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La notícia que Juliane me había dado me había dejado perpleja, helada y descolocada. Imaginarme a mi orientadora en las peores condiciones me produjo un revoltijo en el estómago. Me hizo pensar muchas cosas y cuestionarme otras; el por qué de su partida, el por qué no me lo dijo, cuánto tiempo llevaba con eso, en fín.

Tenía miedo, no lo niego. Miedo de perderla y no verla más por el resto de mis días. No puedo imaginarme la vida sin ella. Juliane me da felicidad y ponerme a imaginar esto que tiene me da una sensación extraña en mi interior, más bien como sumergirme en sensaciones inexplicables.

—¿Y por qué no me lo dijiste? —pregunté.

Había oscuridad en su mirada, lo podía notar.

—No quería alarmarte.

—No se trata se alarmarme, Juliane. Se trata de confíar, de confíar en mí y así buscar una solución... juntas —busqué su mirada. —¿Hace cuanto que sabes esta noticia?

—Hace meses —habló con sinceridad. —En realidad fue por eso que me fui —soltó de la nada.

Eso no me lo esperaba. Juliane me había comentado que se había ido por la denuncia que le habían otorgado, no por otra causa.

—¿Me estás tomando el pelo? —dije irónicamente. —¿Cómo es eso de que te fuiste por tu enfermedad y no por la supuesta denuncia?

—Leo, déjame explicarte todo, pero vamos con calma.

Sentía rabia, quería gritar y maldecir a los cuatro vientos. Cómo era posible de que Juliane me mintiera con algo así, además no me lo dijo, eso implicaba que no confiaba en mí. Tenía rabia y no quería expresarlo, pero mis gestos hablan por mí.

—Adelante, soy toda oídos —me acomodé bien en el respaldo de la cama y me crucé de brazos.

—Bien —hizo una pausa. Se notaba que estaba buscado las palabras adecuadas para comenzar. —Hace un tiempo empecé a sentir un dolor de cabeza constante. No pensé que iba a ser grave, debido a qué desde niña que estos dolores me invadian. Sin embargo, un día me dio tan fuerte que tuve que recurrir al médico. Me diagnosticaron esto y me hicieron una cirugía con el pasar de los días; gracias a Dios salió todo bien, pero aún así tenía que seguir en tratamiento —apretó sus labios y se acomodó para quedar frente a mí. —Ahora he estado con Radioterapia, pero voy bien, Leo. Me he sentido mucho mejor.

—¿Y por qué desapareciste por más de 7 meses? —seguía con ira en mi cuerpo y sólo pedía sacarla. Quería abrazarla y decirle que superaremos esto juntas, pero la ira seguia impregnada en mí.

—Tuve que viajar para tratarme en otro país, tú sabes que aquí la salud es pésima, mi amor. —acercó su mano a mi mejilla y aparté mi rostro para esquivarla.

—Entonces la denuncia nunca existió?
—negó con la cabeza.

Cerré mis ojos intentando aclararme, estaba muy confundida. Tenía muchos sentimientos encontrados. Por un lado seguía enfadada con Juliane, y por el otro sólo quería abalanzarme en ella para abrazarla.

Tragué saliva y respiré profundamente. Me volteé a su dirección y me encontré con su mirada cabizbaja. Se me apretó el corazón y en escasos de segundos sentí su cuerpo junto al mío.

—No me mientas más por favor —supliqué.

Juliane no tardó en corresponderme con sus brazos. —Nunca más cariño, nunca más. Perdóname por favor.

—Te perdono, te perdono —busqué su boca con la mía y le planteé un beso con desespero. Al separme de ella la miré por unos segundos. —Dime que superaremos esto juntas y que no te irás de mi lado nunca —asintió con la cabeza y me besó nuevamente.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora