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El error que cometimos es que a ninguna de las dos se nos pasó por la mente una respuesta rápida para soltar. Ni nuestras respiraciones nos ayudaban, sólo miradas iban y venían por parte de Juliane, Alex y yo.

—Juliane, dime qué ocurre. ¿Por qué tienen los labiales corridos? —se acercó a ella lentamente. —Dime que no es lo que pienso por favor —suplicó.

—Yo... te puedo explicar —por fin salió una palabra de su boca.

—Explicar qué joder —se agarró el cabello con ambas manos. —¿Qué me han estado mintiendo todo este tiempo en mi cara?

—No, Alex... no es lo que piensas —trató de calmarlo pero era inviable. Alex ya lo sabía, ya lo dedujo. Ya no había vuelta atrás.

—Sí, Alex. Con Juliane estamos juntas —ambos me miraron perplejos.

—¿Cómo? —trató de decir. —¿Tú y Juliane están juntas? —dijo la última palabra con dificultad.

Juliane cerró sus ojos dejando pasar todo. Se apoyó en el mueble con la espalda y bajó la cabeza sin poder mirarlo. Yo por mi parte ahí estaba, frente a frente con él, mirándonos a los ojos como si ellos pudieran decir todo lo que no sale de mi boca ni en la de él. Algún día sabía que esto iba a pasar, que iba a tener a mi enemigo frente a mí luchando por el amor de mi orientadora. Pero no de ese modo.

—Lo siento, Alex. Pero es la verdad.

—Ustedes están enfermas. ¡Son un par de sucias! —elevó la voz.

—A ver, campeón. Cuidado con lo que dices. Tú no eres nadie para juzgar algo así, al fin y al cabo ustedes terminaron hace mucho y por algo bien estupido. ¿Recuerdas? —le estaba escupiendo todas las palabras que una vez quise decirle. —Pero perdiste, ahora Juliane está conmigo y yo la estoy amando como tú no supiste.

—¡¿Cómo te atreves! —estaba apunto de levantarme la mano cuando Juliane se puso entre medio de los dos.

—¡Ni se te ocurra! —lo miraba con furia. —Ni se te ocurra tocarle un pelo, o me vas a conocer cómo realmente soy. Con ella no poco hombre —decía mientras lo apuntaba con el dedo.

Alex sólo la miraba pero no decía nada. Tenía fruncido el ceño mientras le temblaba el pómulo. Nunca lo había visto así, nunca me imaginé verlo así en realidad.

—Los niños no pueden seguir viviendo contigo. No permitiré que estén con un par de enfermas como ustedes.

Observé como Juliane cerró su puño por debajo de sí. Sabía que si no me metía esto se pondría de mal en peor.

—Juliane... —susurré acercándome y tomé su mano con delicadeza. Ella la abrió y entrelazó sus dedos con los míos. —Déjalo sí, no vale la pena.

Pero sólo se limitaba a mirarlo y no respondía a mis peticiones. No sabía qué pasaba por su mente en ese momento y qué era lo que sus ojos trataban de decir. Alex, también la miraba con intensidad. Me sentía excluida y no sabía qué más hacer.

—Ni tú ni nadie me va a separar de mis hijos. No estoy cometiendo ningún delito para que me juzgues. Sólo estoy amando a una persona que me ama de la misma forma, o qué, ¿lo ves como un pecado por tu puto movimiento?. El amor no tiene que ver con sexos, Alex. Ni con religión, ni con el color de piel. El amor sólo es, y así como llega hay que dejarlo entrar. Esta vez no perderé la oportunidad de amar por tus palabras básicas. Ella reconstruyó todo lo que tu destruiste, por lo tanto tú no eres nadie para decirme qué hacer o a quién amar. Yo sé que hago con mi vida porque es sólo mía y de nadie más. Y así como es mía, decido compartirla con Eleonor —me miró con una sonrisa y un brillo en sus ojos. Llevó mi mano a su boca para depositar un casto beso y una corriente corrió por todo mi cuerpo. —Lárgate por favor.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora