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Finalmente, Romina cedió con su cargo. Así que yo oficialmente era la nueva mediadora de mi clase. Ha pasado un mes desde que asisto a éste taller. Mi forma de ver a Juliane sigue intacta, cada vez que estoy con ella mi corazón me juega una mala pasada. Aunque cuando no lo estoy, sigo la rutina de todos los días y de vez en cuando mis pensamientos se posan en ella.

—Ahora que ya estamos un poco avanzados en éste taller, me gustaría que armaran parejas y pasen adelante actuando un caso para que puedan solucionar. Utilizando el parafraseo que les enseñé —observó a cada uno de nosotros con una sonrisa.

No sabía con quién ser, mis amigos ya habían formado parejas. Así que decidí en ser con Nicolás, un chico de primero de secundaria. Él me caía súper bien, así que pensé que no sería tan difícil.

Pasaron algunas parejas y lo hicieron súper bien. Ahora era nuestro turno con mi compañero. Decidimos en que él hablaría primero y yo le iba a parafrasear.

—Cuéntame qué te pasó —le pregunté.

—Lo que pasa es que he tenido problemas con mis amigos y me han dicho un par de groserías. Y eso me hace sentir un poco mal, ya que me hieren —proclamó Nicolás. —No sé que debería hacer —agregó finalmente.

—Entonces, me estás diciendo que, ¿tuviste problemas con tus amigos y te hicieron sentir un tanto incómodo? —pregunté.

—Sí —afirmó. —No sé qué hacer —patentó sus labios.

—Primero que nada, no deberías dejarte humillar. Segundo, deberías hablar con tu profesor si te siguen molestando para tomar medidas —toqué su hombro en forma de amabilidad.

—Sí, lo haré. Gracias por escucharme —me sonrió. Y le devolví la sonrisa.

—Muy bien chicos. Eleonor, ahora es tu turno.

—Hola, Eleonor. Cuéntame en qué puedo ayudarte —me dijo Nicolás. Ahora yo debería contar mi problema y él utilizaría el parafraseo.

De vez en cuando se me iba la mirada hacia Juliane y ella observaba con atención.

—Bueno, últimamente he tenido unas crisis que no me dejan seguir en paz. Y gracias a estas he tenido problemas de concentración, ya que mi mente divaga por otros lugares —reí. —Bueno, tampoco he sabido qué hacer, me he sentido un poco perdida —miré el suelo al decir estas últimas palabras. Una sensación de tristeza recorrió mi cuerpo.

—Me estás diciendo qué: ¿te han venido unas crisis y últimamente no te haz podido concentrar en nada, ya que, no te han dejado en paz? —preguntó.

—Exacto —miré a Juliane y esta estaba como perdida en sus pensamientos mirando el piso.

—¿Haz intendo en ir al psicólogo? —preguntó Nicolás, posando su mano en la mía.

—Sí, pero aún así no he estado muy bien que supongamos, he ido hasta a la iglesia, pero nada... —afirmé retirando mi mano de la suya. —Pero gracias por escucharme.

—Bien chicos, me di cuenta que entendieron el tema del parafraseo —habló, Juliane. —Ahora me gustaría que volvieran a sus puestos para finalizar porque nos quedan tres minutos —se paró adelante. —Bueno, para terminar nos daremos un aplauso porque cada uno de ustedes lo hizo excelente —apludimos con una sonrisa. —Nos vemos el próximo lunes, se pueden retirar.

Empezaron uno a uno a salir por la puerta. Al dirigirme a la salida Juliane me llamó.

—Eleonor —me volví para verla. —¿Te puedes quedar un momento? —preguntó.

En ese momento mi corazón se sentía tan
rápido que pensé que en cualquier momento se me iba a salir.

—Claro, dígame. ¿Qué necesita?

—Me ha cautivado tu problema, ¿realmente el psicólogo no te ha ayudado? —sólo me limité a mirar el suelo y negué con la cabeza.

—Oí que participaste en la iglesia. ¿Crees en Dios? —saqué mi mirada del piso para mirarla directamente a los ojos.

—Sí, por qué —pregunté. El tema de Dios siempre fue importante para mí, no hablo de la religión en si, sino, del misterio de nuestra creación.

—Mira, no sé por qué te estoy contando esto pero yo participo en un movimiento. En el hablamos de la verdad, no somos una religión, sino más bien... un conjunto de gente perdida que necesita algo que seguir —rió. —Me ha ayudado bastante asistir y siento que —bajó su tono de voz mirándome a los ojos. —Te haría bien ir —hubo un silencio, pero no fue incómodo. Durante este lapso pude analizar su cara y contar sus bellos e intensos lunares que habitaban en su rostro nuevamente. —Lo digo por tus crisis, obvio —finalizó volviéndose a sus cosas, recogió su libreta y antes de salir por la puerta dijo. —Cualquier cosa, estoy en la oficina por si te interesa —y se fue, con mi corazón en sus manos.

—Sí —susurré, ya que no había nadie que me escuchara. —Allí estaré —miré mis manos un poco confusa.

Aún no analizaba bien lo que acababa de suceder. No puedo creer que Juliane me invitara a participar en una cosa así fuera del colegio, cosa que puede arriegar su trabajo si alguien se enterase. Pero yo no haría semejante eventualidad, nadie sabrá que ella me contó algo personal. Si me quiero acercar a ella será de forma muy cuidadosa.

No sé por qué me ilusiono tanto al respecto, si más que nada lo hace por ayudarme en mis crisis. ¿Será así con todos sus alumnos? ¿Asistirán otros también? ¿O sólo fue conmigo?.

No me di cuenta que estaba divagando en mis pensamientos hasta que escuché el timbre que indicaba la hora de almorzar. Salí rápidamente para dirigirme en donde estaba Isabella, que me esperaba fuera del casino con ambos almuerzos en mano.

—Dónde te habías metido -preguntó algo exaltada. —Llevo varios minutos esperándote aquí, todos me miraban con estas hamburguesas —se dirigía a las que tenía en mano. —Quizás qué pensaron «oh, mira a Isabella, pobrecita. Tiene tanta hambre que se comerá dos hamburguesas» —empezó a imitar la voz de no sé quién.

—Yo feliz me como dos hamburguesas —reí a carcajadas. —¿Cuál es mía? —me entusiasmé.

—Por demorarte, la más pequeña —me entregó una más pequeña que la suya.

—No importa, es comida igual —reí tomando la hamburguesa que me estaba pasando. —Ya vamos, que muero de hambre —la tomé del brazo haciéndola entrar al casino. Además, tengo algo que contarte.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora