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Era de madrugada y no podía dormir a pesar del cansancio que sentía mi cuerpo. El momento que viví con Juliane se me pasaba una y otra vez por la mente; mis pensamientos se habían posado en mí, causándome insomnio.

Me giré para el otro lado de la cama para ver si de algún modo podría conciliar el sueño. Pero nada. Por tanto, quedé con la vista pegada al techo blanco de mi habitación; recordando su delicado tacto, la delicadeza que me rozaba la mano y cómo se puso cuando descubrió que se trataba de mí.

Negué con la cabeza para espantar mis penamientos y me paré de la cama, cogiendo el abrigo que se encontraba en la silla de la ropa debido al frío que hacía. Me dirigí al baño sigilosamente para no despertar a nadie. Llegando abrí el grifo para luego bajar mi cabeza a la llave y tomar un sorbo de agua con mi mano. Recuperé la compostura con mi vista frente al espejo, unas horrendas ojeras estaban asomodas en mi rostro.

Salí y me desplacé hasta mi habitación para nuevamente acostarme en la cama que me llamaba a gritos. Cuando me tapé por completo cerrando mis ojos por fin, se me ocurrió ver la famosísima foto de perfil de mi orientadora en Whatsapp. Por lo tanto, me destapé nuevamente para coger el celular que se encontraba a un costado de mí en el velador.

Cuando apreté el chat me encontré con el en línea de Juliane, así que rápidamente me salí con el corazón acelerado. ¿Qué hacía conectada a estas horas? —dije para mis adentros.

Me metí otra vez a su chat y seguía conectada. Por un momento pensé en escribirle, pero, por la hora que era, preferí que no.

—Ahora sí que sí que no podré pegar ningún ojo durante la noche —maldecí dejando mi celular en mi pecho.

         ***

Al sentir el timbre para el recreo guardé mis cosas de una forma lerda. Sabía que no haber dormido me traería consecuencias para el día de hoy.

Miré a Isabella que se encontraba charlando con una de nuestro grupo. Cuando se percató de mi mirada se me acercó de inmediato.

—¿Por qué tienes esa cara? —preguntó achinando los ojos.

—No empieces por favor —eché la ultima cosa que se encontraba en la mesa a mi mochila.

Pasé por su lado para salir al patio del colegio. Ella venía detrás.

—Mejor acompañame al baño, necesito mojarme la cara —bajé las escaleras para después adentrarme al baño. Al mirar mi rostro en el espejo, entendí por qué Isabella había preguntado sobre mi rostro.

Abrí la llave y mojé primero mis dedos para verificar la temperatura del agua. Cuando se enfrió un poco más pude mojar mis manos completas y luego las refregué por mi cara. No tenía maquillaje así que no me perjudicaría.

Sacudí mis manos y me las sequé con mi falda. Al volverme Isabella me miraba con una expresión intrigante.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

—Nada —se volvió y salió con dirección al patio.

Rodeé los ojos.

—Hey, espérame —apuré el paso.

Al salir sentí un cuerpo chocando contra el mío, haciendo caer un montón de lapices.

—Ay perdón, fue mi culpa —me agaché recogiendo rápidamente los lápices esparcidos por todas partes.

—Tranquila, Leo. Fue un accidente —cuando la tuve a mi altura pude percatarme de que se trataba de Juliane.

—Pro.. profe —tartamudeé. Tragué saliva y seguí con lo que estaba haciendo.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora