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Juliane, en los últimos meses se había hecho muy amiga de Marcelo, psicólogo del colegio. A veces los veía almorzando juntos o pasando tiempo a solas. Supuestamente ella, es solamente su amigo, debido a que él tiene pareja. Pero aún así los celos me venían cada vez que los veía pasar conversando o riéndose.

Separando las cosas, Marcelo era una increíble persona, siempre estaba dispuesto a ayudar al otro y teníamos una buena relación.

Él había formado un taller llamado taller de impulsos, dónde asistían personas que no tenían autocontrol sobre sí mismas; personas con bajo rendimientos y con comportamientos inadecuados hacia el curso o el profesor.

Como yo participaba en el taller de mediación, que era opuesto al de Marcelo, me pidió ayuda con la finalización de su taller, debido a que nos encontrábamos en los últimos meses del año.

Mi ayuda consistía en hacer un mural con las notas de motivación de los alumnos que participaban en el. Así que me sacó de clases y con la ayuda de otras personas de mi taller pusimos manos a la obra.

Nos dividimos en dos grupos: tres se iban a dedicar a formar la escenografía para la convivencia; removiendo las sillas para formar una circunferencia y llevando la decoración que habían decidido poner. Y el otro, que se conformaba de un alumno inferior al mío, junto a mí, nos dedicaríamos a crear el mural.

                               ***

Me dirigí a la oficina de Marcelo, que se encontraba a un costado de la oficina de Juliane. Cuando llegué toqué dos veces la puerta. Nadie abría, así que usé mi voz en éste caso.

—Mister Marcelo, ¿se encuentra adentro? —pregunté elevando la voz. Pero nadie respondía.

Cuando me volví para seguir buscándolo la puerta de Juliane se abrió llamando toda mi atención.
Ésta salió con sus lentes puestos y no pude evitar pensar en lo perfecta que se veía. Me dedicó una sonrisa y con una voz dulce me indicó:

—Marcelo se encuentra arriba con los otros chicos.

—Lo pensé en un momento. Gracias, profe —le dediqué una sonrisa y cuando estaba dispuesta a marcharme, Juliane me detuvo agarrándome del brazo. —Espera. Quiero que me hagas un favor y le lleves esto a Marcelo —se adentró a su oficina para luego salir con una caja llena de lápices. Era la misma que había botado el otro día, así que una risita salió de mi boca. Mi orientadora frunció el ceño. —No me la vayas a botar de nuevo —dijo también riéndose.

—No, me basta con una vez —guiñé un ojo y me pegó un leve manotazo en el hombro.

—No pensé que te ibas a disponer a ayudar —se cruzó de brazos.

—Yo siempre ayudo. Qué se cree —negué con la cabeza. —Además lo hago porque me nace —agregué.

—Lo sé, cariño, sé como eres y eso me gusta de ti —no pasaron ni dos segundos y ya sentía la sangre subir por mis mejillas.

—Es un gracias supongo —vacilé. Juliane volvió a reírse y me sumé esta vez.

—Ya ve, no te quiero quitar más tiempo —dijo empujándome hacia delante.

—Usted no me quita tiempo y nunca lo hará. Me es muy grato hablar un rato con usted al día. Tenía que decírselo —le confesé mientras caminaba. Me volví para ver su expresión ante lo que dije y me la encontré moviendo la cabeza hacia los lados mientras sonreía mirando el piso.

                               ***

Una vez que terminamos de realizar todo lo ordenado, nos reunimos entre los dos grupos a descansar en las sillas que se encontraban al rededor.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora