33

3K 192 6
                                    

Llegué al lugar lo más rápido posible y lo primero que vi fue una ambulancia y paramédicos llevándose a Juliane en una camilla. Mi desesperación aumentó cuando la subieron y cerraron las puertas sin poder tener contacto con ella. Me acerqué a Verónica rápidamente preguntándole lo qué había pasado y me comentó que mi orientadora había tenido una recaída grave que la hizo perder la razón cayendo al piso junto con los vasos que tenía en sus manos. Dejé de escucharla mientras me hablaba porque mi mente comenzó a divagar entre mi imaginación. Me sentía culpable por no haber estado junto a ella, por no haberla ayudado y en especial, por no acompañarla en esa ambulancia que marchó directo al hospital.

Pestañeé varias veces intentando volver a la realidad y dejé a Verónica hablando sola para tomar el primer taxi e ir al hospital junto a Juliane. En el camino mis nervios aumentaron y mi corazón no podía latir más rápido. El temor no tardó en llegar y mis lágrimas ya se estaban asomando. Cerré los ojos para tratar de mantener mi calma y no perder el control, ahora más que nunca debía estar bien para cuando despierte Juliane. Quería transmitirle mi tranquilidad y hacerla sentir segura de si misma para que siga adelante y pueda ganarle a esta enfermedad.

A penas puse un pie en el piso del hospital me acerqué deprisa a la recepción para preguntar por ella.

—Lo siento, pero la paciente no puede recibir visitas, y en éste mismo momento va a ser trasladada a pabellón para una operación que debe ser de forma inmediata —comentó la recepcionista.

—¿Pero cómo está ella? ¿Está bien? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Lo siento, señorita. No puedo dar detalles del estado de los pacientes. Pero puede preguntar a la doctora Waldorf que está encargada de la paciente Juliane Galdames —respondió tranquilamente.

—¿Dónde está esa doctora? —elevé un poco la voz.

—En cualquier momento aparecerá por el pasillo. Le aconsejo que espere sentada, todo estará bien señorita —trató de calmarme pero estaba cegada en encontrar a Juliane.

Negué con la cabeza y me dirigí a los asientos que se encontraban en los pasillos. Un leve mareo llegó a mi y con la ayuda de una joven logré sentarme y posar mi cabeza entre mis manos mientras los codos estaban apoyados en los muslos de mis piernas.

—¿Te encuentras bien? —preguntó la joven que me ayudó hace unos segundos.

Afirmé como pude sin necesidad de mirarla. Tenía el rostro hundido en mis lagrimas que no dejaban de salir y sólo pedía al universo para que saliera todo bien en la operación.

—¿Te traigo un vaso de agua? —dejó su mano en hombro y a penas levanté la mirada para mirarla la retiró. —Lo siento, yo no...

—No, no. Está bien —sonreí con las últimas energías que me quedaban. —Te acepto el vaso de agua, por favor.

—Bien —sonrió. —Vuelvo pronto.
Se volvió para una dirección que desconocía, suponía que se trataba de un baño público o una cafetería.

Mis lagrimas volvieron a caer y respiré profundamente mientras cerraba los ojos.

—Debes estar bien —hablé para mi misma. Pero me era imposible estarlo si lo único que quería era saber cómo se encontraba Juliane, sólo pedía verla un instante y ver su sonrisa. Sólo eso y nada más.

Luego de unos minutos la joven regresó con dos vasos en ambas manos. Se sentó a mi lado entregándomelo y me dedicó otra sonrisa.

—Soy Chloe —me estiró su mano.

—Eleonor —intenté mostrarme alegre.

—¿Por qué estás aquí? —apretó sus labios.

—Mi novia tuvo una recaída y la estan operando —después se decir esas palabras me detuve a pensar en que aún nuestra relación con Juliane no se formalizaba. Sin embargo, no creía que fuese necesario, debido a que pasamos juntas la mayoría de las veces y nos demostrábamos el amor que sentía la una por la otra a diario.

—¿Qué tiene tu novia? —se mostró interesada.

—Un tumor cerebral —miré mis manos que sontenían el vaso con agua.

—Lo siento mucho. Todo saldrá bien —me dedicó otra sonrisa. Ésta mujer me transmitía mucha paz, y con las palabras que me acaba de decir volvió la esperanza de que sí: Juliane se iba a recuperar.

—Muchas gracias —la miré a los ojos con una media sonrisa. —¿Y tú, por qué estás acá?

—Mi mamá tuvo un accidente automovilístico hace unas horas, en éste momento la estan operando —se mostró afligida.

—Créeme que así como la operación de mi novia saldrá bien, la de tu mamá saldrá mucho mejor —nació un brillo en sus ojos.

—Qué así sea —reímos a la par.

Luego de unos minutos hablamos de otros temas hasta que la doctora Waldorf apareció en el pasillo con un paso apresurado. Me paré pidiéndole disculpas a Chloe para seguirla.

—Doctora Waldorf, espere un momento —se volvió a mi dirección levantando ambas cejas.

—Hola, ¿en qué la puedo ayudar? —preguntó amablemente.

—Doctora, necesito saber por Juliane Galdames. La recepcionista me dijo que estaba a su cargo —me sentía indefensa.

—Acaba de salir de la sala de operación, en estos momentos está siendo trasladada a su sala donde se quedará hasta que le demos de alta.

—¿Dónde queda esa sala? —pregunté apresuradamente.

—Segundo piso, a la derecha. Sala 205 —volteó medio cuerpo dándome a entender que tenía que marcharse.

—Muchas gracias —terminando las palabras dichas, corrí en dirección a la habitación donde se encontraba Juliane.

La gente me miraba extrañada, ya que pasaba por sus lados rozándolos. Al llegar al lugar golpeé dos veces y una de las enfermeras me habló.

—Está anestesiada, en unas horas despertará.

—Entendido —me hice a un lado para que pasara.

Al entrar y cerrar la puerta tras de mí, lo primero que vi fue a ella durmiendo plácidamente. Me acerqué con lentitud hacia su cuerpo y puse una silla al costado se su cama. Me senté ocasionando el menos ruido posible. Tomé su mano con delicadeza y la llevé a mis labios para plantarle un cálido beso, luego la dejé nuevamente en su regazo posando mi mano arriba de la suya.

—¿Por qué te tiene que pasar esto a ti mi amor? —susurré mirando cada parte de ella. —Eres tan hermosa —una lágrima cayó por mi mejilla. —No me dejes sola en este mundo por favor.

Bajé mi cabeza a su regazo y me quedé ahí hasta que las horas transcurrieron y unos dedos comenzaron a moverse.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora