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Mientras caminaba hacía la dirección designada mis ojos analizaban el hermoso lugar donde me encontraba. Habían muchos edificios y árboles, rodeado de un verde fascinante.

Al llegar al lugar me dirigí a portería para hablar con el conserje, éste me pidió mis datos y a dónde me dirigía. Le dije todo tal cual como Juliane me dijo.

Cuando me encontraba en el ascensor mis nervios nuevamente me estaban jugando una mala pasada. Saber que veré a Juliane me hacía sentir un poco inquieta. Lo que estaba empezando a sentir por ella era cada vez más intenso.

El sitio quedaba en el piso 16, cada piso que pasaba era como infinito. Así que apretaba el botón pensando que iba a subir más rápido. A veces la ansiedad me pone un poco impaciente.

Al abrirse las puertas del ascensor sentí algo en el pecho. Como si el mundo dejara de girar. Como si el viento se parara. Como si mi espíritu saliera del cuerpo.

Poco a poco volví a la realidad, así que me armé de valor y caminé hacia la puerta donde se encontraba la líder.
—Ésta oportunidad no se me dará dos veces, debo aprovecharla —me decía a mi misma.

Toqué dos veces la puerta y Juliane me abrió.

—Por un momento dudé en que vinieras —sonrió.

—Pero aquí estoy —me contagié de su sonrisa.

—Así veo. Ven pasa —me tomó del hombro para que entrara.

Al entrar noté un olor extraño pero que se sentía estupendo; me di cuenta que se trataba de un incienso junto a una vela prendida. También había un símbolo pegado en la pared, al rededor de él se encontraban algunas almohadas en el piso, me imagino que ahí se sientan.

Juliane, me presentó a la líder, y me di cuenta que ella era, Miranda. Era una señora un poco más baja que yo pero de una personalidad generosa. Se veía como una mujer inocente, como el aspecto de un ángel.

Miranda, me explicó todo sobre el movimiento, que el objetivo de este era encontrar paz en uno mismo; saber la verdad y seguirla coherentemente. Me enseñó su forma de meditar, y eso llamó mi atención. Siempre he querido aprender a meditar y siento que esto llegó del cielo.

Juliane me llegó del cielo.

Mientas me explicaba más cosas dirigí una mirada rápida a Juliane y me di cuenta que estaba como perdida en sus pensamientos. A veces me pregunto en qué pensará tanto. Qué hay dentro de su mente que la pone así de vez en cuando.

Al finalizar la charla que duró casi dos horas, Miranda me propuso venir si quería seguir en esto el próximo sábado. Todo esto para mi fue muy misterioso, y créanme que nunca dejo un misterio sin resolver. Así que sí, seguiré participando en esto y veremos qué trae.

Juliane, se ofreció en ir a dejarme al metro. Cuando ibamos en camino no pude controlarme y la analicé de pies a cabeza. Su forma de conducir me dejaba sin aliento. La delicadeza en que movía el volante y su capacidad de hacerme sentir con tan solo manejar, era increíble.

Al llegar estacionó el auto cerca del lugar y me dijo:

—Que bueno que te haya gustado todo, Leo —me dedicó una sonrisa sincera, de esas que me dejan soñando el día completo.

—Sí, así que no será el último sábado que nos veremos —reí.

—Para mi eso es un placer, cariño.

Cariño. No aún no lo creo, con tan solo una palabra esta mujer me deja pasmada.

—Ya, no le quito más tiempo. Me voy —me saqué el cinturón y me despedí de ella con un beso en la mejilla. —Gracias por traerme —le sonreí antes de bajarme del auto.

—Cuando quieras —me observó por última vez y puso el auto en marcha.

El auto partió con ella, y ella partió con mi corazón.

Todos tenemos nuestro intenso y privado apocalipsis, y tú amor sin duda; eres el mío.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora