la pirotecnia anunciaban la alegría ajena, evidenciando más aún el dolor y la soledad que sentían.
Volvió a sonar el teléfono y esta vez regresó sonriente a cambiarse de ropa. En cinco minutos Sara la pasaría a buscar para ir hasta la ciudad a recoger a los chicos que regresaban en el micro de las 16.
•••
—Y, al final, ¿han traído los datos de esa mujer, que presumiblemente ayudó a Maria durante el parto? —preguntó Sara cuando terminaron el relato.
—No —respondió Hoseok—Nos dijeron que iban a intentar rastrearla. Lo que sí nos dieron son los datos de una amiga de Maria, que fue secuestrada unos meses antes. Los tengo en un papel, adentro de uno de los libros. Ahora los busco, y de paso les traigo todo el material que nos dieron...
Estaban debajo de la sombra fresca de los plátanos, tratando de protegerse del calor húmedo de esa tarde de diciembre. Los chicos les habían contado todo lo vivido y ahora, un poco más tranquilos, rescataban algún detalle olvidado, o contaban algunos episodios graciosos que vivieron juntos en la ciudad.
—No pueden imaginarse a Hoseok, muerto de miedo porque no quería viajar en subte. El muy valiente decía que las puertas lo iban a apretar, o no se iban a abrir, o que no podíamos ver las calles y nos íbamos a perder...
—¡Mentirosa, deja de mentir! —le gritó Hoseok regresando con las manos cargadas de papeles—. Yo te decía que era mejor viajar en taxi para ganar tiempo, o en colectivo para conocer la ciudad, nada más.
Ahora te la aguantas, loca. Voy a contarles lo que hacías por las noches... Si salíamos a caminar decía que nos seguían, que nos iban a asaltar, que tenía miedo de que la violaran y a los dos minutos se quería volver. ¡Y ahora me acusa de cobarde a mí! Y mejor no les cuento cuando se puso a discutirme, asegurando que estábamos a dos cuadras del hotel y estuvimos como cinco cuadras dando vueltas en redondo, hasta que se convenció y fuimos por donde yo decía.
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My True Identity>> J-Hope y Tú
Fanfiction🔸Esta historia no me pertenece, es una ADAPTACIÓN. 🔸Libro: Cruzar La Noche [de Alicia Barberis]. 🔸Actualizaciones lentas.